Capítulo XXVII

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Al final llegó el día esperado por la feliz pareja de osos. El domingo a las 6:30 a.m. Sergio se había puesto a preparar todo. Un par de días antes, había llamado a cada uno de los invitados que él tenía pensado que asistieran a las 9:30 a.m. como les comentó y todos les confirmaron que estarían en la fiesta. El pastel de miel y manzanas estaba listo un día anterior, emanaba un delicioso aroma al que sería imposible resistir la tentación de comerlo. Los alfajores de chocolate estaban casi a punto de salir y todas las demás cosas que habían anotado en la lista estaban en una mesa, colocadas en platos de cristal con sus respectivas tapas. Sin embargo, él notó que tocaron el timbre de su puerta.

—Hola... ¿Tom? ¿Qué haces aquí? —le preguntó el galeno al verlo en su atuendo para piscina, conformado por una camiseta sin mangas de color roja y una pantaloneta de lycra negra— Se suponía que te vería dentro de tres horas más.

—Hola, Sergio. Bueno... vine temprano porque estaba emocionado en verte y ya no podía esperar más. Además, es una buena oportunidad para ayudarte con las cosas que aún no tengas listas.

—Awww... eso es tierno. Estaba pensando que habías venido mucho antes porque sabías que haría alfajores —dijo el galeno para luego preguntar a tono de broma— Dime la verdad, ¿Viniste por mí o por los alfajores?

—Por ti, tontuelo. Aunque mmmm... ya noté que los hiciste, estaré agradecido de por vida y te amaré más de lo que ya te amo, bebé —decía Tomás luego de olfatear el rico aroma de los alfajores, con su rostro sonrojado y con la expectativa de saber que pronto saldrían.

—Lo prometido es deuda y ya casi están a punto de salir. Se cuanto te encantan y me gustó hacerlos.

—¿Puedo probar uno... o dos... o quizás tres? —preguntó el oso pardo apenado.

—Sabía que dirías eso, jaja. Puedes tomar los que gustes siempre y cuando dejes para los invitados, aunque es temprano aún para que pienses en comer dulces —le respondió Sergio sacando los alfajores del horno.

—Tienes razón, los comeré después. ¿Necesitas que te ayude en algo, mi oso? —preguntaba Tomás esta vez con una amplia sonrisa al verlos.

—Hmmm... sí, amor. Necesito ayuda para sacar la parrilla al patio, sacar el carbón y la manguera que se colocará en la piscina inflable. ¿Recuerdas que te dije que alqularía una?

—Sí, lo recuerdo.

—No lo hice. Aproveché un descuento del 70% en artículos para recreación y compré un par de piscinas inflables, unas pelotas y gafas de sol. 

—Eso es ser ahorrador, jaja.

—Me gusta ahorrar. Además, compré bastante comida y bebidas para la ocasión de hoy así que la fiesta será estupenda.

Tomás ayudó a Sergio con todos los preparativos para la fiesta y a lo largo de un par de horas ya todo estaba listo. Habían sacado una mesa en la que se encontraban el pastel de miel y manzanas, los malvaviscos, las bolas de carne, pinchos que contenían bocadillos con queso y otros de salchicha con lechuga, los alfajores de chocolate, algunos sándwiches de mantequilla, jamón y queso, palomitas de maíz y en la nevera estaban hechas las micheladas, los ingredientes para el arroz chino y una sopa de verduras que ellos harían en el transcurso del día. Ya las piscinas inflables estaban puestas en el patio esperando a los invitados quienes poco a poco llegaban en sus trajes de baño y se sumergían en cada una.

—Estos son mis amigos Clara y Fidel —dijo Tomás al presentárselos a Sergio.

—Es un gusto conocerte, Sergio —dijo Clara, una nutria coqueta y bastante amistosa estrechando su mano.

Doctor Oso [Furry/Bara] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora