La cueva.

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Me gusta la sensación del agua caliente sobre mí, además es diferente arrastrar la ropa empapada sobre el asfalto a poder ducharme con mi nuevo gel con aroma de frutas.

Salgo del baño, en el cuál llevo tanto tiempo dentro que parece una sauna turca, no puedo ver casi nada.

Cuando salgo me doy cuenta que las gatas de agua que me delataban cuando entré ya se han evaporado.

Me dirijo a mi habitación que también está en la segunda planta pero es la última habitación del pasillo, así que se ve un poco oscuro, parece una pequeña guardilla, pero no lo es, es mi dulce cueva. Mi habitación es algo oscura, y pequeña además solo tiene una ventana cuadrada, las paredes pueden coger algo de humedad así que desprenden un ligero olor a húmedo. Por lo demás es perfecta. No podría existir una cueva mejor ninguna tan acogedora ni tan protectora como la mía.

Aquí es donde surge la magia, aquí es donde me refugio después de un dia largo y pesado y donde pienso y escribo, donde invento mis canciones, donde pinto, donde rio, donde lloro.

Bueno espero dar una imagen de la cueva pero ahora voy a entrar.

Me sumerjo en la oscuridad de esta y dejo caer la toalla que llevo alrededor de mí al suelo, y vuelve a pasar lo mismo que cuando llegué, no paran de caer gotitas de agua al suelo de madera, pero estas se evaporan más rápido.

Me reflejo en un espejo de pie que tengo cerca de mi cama, y observo mi cuerpo de reojo, se definen mis líneas y me doy cuenta que tengo una mancha de color verde y morado en el hombro. Me toco ahí y duele, debe ser del golpe que me llevé esta mañana.

Me visto can la ropa de casa que suele ser una camiseta grande de propaganda y unos pantaloncitos cortos de cuadros azules y me dejo caer en la cama.

Es muy tarde ya, deben ser por lo menos las once de la noche y me he quedado dormida.

Nadie de mi familia se ha dado cuenta de que estoy aquí, así que decido bajar pero ya han terminado de cenar, y están en el salón viendo la ruleta de la fortuna.

Se ríen todos y parecen pasarlo bien, pero por supuesto ahí no falto yo.

Vuelvo a subir a mi habitación y me vuelvo a dejar caer de la misma forma que antes pero con más fuerza en mi cama. Lejos de quedarme dormida ahora, empiezo a pensar en lo que pasó esta mañana y término pensando en el hombre trajeado que me ayudó cuando me caí. Acabo de caer en cuenta de que era muy atractivo, parecía un modelo de una de esas propagandas de perfumes tan sensuales, además sí que tenía una aroma embriagador, no llevaba la americana puesta así que podía ver bien los músculos de sus brazos por encima de la fina camisa blanca asomando, casi como diciendo HOLA.

También noté que presionaba mucho el volante del coche con las dos manos, parecía concentrado o pensativo. Seguramente pensó que estaba metido en un problema por tener que llevarme al hospital y que estaba obligado a quedarse hasta que me recuperara pero yo le habría dejado irse, después de todo solo era una extraña gastando su tiempo.

Vuelvo a quedarme dormida después de estar como 3 horas pensando y pensando, dando vueltas en mi cama, escuchando las ramas de los árboles golpearse una y otra vez contra el cristal de mi ventana.

Esta vez es definitiva, porque me despierto al amanecer, así que me levanto de mi cama, y me dirijo hacia el baño, está todo aún oscuro dentro de la casa, siento escalofríos porque esta casa siempre ha sido muy fría, especialmente por la noche.

Entro en el baño pero inmediatamente noto que alguien me empuja hacia fuera otra vez. Es mi hermana  mayor Isabel que quería entrar primero que yo en el baño, creo que ha cogido esto como costumbre.

Como ya ha cerrado tras de sí la puerta del baño, me quedo a escasos centímetros de esta.

Luego de 15 minutos sale riéndose mientras balbuce algo como que soy cada dia más lenta.

Por fin puedo entrar así que no me importa la espera, pero justo cuando lo voy hacer noto  otro empujón hacia fuera, esta vez es mi hermana mayor Renata,  vuelve a pasar lo mismo, pero no me molesta, sé que necesitan entrar rápido porque si no, no llegarán a la universidad a tiempo.

 Renata aún no ha terminado cuando viene Noah.

Noah es mi hermanito pequeño, tiene  11 años y no es el típico niño al que le encantan las golosinas y que sueñan con ser un jugador de futbol famoso.

Él quiere ser de mayor biólogo.

Aún con los ojos entrecerrados del sueño se frota estos con los puños de las manos y bostezando a la vez.

Luego me rodea con sus bracitos y me da los buenos dia mientras me dirige una sonrisa.

Después de esto, empieza a dar pequeños saltitos  como si se hiciera pis, jaja exactamente eso es lo que le pasa, se hace pipi.

-Asia me hago pis y no creo que aguante mucho más tiempo- dice mientras me jala de la camiseta con fuerza.

-VAMOS RENATA, tienes que salir o Noah se hará pis encima.

-Asia lo siento pero esa planta tiene pinta de ser regada, y creo que ella tiene sed y yo estoy demasiado hidratado- Ahora parece que baila en círculos mientras parece estar sufriendo.

Aporreo la puerta para que Renata salga pronto pero sólo distingo chillidos por parte suya.

Noah está a punto de hacérselo encima es más creo que ya está mojando un poco su pijama de dinosaurios cuando Renata abre la puerta y sale tranquilamente dejando un baño turco atrás, Noah se mete rápido y cierra la puerta. Pero cinco minutos después sale contento de nuevo y gritando por las escaleras, CE-RE-A-LES..., CE-RE-A-LES…

Salgo de la casa dejando los gritos de mi madre en el aire, creo que dice algo de que siempre llego tarde...cosas como que soy una irresponsable…que jamás lograré nada en la vida….

Bla bla bla.

 La misma cantinela todas las mañanas.

Esta mañana dije algo como que me habían robado la bici pero mi padre dijo que si quería otra tenía que trabajar y comprarme otra.

Esa es la razón por la cual estoy trotando ahora hacia el café, llevo una mochila a la espalda donde llevo ropa de recambio, por supuesto no quiero servirles a los clientes del  café con una ración de sudor  femenino. Por supuesto estaría muy bueno  así, pero no quiero que me demanden.

Llevo recorridos cerca de 5 km, y creo que debería hacer un descanso pero me motivo otra vez con la música. Sigo trotando y noto que mi sudor cae atreves de los mechones de pelo negro sueltos que se pegan a mi cara.

Debo estar preciosa en este momento.

Noto mis pasos ya un poco torpes debo de haber trotado cerca de medio kilometro más pero de pronto veo que mi sombra se hace más densa, más oscura, luego me giro miro hacia una luz casi cegadora. Decido quitarme un auricular pero para entonces ya ha dejado de sonar un pitido.

Luego la luz disminuye y se para delante de mí, un deportivo. La ventanilla del copiloto se baja y detrás de esta hay un hombre, uno atractivo. Sonríe mientras me mira. Sé quién es.

¿las ovejas negras se enamoran? (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora