Importante leer: Este capítulo se supone que se publicó en Noviembre, así lo hice, el tiempo no me ha ayudado y hasta hoy me dí cuenta que no estaba publicado y salía borrador.
Cometí un error, perdonen. Espero les guste y después de el otro capítulo las cosas se pondrán buenas.Faltas ortográficas debido a no edición de la historia.
_______________________________________— ¡Hey, niña! Ven acá — odiaba la actitud de Miriam hacía mi. Desde el día uno que empezé a trabajar no sabía más que decirme niña. No se había tomado la molestia de por lo menos aprender mi nombre. Caminé hacia ella con rapidez, una de las cosas que le caía mal era hacerla esperar y sin duda yo no lo haría.
— Dime — ví sus ojos escanear todo mi aspecto. No entendía.
— Dejá esas toallas con Melissa. Ve al penthouse de el Señor Sebastián con Karah. Karah se encargara de planchar su ropa y tú de toda la limpieza general. Quiero ese penthouse reluciente. — Tomé las llaves y asentí. Sin pensarlo dos veces salí de allí. Busque a Melissa y luego a Karah. Tomamos el ascensor hasta el último piso.
— ¿Ya has venido antes aquí? — le pregunté a Karah. Quería matar el silencio que había entre las dos.
— Sí. Antes de que te dijeran a tí yo me encargaba de su limpieza. Miriam te mando a tí para reemplazar a mi compañera. Si haces lo que te pide sin duda te quedarás. Tal vez te dijo que sólo te pondría a prueba un día, no es cierto, estás a prueba todos los días, así tengas 1 año aquí — me quedé analizando las palabras de Karah. Apenas había pasado un mes de mi llegada y no había recibido regaño alguno por parte de Miriam. Siempre estaba vigilando a todas. Su ropa, zapatos y todo respecto a su look para estar presentables todo el tiempo...
—¿Te quedarás ahí como tonta pensativa? Ésto no se limpia sólo — Karah ya estaba adentro. No me dí cuenta que me quede de pie justo en la entrada.
— Disculpa — dije y entre. Me quedé impresionada al ver tan maravilloso lugar. Pero no hay que asustarnos ya que todas las habitaciones de este hotel, lujosas.
— No te disculpes y empieza a trabajar. Miriam puede venir y nos regañara al ver que no hemos hecho nada — abrió el armario y empezó a sacar cada uno de los trajes que se encontraban ahí.
Empecé por la habitación, luego me encargué del baño, el área de un mini bar y por último una pequeña sala. Sacudí absolutamente todo a pesar de que no había polvo. Karah había terminado de planchar la ropa y llevó la sucia a lavar.
— ¡Qué hermosa vista! — expresé al ver que de la habitación se podía admirar toda la ciudad. Cerré la ventana y me dirigí a limpiar la piscina. Sí, tenía una piscina afuera y tenía que ver si todo estaba limpio sin excrementos de pajaros, éso fué lo que me dijo Karah.
Salí afuera y el aire caliente del día hizo que en segundos empezará a sudar. Recorrí mi mirada por todo el lugar totalmente limpio. Di una última mirada y voltee para irme, quedé paralizada. Sebastián estaba entrando justo en la habitación y las puertas que daban a la piscina estaban abiertas dejando una vista perfecta hacía mi persona. Él levantó su vista y fue ahí que se dió cuenta de mi presencia. Asustada retrocedi por instinto y sentí el agua por todo mi cuerpo. Esto no podría ir más perfecto.
Con dificultad llegué a la superficie y me sostuve del filo de la piscina, debido al uniforme se me hacía difícil salir, su peso me jalaba hacía abajo. Antes de intentarlo por última vez sentí los brazos de Sebastián tomándome y ayudándome a salir. Él estaba metido en la piscina, no me di cuenta.
— Estás bien — preguntó mientras yo tocia sin control. Me di cuenta de que podía reconocerme e intenté zafarme de sus brazos.
— ¡Eh, tranquila! Si quieres que te suelte solo pídelo. Trataba de ayudarte — no hice caso y me safe de él.
— Déjame ayudarte — lo miré mal.
— Puedo sóla — dije con rudeza. Di gracias por que mi pelo se había soltado debido al agua, un fleco que hice hace tiempo colgaba tapando mis ojos haciendo que tuviera poca visibilidad.
— ¡Oh, Dios mío! — no, no, no y no. Enserio tenía que aparecer justo en este momento. Voltee para verla con la mirada agachada y preparada para recibir su ira. — ¿Qué has hecho niña? Señor lo siento mucho.
— Tranquila Miriam. Ella no tuvo la culpa. Se cayó por accidente y traté de ayudarla al verla que casi se ahogaba debido a esa cosa que trae puesta — dijo refiriéndose al uniforme. Miriam lo miró y asintió. Volvió a verme y su mirada cambió, supe que debía salir de ahí.
Comencé a caminar hacia dentro cuando Miriam me detuvo.
— Quedate ahí. Buscaré algo para que no mojes nada — Entró de nuevo directo al baño. Escuché como Sebastián se ponía detrás mío.
Puso una de sus manos sobre mi hombro y me aparté de él.
— No te haré daño. ¿Por que te asustas de mi? — fué cuando visualice a Miriam viniendo hacia nosotros.
— No es nada — respondí secamente.
— Secate y ponte esto — extendió una toalla y una bata. Hice lo que me pidió y siempre tuve la mirada abajo.
— ¿Listo? — asentí — Vamos —. La seguí afuera y mis nervios aumentaron al estar con ella en el ascensor.
— Yo...
— No digas nada. Debería despedirte pero no lo haré, solo por esta vez. Dale las gracias a Sebastián, si no fuera porque te justificó ya estarías fuera de aquí — me limité a decir gracias. Una vez fuera del ascensor Miriam pidió que me fuera a casa. La jornada de trabajo había terminado y no de buena manera.
Debido a que viajar del pueblo hasta acá tomaba mucho tiempo y era muy difícil encontrar transporte, tomé la decisión de rentar un pequeño apartamento no tan lejos del hotel, más o menos medía hora debido al tránsito.
Los días siguientes evité toparme con Sebastián, no se podía dar cuenta que estaba ahí.
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Regalada Al Mafioso
General FictionMalcom Smith es un magnate y a la misma vez es el mafioso más temido, nadie se mete con el, a menos de que quieras ganarte consecuencias muy caras. Emma Collins, una chica universitaria con una vida aparentemente genial. Para ella no es así, las dos...