nueve; ecografía.

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Los días transcurrieron lentamente. Las noticias anunciaban del nuevo hijo de Cristian, mientras que todos se habían olvidado del mío.

Literalmente para Pavón no existía y es algo que me torturaba. Apenas me llamaba para preguntar si todo iba bien y ni siquiera me acompañaba a las ecografías.

Mamá y Sebas evadian el asunto, pero mi hermano siempre repetía que quería "romperle la cabeza", claramente yo le decía que no valía la pena y el tema quedaba ahí.

Caminé hasta la parada del colectivo y me puse abajo del techito porque llovía. Me senté en el banquito y empecé a usar mi celular.

—¡Constanza, hola! —subí la mirada del celular y me encontré con Jazmín. Rodee los ojos y volví la mirada al celular—. ¿Me vas a ignorar? —asentí lentamente y el tema quedo ahí.

Los minutos transcurrían lentamente y el colectivo no pasaba más. Jazmín se sentó a mi lado y sentía su mirada sobre mí.

—¡Perdón! Te juro que esto no estaba planeado y no quería lastimarte —la miré y sonreí.

—Me lastimaste la primera vez que estuviste con Cristián.

—También fue culpa de él por buscarme.

—Obvio, nunca dije que fuera solo tu culpa. Y también fue mía porque lo perdone, así que ya fue. Todos nos equivocamos, pero a algunos les fue mejor que a otros después —un colectivo se acercaba, miré y era el mío. Me paré y miré a Jazmín una última vez—. Felicidades.

Y dicho eso, subí a mi colectivo.

• • •

Una pequeña forma parecida a la de una palta se veía en la pantalla. Se movía y no podía evitar una sonrisa.

La puerta se abrió, dejando ver a la secretaria.

—Señorita, hay un chico en la sala que quiere entrar. Se llama Cristián —sonreí inevitablemente.

—Déjalo pasar —miré a mamá, ella negó con la cabeza para después salir de la habitación y Cristián entró.

Me saludó con un beso en la mejilla y el doctor salió un minuto a buscar no sé qué.

—¿Qué haces acá? —lo miré.

—Vengo a ver a mi hija —rodé los ojos.

—Tenés otra hija también, o hijo —solté.

—¿Y? Yo quería ver a Melissa. Aparte Constanza, vine en son de paz. No quiero peleas.

—No, tranquilo, voy a hacer como si no existieras, al fin y al cabo para mí no lo haces.

El doctor entró y nos quedamos callados. La pequeña Mel se movía de un lado a otro y lágrimas se formaban en mis ojos. Cuando me dijo que todo iba en orden y que ya habíamos terminado, procedí a sacarme el gel con un papel que me dio el obstetra.

Le agradecí a Walter, el doctor, y salí de la sala. Cristián caminaba atrás mío.

—Coti, ¿podes dejar de ignorarme? Me lastimas —me di vuelta, incrédula, y me mordí el labio.

—¿Podes dejar de ser tan cara dura?

—¿Y vos podes dejar de ser tan resentida?

Lo ignoré, caminé hasta mamá y me tragué el nudo en la garganta.

—¿Cuándo es la próxima ecografía?

—No te importa.

—Si, si me importa. Soy el papá y tengo derecho a verla.

—Capaz te importe más cuando me vaya del país, como tengo pensado hacerlo.

Cuando llegué a donde estaba mi mamá, nos fuimos, dejando a Cristián parado en medio del lugar.

masoquista » kichan pavón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora