Capítulo XXXVIII

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Luego de casi una semana de mucha incertidumbre para Sergio y la familia de Tomás tras las constantes visitas a la Unidad de Cuidados Intensivos, el galeno recibió una gran noticia durante la mañana tras enterarse de que Tomás ya no necesitaba del respirador artificial pero de que todavía se encontraba delicado de salud.

—¡Esa es una maravillosa noticia, Mario! —exclamó con alegría el grisáceo.

—Puedo ver que escuchar el presente informe te pone muy contento —dijo Mario sonriente.

—Por supuesto, eso quiere decir que Tomás muestra avances para recuperarse y de que está luchando por su vida.

—Eso es verdad, ahora debemos esperar a que siga evolucionando positivamente para que aquellos esfuerzos que él ha hecho se vean cimentados en su recuperación.

—¿Puedo entrar a verlo un momento? —le preguntó el grisáceo a su colega.

—Mmm... no estoy autorizado para permitir el ingreso de los pacientes a la Unidad de Cuidados Intensivos y lo mejor sería esperar el horario de visita.

—De acuerdo, esperaré.

Cuando la hora de visita llegó, Sergio entró al centro asistencial para dirigirse directamente hacia la Unidad de Cuidados Intensivos y al ingresar pudo observar a Tomás sin el respirador artificial como antes lo veía, cubierto por una sábana de color azul en la camilla para protegerlo contra el frío del aire acondicionado, sedado y acostado con sus ojos completamente cerrados.

  —Hola, amor... nuevamente he venido a visitarte y he notado que ya no tienes el respirador. Ojalá puedas recuperarte pronto. Extraño tus besos, tus caricias, tu lindo aroma... Extraño todo de ti...  

Sergio suspiró un poco y oró pidiendo al cielo por la pronta recuperación del oso pardo. Estando en posición de oración, el galeno se llenó de mucha fe y motivación para que Tomás se recuperara. Día tras día cada vez que podía no dejaba de visitar a Tomás y aunque muchas veces se desesperaba un poco, siempre encontraba una respuesta positiva por parte de los médicos que lo atendían.

—Hoy hemos encontrado que Tomás ha avanzado mucho en cuanto a su recuperación —dijo Mario mediante su informe— Necesitamos que pronto vaya recobrando su energía y la vitalidad que lo caracteriza. Se nota que quiere vivir.

—¡Por supuesto que quiere vivir, Mario! Esta noticia me alegra mucho —dijo el grisáceo abrazando a su colega— Muchas gracias por cuidar muy bien de él.

—De nada, pero danos las gracias cuando todo el proceso esté completado. Así como van las cosas, pronto Tomás podrá reponerse.

Luego de tres semanas de estar hospitalizado, Sergio entró como de costumbre a la Unidad de Cuidados intensivos, vistiendo una camisa blanca y un jean con zapatos deportivos al ser fin de semana, con su esperanza intacta como siempre.

—Hola, mi amor. He venido a visitarte luego de recibir buenas nuevas tuyas, espero que te encuentres luchando como siempre por tu salud y que pronto puedas recuperarte para poderte ver feliz, sano y radiante de alegría —dijo el galeno acariciando la frente del oso pardo para luego pasar su mano por sus mejillas y besarlo. 

Sergio puso su cabeza en el regazo de Tomás cerrando sus ojos. Sin embargo y en ese preciso instante, Tomás abrió un poco los ojos y con la fuerza que pudo tener en aquel momento, levantó su mano un poco para intentar acariciar los cabellos el galeno. Tomás aunque no pudo en el primer intento, lo consiguió en el segundo y Sergio para su sorpresa sonrió al sentir aquella caricia.

—Extrañaba que me acariciaras, Tomás... —dijo Sergio conmovido para luego tomar su mano y acariciarla, dándole un beso mientras lo miraba.

—Ex...tra...ña...ba... ver...te... mi... a...mor... ¡Uhhh...! —decía Tomás aún con su sonrisa intacta e intentando respirar, aunque quejándose un poco por el dolor.

—No hables ahora, amor. Estoy feliz porque has mostrado perseverancia ante la adversidad y te has mejorado, pero no quiero que te esfuerces mucho para que puedas recuperarte mejor.

Tomás asintió con su cabeza e intentó apretar la mano del galeno en señal de que todo mejoraría. Sergio tomó su mano y la puso en su corazón para darle a Tomás la confianza y la seguridad de que todo estaba bien. Al salir de la habitación, dio la buena nueva de la recuperación a los médicos que velaban por la salud del oso pardo, siendo una alegría compartida e irradiante. 

—¿Hola?

Hola, señor Tobías.

—¿Qué más Sergio? ¿Qué tal estás? 

—¡Ando muy bien! ¡Ando feliz! ¡Tomás pudo abrir los ojos!

—¿Cómo? —dijo sorprendido el padre— ¡Querida, ven rápido que nuestro hijo se está recuperando!  —escuchaba Sergio durante la llamada.

La alegría había llegado hasta la casa de los padre de Tomas quieres se encontraban jubilosos tras la noticia que les había dado el grisáceo. Todos estaban felices y contentos por la recuperación de Tomás al saber que ya lo peor había pasado. 

—¿Cómo te sientes hoy, Tom? —preguntó Sergio cuando lo visitó al día siguiente.

—Bas...tan...te... me...jor... —dijo el oso pardo con una sonrisa.

—Me alegra saber que conforme pasan los días vas mejorando, Tom —dijo Sergio acariciando sus cabellos y besando sus mejillas.

Tomás alzó su mirada y amplió más su sonrisa al saber que Sergio estaba cuidando de él. Sin embargo, de la emoción que sentía en aquel momento no pudo evitar dejar salir una lágrima tras ver como él y su familia lo estaban apoyando.

—Mi amor, no llores... —dijo Sergio secando su lágrima.

—Gra...ci...as...por...es...tar...con...mi...go...mi...a...mor... —dijo Tomás abriendo y cerrando sus ojos.

—Y siempre lo estaré, amor. Siempre estaré con el chico que amo porque a pesar de todo lo que hemos vivido y pasado, he aprendido que para demostrar cuanto te importa la persona que amas tú debes estar con ella en las buenas y en las malas —le comentaba el galeno a su pareja.

Tomás asentía con su cabeza y esta vez tomaba la mano derecha de Sergio quien sonreía al sentir ambas manos entrelazadas. Muy pronto y gracias a toda la fe que todos habían puesto para la salud del oso pardo se vio reflejada cuando se encontraba ya fuera de peligro, debido a los constantes avances que presentó ante los cuidados y los tratamientos que en el hospital le brindaban, fortaleciendo su salud cada vez más y más con el paso de los días para la alegría de Sergio, su familia y sus amigos cercanos. Al notar tales respuestas positivas, fue trasladado a una habitación del centro hospitalario para su completa recuperación.

—No sabes lo feliz que me hace el saber que te has recuperado, amor.

—A mí más —dijo el oso pardo al sentirse completamente mejor— realmente me siento muy feliz de estar recuperado. Muchas gracias por acompañarme en este momento tan difícil de mi vida, Sergio. Eres uno en un millón.

—Eres mi fosforito, jaja. Debo estar contigo en las buenas y en las malas —sonreía el galeno mientras miraba al oso pardo.

—Deja de decirme fosforito, carajo —dijo Tomás con su mirada seria.

—Y extrañaba cuando te pones de mal genio también —dijo el galeno metiendo su cabeza entre los brazos de Tomás.

El oso pardo estaba sonrojado por lo que Sergio le había dicho y se sonrojó aún más cuando el grisáceo le mostró que había comprado las cosas que más le gustaban: un jabón de miel que estaba colocado en la mesa cercana a la camilla, un ramo de lirios de aroma agradable puestos en un florero con agua cerca de la ventana y alfajores de chocolate, sus favoritos y los cuales no había comido hace meses.

—Awww... me trajiste regalitos, mi oso. Realmente eres alguien adorable, no sé como lograste darle un cambio por completo a mi vida.

—Así como eres tú de hermoso, es muy difícil no ser tierno contigo. Soy muy feliz a tu lado y de ahí es que me comporte de esta manera contigo.

Tomás alegremente abrió la caja con alfajores y comenzó a comerlos uno a uno, dándole un enorme abrazo a su pareja y apegándolo hacia él por la felicidad que tenía. Sergio igualmente correspondió al abrazo del oso pardo y ambos pudieron darse cuenta de que a partir de allí las cosas irían mejorando cada vez más.

Doctor Oso [Furry/Bara] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora