Capítulo XII

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Cuando llegó a su casa, Sergio se dirigió hacia la cocina y tras tomar una silla, se sentó y sacó el dibujo que había guardado en su portafolios junto a aquel oso de felpa grisáceo que había extraído de la bolsa de regalos. 

—Sería una pena no darle uno al chico que me gusta —dijo él observando el dibujo de manera alegre, tomando un imán de la nevera para colocarlo, yéndose después hasta su habitación con el oso de felpa.

Sergio puso aquel juguete en su mesa de noche, se cambió de ropa y se puso una pijama, la cual era un sólo conjunto de color azul con estrellas blancas estampadas más su gorro para dormir, cubriéndose con las sábanas en la comodidad de su habitación. Suspiró un poco antes de dormir, esbozando una alegre sonrisa.

A la mañana siguiente, era viernes y muy contento se levantó luego de la maravillosa charla que había tenido con el oso pardo la noche anterior. Estiró su brazo cuando escuchó la alarma de su celular para apagarla y justo entre las vibraciones del aparato, le llegaban las notificaciones de Tomás.

—Buenos días, hermoso oso gris ♥♥♥

—Buenos días, Tommy.

—¿Cómo amaneciste hoy? Espero que muy bien.

—Siempre que veo tus mensajes amanezco de maravilla y siento que mi día empieza de la mejor manera, jaja.

—Awww... eres tan dulce, Sergio. Eres más dulce que los osos de goma que comía cuando salía de la escuela en mis tiempos de la secundaria.

—Que tierno eres, Tommy. Eres demasiado tierno y dulce.

—No más que tú, oso guapo. Hoy es viernes y te tengo una sorpresa.

—¿Una sorpresa? ¿Para mí? 

—Jajaja, obvio osito bobito. ¿Para quién más va a ser? 

—No creo ser merecedor de una, aunque me sorprendiste ayer con el dibujo.

—Cuando vengas a visitarme nuevamente, te darás cuenta de qué es.

—Está bien, esta noche veré qué sorpresa me tienes.

—Voy a desayunar, mi lindo oso. Ten un excelente día.

—También haré lo mismo, hermoso. Ten un buen día también.

Al terminar de chatear, Sergio sentía curiosidad por saber cuál era la sorpresa que le tendría aquel paciente que él había cuidado desde que llegó al hospital y recordando que tenía el oso de felpa en su mesa de noche, se le ocurrió una brillante idea.

—Si tú tienes una sorpresa para mí, yo te tendré otra también lista —dijo el galeno quien luego de desayunar y alistarse, bajó hacia la sala en la búsqueda de retazos de tela blanca, una aguja e hilo para luego guardar todo junto al oso de felpa en una bolsa roja de rayas blancas y dirigiéndose pronto hacia una sastrería. Esta vez no salió en su auto como usualmente lo hacía, así que tomando su bicicleta se dirigió hacia aquel lugar. Estando allí, tocó la puerta de color vinotinto y estilo antiguo a la espera de ser atendido.

—¿Sí ? Oh, doctor Sergio. Es usted —dijo un conejo blanco cuartogenario al observarlo de pies a cabeza, que utilizaba un delantal de color azul y tenía unas tijeras en sus manos— ¿Cuál es el motivo de su visita? Por favor pase.

—Muchas gracias, Enrique. Necesito que por favor me ayude con algo, si acaso usted puede —dijo el galeno.

—¿Qué sería doctor? —preguntó el conejo mientras organizaba algunos pedidos que tenía pendientes.

Doctor Oso [Furry/Bara] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora