Suspiré y me tiré a la cama. La Navidad había llegado, al igual que el verano a Cuba, aunque su clima principalmente es cálido.
Hace ya cuatro meses vivo acá. Trabajo de mesera y ya estoy en mi fecha de parto.
Me toqué mi gorda panza y miré al techo. Solía hacer esto todos los días porque es algo que me ayudaba a olvidar todos mis problemas, y principalmente uno.
Las notícias hablaron por semanas enteras de como dejé "plantado" a Pavón, pero no sabían la verdadera historia.
Cambié mi número de celular y creé una nueva cuenta en Instagram, totalmente privada. En pocas: había comenzado mi vida de nuevo.
—¡Constanza! ¡Ya esta la comida! —gritó mamá.
Ellos habían venido tal como lo prometieron, pero me llevé una sorpresa cuando mamá vino con su nueva pareja. Se llama Mariano y me caía bien, a ser sincera. Pero quiere ocupar el lugar de papá y nunca lo va a poder hacer.
Salí de mi habitación y caminé hasta el living. El departamento donde estaba viviendo era pequeño, pero me gustaba.
Contaba con tres habitaciones y un balcón que daba a una hermosa plaza.
Me senté en mi correspondiente silla y empezamos a comer.
—Esta genial esto ma —dije saboreando la carne. Ella me miró y suspiró.
Sabía que iba a pasar: Cristián.
—¿No? —soltó. El ambiente se volvió incómodo y todos los presentes lo notamos.
Sebas me miró y Mariano miró a mamá. Yo tuve mucha confianza con él y le conté todo antes de que mi vieja lo haga.
—¡No, mamá! Me cansé de repetirte que él y yo no nos vamos a volver a hablar. Basta de sacar el tema, solo logras ir abriendo cada punto de esta herida —mis ojos se pusieron llorosos—. Y aunque no lo admita, me duele muchísimo, por lo tanto haganme el favor de no hablar de él.
De repente, el apetito se me perdió. Deje los cubiertos en el plato y con un "provecho" me levanté y caminé hasta mi habitación.
Cuando estaba ahí, me largué a llorar, como solía hacerlo diariamente. Puse mi cara pegada a la almohada y corrí los rojos mechones de pelo de mi cara.
Tocaron la puerta suavemente y grité que no quería hablar con nadie, pero a sea quien sea no le importó porque entró.
Me di vuelta, enojada y vi a Sebas mirándome. Se sentó en el borde de mi cama y yo, rendida, lo abracé.
—Tengo que decirte algo —lo miré. Tenía miedo de lo que me podía llegar a decir—. Este tiempo estuve hablando con Pavón. Me cae mal y le tengo tremendo odio, pero no podían dejar las cosas —me alejé de él, enojada. ¿Cómo había podido hacer eso? Iba a hablar hasta que me interrumpió—. Sé que no es mi problema, pero te debe explicaciones y ya que él no te las puede dar, te las doy yo.
—Espero que tengas una buena excusa para esto, Sebastián.
—La cadenita era para vos —largué una carcajada sarcástica—. Lo sé, yo también me reí de la tonta excusa que había puesto, pero él me envió una foto de unas pequeñas iniciales que tenía el dije más grande —buscó algo en su celular y cuando lo encontró, me lo mostró.
Agarré el celular entre mis manos y casi se me cae al darme cuenta que tenía razón. El dije decía "C&C". Constanza y Cristián.
No pude evitar derramar unas lágrimas más y negué con la cabeza. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? Tantos días observandola y nunca lo vi.
—Y tengo algo más.
—Soltalo —dije.
—Sabe que es tu fecha de parto. Él esta en Cuba hace una semana ya, esperando el momento donde rompas fuente para ir al hospital. No quiere acercarse porque sabía que iba a pasar, ibas a reaccionar mal. Igual, todo lo que te conté, te lo tenía que contar él, pero te conozco.
Sonreí levemente y lo abracé fuertemente.
Me levanté de la cama y agarré mi celular para marcar el número de Cristián, que me sabía de memoria, pero un líquido entre mis piernas no me dejó.
—¡Mamá! ¡Necesitamos ir al hospital! —grité asustada.
Mamá vino corriendo junto a Sebas y Mariano y me sonrió.
—Hoy, va a ser el mejor día de tu vida. Al igual que el mío, cuando naciste vos —me susurró al oído.
Sebas se adelantó y llamó un taxi. Y después volvió a llamar.
—Si, rompió bolsa... si, nos vemos ahí —y cortó.
Me miró y lo supé. Le sonreí levemente y articule un leve "gracias" con los labios mientras mamá me ayudaba a calmarme y Mariano agarraba el bolso que ya tenía armado.
Lo iba a ver luego de tanto tiempo.
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masoquista » kichan pavón.
Conto❝no puedo despegarme de vos aunque me rompas en mil pedazos, cristian❞. lenguaje argentino.