Regalada al Mafioso [20]

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Ayer todo fue un error. Acostarme con Malcom empeoraba las cosas, y también las mejoraba. Había estado sintiéndome culpable desde el primer momento que decidí hacer todo este plan, las consecuencias grandes y peores no eran para mí. Él sería destruido de la peor manera, de una manera muy baja al usar una tapadera tan absurda como yo. No hay día en que no me sienta culpable, que cada vez que veo la sonrisa sincera de Sara mi estómago se revuelve y mi consciencia me reprime que sólo diga la verdad.

No es tan fácil como se ve, o como sólo explico las partes de consecuencias. ¿Que haría yo después de esto? Tal vez mudarme a otra parte, cambiar mi aspecto y hacer como si nunca paso nada. Vaya, sin duda era fácil, fuera fácil si no estuviera metida en un lío muy grande.

El dinero tampoco era problema, papá sabía que su trabajo no sería fácil,  él lo pensó muy bien, incluso dejó un pasaporte falso para mi. Para una emergencia, sin duda está que clasificaría como emergencia el hecho de que mafiosos están detrás de ti y harán todo lo posible por encontrarte si no hago lo que me dicen.

Podía escapar, lo podía hacer. Había estado tanto tiempo aquí que quise aprovechar el momento, me pasé días recordando el camino del centro de la cuidad hasta aquí, si la carretera más cercana tenía fluidez de autos, a que hora los guardias estaban y que horas no. Malcom había sido astuto, quitó a los guardias para que el creyera que estaba aquí sin protección, me había estado retando silenciosamente si yo era tan confiada y escapar.

No dejé que eso pasará y conserve la calma, pero no tanto.

Si este plan salía bien habría consecuencias, hací que ideé el mío por si yo salía afectada más de lo que debía pasar. Hací es como pasan mis días y yo trató de seguir con el perfil bajo, se arruinó cuando Sara supo quien era yo. Todo se fue al caño, ella empezaría a sospechar que era demasiada coincidencia que yo —si yo — hubiera sido regalada a el por su propio hermano.

El hermano que hace años no quería saber de él, que lo trató como una insignificante basura. Ja, las cosas no pasan así por así, tenía que haber detrás algo.

—¿Ya éstas lista? —Malcom entró repentinamente a la habitación —. No te tienes que seguir viendo en el espejo, eres perfecta.

Sus palabras cálidas y sinceras eran escalofríos para mí. Me volví a ver en el espejo y como si hubiera una tercera persona en la habitación una voz retumbó por toda mi mente.

¿Estas viendo eso? Tus mentirás y juegos pronto serán revelados, para cuando eso pase ese rostro tuyo, angelical y engañoso se convertirá en la cosa más horrenda, repugnante y vil que en el mundo allá existido”

En ese instante me sentí hací, sentía que podía hacer los crímenes más crueles y espantosos y nadie me creería. Mi actitud de niña inocente se hacia creer, no se imaginan que detrás de todo eso existe la peor persona.

Hací me sentía yo, como la peor persona.

—¿Estas bien, Emma?la preocupación en su voz era horrible. No debía de preocuparse por mí, si no de él.

—Sí, sólo que creó que esta ropa no va conmigo —mi voz salió casi en un susurro.

—Te vez perfecta —su actitud hacía mí era extraña. Como si el hecho de que nos acostáramos había cambiado todas sus expectativas.

—Tu no estas tan mal, muchachon —di unas palmadas en su hombro y quise salir de ahí con aire triunfador.

—Espera un momento —me agarró del brazo —. Tu creés que esto no esta tan mal. Debería considerar llevarte al oculista para que veas el Dios griego que tienes al frente.

Vaya, se me había olvidado que Malcom tenía el ego muy alto.

Miré su atuendo. La camiseta que llevaba lo hacia ver de maravilla, se ajustaba de manera perfecta a él al igual que su pantalón y la chaqueta de cuero en color negro lo hacia lucir muy bien. Al instante que lo vieras pasar te quedarías paralizada, te preguntarías si ese chico es real o sólo es producto de tu imaginación. Todo de él gritaba Badboy.

—No estas tan mal —quise seguir molestándolo. Antes de que pudiera hablar lo interrumpí —. Nate nos esta esperando, se nos hace tardé, vamos.

Lo empuje para que pudiéramos irnos. Sin duda el tenía más fuerza que yo y no pude.

—Esperó que con esto cambies de opinión —antes de que yo pudiera reaccionar el había pegado sus labios con los míos.

Dios, ¿por que besa tan bien?.

Le correspondí de una manera torpe, pero a medida que sus labios se movían le pude seguir el ritmo a la perfección.

Al separarse de mí sonrió ladino, y me miró de una manera triunfadora. Nadie se puede resistir a Malcom Smith y a sus besos.

—Se nos hace tardé cariño —la forma en que lo dijo era una especie de burla hacia mí.

Él seguía con esa sonrisa ladina y yo no entendía por qué. Miré mi reflejo en el espejo y entendí el porque de su sonrisa.

Estaba sonrojada, sólo nos habíamos besados y ya estaba sonrojada.

Como una cobarde salí de allí con mi cabeza abajo. Malcom venía tras de mí y estaba segura que el disfrutaba de la situación incómoda.

Cómo un rayo salí afuera y me monte al auto sin esperarlo. ¿Tenía vergüenza de sonrojarme? Sin duda creó que me enfermaré pronto.

—Hey, hey. Más tranquila, no fue para tanto. Bueno...creó que si. Sin duda mis besos derriten a cualquiera —enserio. Tenía que seguir con su ego.

—Nate ya nos debe estar esperando, y tu aquí dejándome en claro cuán alto tienes tu ego —rodé los ojos.

Una risa burlesca salió de su boca.

—Sabes. Tu no eres capaz de aceptar la realidad —encendió el auto y empezó a conducir.

Sin saber como defenderme opté por quedarme callada derrotada.

Según Malcom Nate y su hermana (Leah) andaban por la ciudad, así que decidieron que era buena idea desayunar juntos. Pero si no se apuraba el desayuno se iba a convertir en almuerzo.

Para distraerme un poco encendí la radio.

No, no, no y no. Había cambiado de estación a estación y no había nada bueno que escuchar. Así que sólo me dedique a mirar por la ventana del auto.

Tiempo después llegamos al centro de la cuidad. Malcom había gritado varias veces a otros conductores sólo porqué no avanzaban. Pero como quería que avanzaran si había un embotellamiento.

—¡¡Mueve tu maldito auto, ya!! —con la cabeza afuera del auto le gritaba al conductor de enfrente.
Fastidiada con los gritos de Malcom por todo el camino, me sentí aliviada cuando dijo que estábamos a solo una cuadra.

Miré a Malcom otra vez como lo había hecho ya varias veces, su rostro me decía preocupación, a cada nada volteaba a ver su teléfono, y miraba por el retrovisor del auto. Intente averiguar que era lo que pasaba mirando a la misma vez que él, pero aun así no entendía nada.

Segundos después ya estábamos en el local donde quedamos de ver a los chicos. Espere que Malcom saliera de el auto pero no lo hacia, quería preguntarle si estaba bien pero decidí no hacerlo y bajar yo primero del auto.

Él me siguió hasta adentro y tomo asiento al mismo tiempo, me sentía sumamente rara con el comportamiento de él.

-Leah ya sabes que hacer -dijo Nate para desaparecer en silencio con Malcom.

-¿Qué fue todo eso? -le pregunte.

-No es nada, tienen sus propios asuntos que resolver así que nosotros aprovecharemos para escapar un rato de ellos -asentí con mi cabeza para quedarme en silencio. Necesitaba averiguar que era  lo que pasaba.


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