dos; ¿ya no me amas?

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Los rayos del sol hicieron que abriera los ojos. Me pase la mano por uno y me fijé la hora: 9:59. Caminé hasta el baño para hacer mis necesidades y unos minutos después fui a la cocina.

Me encontré a Cristián cocinando unas tortitas de avena. Arriba tenían algunos arándanos, no me cansaba de repetir que tenía talento en la cocina.
Esperé en la mesa, sentada.

—Buenos días—dijo, sarcástico.

—Hola—dije seca.

Escuché un suspiro y después Cris se sentó frente a mí. El desayuno transcurrió en un incómodo silencio, donde daba a entender mi enfado.

—¡Perdón! ¿Si? Tuve cosas que hacer y no pude llegar a tiempo.

—Aceptó tus disculpas pero sigo teniendo el mismo sentimiento de decepción. ¿Tantas cosas son más importantes qué yo?—Pavón miró al piso.

—Amor, no sé que querés que haga.

—Que dejes de mentirme. Esto es una relación, bastante larga, y necesitó que entablemos confianza. ¿Dónde estuviste ayer?—tragué seco.

—Estuve en el bar con Jazmín—sentí un pinchazo en el pecho. Solté los cubiertos bruscamente y me levanté, agarrando mi cabeza. Las lágrimas amenazaban en salir.

—¿Otra vez? ¡¿Tantas cosas mal hice en mi vida como para qué me humilles así?!—Cristián se paró y me abrazo. — ¿Ya no me amas? ¿Es eso?—nos separamos y él me miró.

—Te amo igual que siempre, pero esto es muy difícil Coti. Ponete un poco en mi lugar.

—Yo, en tu lugar, no dejaría ir a la única persona que te ama muchísimo y se preocupa por vos. Créeme que a mí no me vas a encontrar en ninguna putita. Y me estás dejando ir, y yo no se volver—me di media vuelta y me fui hasta el baño.

Cerré la puerta con seguro y me permití llorar. Frente al espejo me di cuenta lo humillada que me veo. Todos, hasta la persona que amo, se cagaban en mí.
Y por más de que no se volver, tampoco se irme y me odio por ello. Por dejar que me pisoteen, por permitir que me lastimen.

—Gorda, vamos a ver unas películas mientras comemos pochoclos como en los viejos tiempos, ¿si?—me limpié las lágrimas y salí de la habitación.

Me puse un jean y una remera con una estampa. Agarré mis llaves y mi celular y fui hasta la sala de estar. Cristián me sonrió y me indicó que me sentará a su lado con la mano.

—No hace falta, me voy. Si querés llama a Jazmín, no vuelvo hasta la noche—cerré la puerta fuertemente.

Fui hasta el bar más cercano. Me pedí un whisky y lo tome rápidamente. A mi lado se sentó Esperanza, una gran amiga. Hablamos toda la tarde, le conté lo que pasó hoy ya que ella estaba al tanto de todo, y me aconsejó. Me hizo sentir bien, pero en el fondo estaba esa tristeza.

Mi celular vibró, así que lo saqué. Dos mensajes de "Amor".

Coti, te esperó para cenar.
Te amo.

Lo dejé en visto y bloqueé el celular.
Nunca fui a cenar, ya que comí junto a Espe. Y también tome, mucho. Por lo cuál, cuando subí los escalones de entrada casi me caigo. Abrí la puerta y la cerré detrás de mí.

Caminé hasta la cocina y vi el plato de comida que era para mí. Ahora sabes que se siente, Kichan.

Fui hasta la habitación y me saqué el jean junto a la remera, poniéndome la misma remera larga de ayer y me acosté junto a Cristián, que dormía plácidamente, o eso creo.

—No viniste—la voz de Cris cortó con el silencio.

—Ayer vos tampoco—dije tratando de que no se diera cuenta de mi estado.

Cerré los ojos e intenté dormir. Cuando más o menos lo estaba logrando, Cristián hablo.

—Te amo tanto que tengo miedo de lastimarte.

—Ya lo hiciste hace mucho tiempo—dije media dormida.

Los brazos de Cris se posaron en mi cintura y me acercó a él. Hace mucho no dormiamos así, pero no le iba a dar el gusto tan fácil.

Me separé de él y agarré mi almohada junto a una manta.

—¿A dónde vas?—me miró.

—Al sillón—caminé hasta el sillón y cuando ya estaba ahí, me dormí.

masoquista » kichan pavón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora