Bryce Withingale - Las 3:30

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Me desperté al sentir varios golpes consecutivos en mi ventana, pero que no eché en cuenta y me giré en mi cara echando las sábanas lo más lejos posible.

—Será el viento —murmuré, girando hacia el otro lado

Era una noche de verano, en la cual el cielo estaba completamente despejado y la luna brillaba con fuerza. Dejé mi persiana veneciana entreabierta, por lo que los potentes rayos de la luna bañaban mi habitación dirección a la posición de mis piernas. Volví a cerrar los ojos, pero tuve la tentación de saber que hora era y eché un vistazo en el móvil: 3:21 de la mañana. Una vez dejé el móvil, sentí nuevamente aquellos leves golpes y me giré dirección a la ventana, donde vi una sombra. Diana, no te asustes. No puede ser un violador ni mucho menos. Ahora que lo pienso, mi casa es de una planta baja. Listo, me estaban espiando.

Me escurrí de la cama y cogí una raqueta de tenis que por extrañas circunstancias estaba en mi cuarto, y me acerqué la ventana. Abrí el resquicio de la persiana y vi una cabellera blanca más que reconocible. Bryce. Levanté la persiana y este se dio un susto, y luego abrí la ventana y dejé la raqueta en el alféizar.

—¿Qué haces aquí? ¿Y a estas horas? —pregunté, mientras él me miraba y sonreía.

—No puedo dormir. Y quiero que vengas conmigo a un sitio —dijo, mirando la raqueta— ¿Ibas a pegarme?

—Eh, Bryce, normalmente no escucho golpecitos en la ventana a las 3:30 de la noche. Pensaba que eras un ladrón.

—¿Un ladrón? —preguntó, alzando una ceja—. Venga, vamos Mieztel. ¿O debería decir Diana?

—Sabes que odiaba mi nombre cuando estábamos en la Academia Alius. Déjame ya tranquila.

—Por cierto, pareces un ángel cuando duermes.

Le di un raquetazo en la cabeza y éste soltó un gemido, mientras le miraba enfadada.

—Me escaparé contigo si realmente merece la pena —dije, dejando la raqueta sobre la cama.

—Lo merece —respondió, peinándose.

—Pues espera que me quito el pijama y salgo.

—¿No puedo verte? —cuestionó de manera pervertida.

Le puse una mano en la cara y le empujé hacia atrás, cerrando la ventana y agachando la persiana. Cogí algo básico y mis deportes, y abrí nuevamente y salí por la ventana. Bryce me estaba esperando y miró al cielo.

—Estabas... quiero decir, vamos, es por aquí —me dijo, mientras me agarraba de una mano tirando de mí.

Aprecié un leve temblor en la mano de Bryce al cogerme, y también sentí que un frío me recorría todo el brazo, pero se concentraba donde estaba su mano. Seguí a Bryce por las calles hasta llegar a un especie de súper de 24 horas.

—En serio —ambos nos quedamos mirándonos y él se encogió de hombros, mordiéndose el labio inferior.

—Tengo que comprar algo. Quédate aquí, tardo poco.

Bryce entró en el súper y yo me quedé al lado de una papelera. Qué bien. Las calles estaban completamente desoladas y se oía a lo lejos un perro ladrando. Me centré en el cielo para no asustarme mucho (eran casi las 4 de la mañana y me había fugado de casa con un albino), tratando de encontrar alguna estrella en aquel recóndito cielo. Entonces, las compuertas automáticas se abrieron y salió Bryce sonriendo.

—¿Qué has comprado? —cuestioné, mientras guardaba algo en su bolsillo.

—No es asunto tuyo —volvió a agarrarme la mano y tiró nuevamente de mí.

No cruzábamos ninguna palabra mientras íbamos a dondequiera que fuésemos, pero acabamos finalmente en una especie de plaza rodeada de bancos y donde las luciérnagas brindaban algo de luz a aquel extraño sitio.

—¿Qué es esto, Bryce? —pregunté, una vez me dejó libre de su agarre.

—Mi sitio preferido —contestó, sentándose en un banco. Dio varios golpecitos a su lado y me senté junto a él—. A veces me escapaba con Claude y venía aquí. A jugar al fútbol.

—Ah. Es muy bonito, nunca había estado aquí antes.

—Sí. Ahora vengo aquí a pensar.

—¿Ah, qué tu piensas? —comenté con algo de ironía.

Bryce me miró con desprecio y yo le abracé de broma, para que me perdonase. Pero me gustó abrazarle y me quedé así, ya que no se quejó.

—A pensar... en ti —dijo, mientras empezaba a acariciar mi pelo.

No dije absolutamente nada. Su confesión me pilló por sorpresa, pero yo no dejé de abrazarle.

—Estabas preciosa cuando dormías, Diana —murmuró.

Esta vez si dejé de abrazarle y le miré directamente a los ojos, sin creerme lo que decía. ¿Sería un sueño o algo? ¿Cómo iba a estar Bryce diciéndome esas cosas?

—Pienso en... como me has cambiado. Me pongo nervioso cuando te veo, pero trato de ocultarlo. Me dan escalofríos al tocarte, y siento algo raro en mi estómago cada vez que me miras con tus ojos, Diana —decía, posando su mano en mi cara.

Volví a sentir aquella mano fría en mi mejilla, y él comenzó a acariciarla.

—No te he despertado a estas horas en vano, Diana —dijo, mirándome fijamente— Porque cada noche, a las 3:30, venías y dormías conmigo por la pesadilla que me perseguía desde pequeño. Desde que perdí a mis padres. Venías y me consolabas. Y dormíamos juntos. Y siempre me dabas esto.

Bryce se sacó de su bolsillo uno de mis caramelos preferidos desde pequeña. Era cierto todo lo que Bryce decía. Dormía en la habitación contigua a mí, y lo escuchaba sollozar. Cogía uno de mis caramelos, se lo llevaba y dormía con él, mientras le repetía las mismas palabras: "tranquilo, no es más que un sueño. Estoy contigo". Tras los sucesos de la Academia Alius, mis tíos quisieron hacerse cargo de mí, y me mudé con ellos.

—Quiero... quiero que sepas, Diana, que estoy enamorado de ti. Por todo lo que has hecho. Por soportar mis enfados, mis llantos, en fin... por todo.

—Bryce...

—Venga, sí, dime que solo me ves como un amigo y ya está... —dijo, agachando la cabeza.

—Cállate, idiota —repliqué, acercándome a su boca para besarle.

No me pude resistir a la tentación de besarle porque Bryce me atraía un poco. Yo también me ponía nerviosa al perderme en sus ojos, al tocarle y al escucharle. Eran casi las 4:00 de la mañana y estaba con Bryce en un lugar desconocido para mí, pero estaba besándole y eso era lo único que importaba en ese momento. Me daba igual todo, excepto Bryce.

¡Hola! Hoy cumplo años (yo, Zeta) y como regalo (para lxs que leen estas shots), una historia de Bryce/Gazelle, no sé, como os guste llamarle a este divo de cabello blanco.

No sé que más decir, esta shot la escribí también el verano pasado, es una de esas obras "secretas". No sé si le es fiel a la historia, pero bueno, lo manejé como pude.

Os deseo un bonito día y que vaya de maravilla. ¡Nos leemos!

—Zeta (un año más vieja)

One-Shots Inazuma Eleven e Inazuma Eleven GODonde viven las historias. Descúbrelo ahora