Traerte de vuelta

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El sol le dio de pleno en los ojos mientras miraba hacia el paisaje que tenía frente de él.

Estaba sentado en una de las sillas de la terraza y se fumó varios cigarrillos. No fumaba desde hace muchísimo tiempo, inclusive lo había dejado antes de conocer a Anne, pero hoy ameritaba ese viejo vicio para poder deshacer esa ira contenida.

Con solo mirar el sol supuso que serían las 7 de la mañana. No había dormido en toda la noche pensando en aquella página.

Terminó su cigarrillo, lo apagó en el cenicero y se emprendió a la ducha. Se quitó por el camino su camisa, sus pantalones e interiores. No espero a que el agua estuviese tibia y se duchó con el agua más fría que esas tuberías tenían para él.

Salió rápidamente y se miró en el espejo. Aunque solo pasaron dos días, para su rostro pasó una eternidad. Se afeitó y arregló el cabello lo mejor que pudo. Se adentró a su habitación destrozada y eligió un traje negro elegante, se lo colocó con monotonía.

Se echó una mirada al espejo completo y no opinó al respecto. Tomó las llaves del auto y de la casa que estaban en la cocina, se dirigió hasta su auto negro, lo encendió y fue directamente a la clínica.

Aparcó en un lugar cercano a un ascensor y marcó el piso 4. Cuando se abrieron las puertas de este, no podía creer lo atestado de personas que estaba la funeraria.

No vio tantos rostros conocidos como él hubiese querido. Solo algunos compañeros de trabajo de Anne, amigos que habían dejado de comunicarse con ella después del secuestro y muchos familiares que tuvo la dicha de conocer.

-Hola Chris, mi sentido pésame. Debe ser difícil para ti este momento. –Dijo una de las tías de Anne. Él solo pudo hacer una pequeña reverencia con su cabeza y no expresó palabra alguna.

-¡Chris! Mi sentido pésame, lo lamento tanto. –Mencionó una clase de amiga antigua de Anne mientras lo tomaba con una extraña fuerza por el brazo. –Si necesitas algún consuelo, estaré aquí. –Sin tacto alguno, él se desprendió de su agarre y no la observó más. –¡Uh! Bastardo. –Escuchó silenciosamente lo que terminó de decir aquella mujer.

-¿Señor Barlow? –Escuchó Chris a su espalda. No necesitaba más pésames banales.

-¿Qué? –Se volteó con furia y se calmó por ver de quién se trataba. -¿Christian? ¿Qué haces aquí?

-Yo... -Christian se aclaró la garganta. –Quiero agradecerle por todo, y quiero apoyarlo en este momento.

-¿Saben que no estás en la oficina?

-En realidad no.

Chris sonrió por un momento.

-Eres todo un caso, Musset. –Chris inhaló y exhaló por un momento. Miró al otro Chris quien solo estaba mirando alrededor, puso una mano en su hombro para llamar su atención. –Gracias por hacer esto, pero regresa al trabajo.

-¡No! –Christian alarmó a algunos que estaban cerca de ellos y comenzaron a ver qué sucedía como los buitres que eran. –Estoy aquí para darle mi apoyo. Usted hizo lo mismo hace días.

-No es lo mismo.

-¡Sí que lo es! Usted necesita un amigo ahora y hoy lo seré... –Chris comenzó a negar con las manos y le tapó la boca a Christian.

-Ok, ok, haz lo que quieras, solo... Cállate, ¿quieres? Estás armando un escándalo. –Chris dejó solo a Christian en parte del vestíbulo y comenzó a ir hacia la sala en donde estaba Anne.

Respiró lentamente cuando vio el nombre de ella en la placa de la sala 5. Entró con lentitud y vio a los más cercanos de Anne.

Observó que había 5 personas en total. Sus ambos padres, una tía cercana, un primo y Peter.

Let Me OutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora