Cap 5.La sudadera de Darren.

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Una vez hubo desayunado se dispuso a pagar pero no se lo permití, después de ayudarme cuando me caí, y lo de la bici, y otra vez traerme en su coche…habría estado mal, simplemente para mí.

Luego me dirigió una sonrisa mientras me miraba con sus ojos azules, que será por la luz y el ambiente del café, hoy parecen más bien de color grises, y desapareció por la puerta, cerrándola tras de sí.

Esta mañana estaba el cielo nublado y hacía frio por lo que después de darme una ducha en la casa de Sam, (Por lo general no me duchaba en su casa, pero estaba en la parte trasera del café y yo era como de la familia, así que no hubo problema), fui a mirar en mi mochila si había traído una sudadera, pero lo había olvidado, presentí que iba a pasar la mañana con mucho frio. Me estremecí ante la idea.

Repentinamente sentí unas manos cálidas detrás de mí, sujetando mis brazos, volví a estremecerme pero esta vez fue más intenso, me giré al sentir el aliento de alguien en mi cuello.

–Estás helada –dijo  Darren.

Tragué y decidí girarme para mirarlo directamente. Él me miró de regreso, pero su mirada era fría, era lo contrario a su cuerpo, que era cálido.

–Lo sé –contesté.

Él guió sus manos un poco más abajo casi hasta los codos, y el solo tacto de sus manos hizo que mi cuerpo se relajara, entré en calor casi de inmediato y me ruboricé.

–Asia, deberías ponerte una chaqueta. –Dijo rompiendo el encanto mientras me soltaba los brazos y me daba una palmada en el hombro.

­–Ya, pero se me ha olvidado hoy en casa, y esa es la razón por la que hoy voy a tener frio–dije, y sonreí.

Él me devolvió la sonrisa y salió por la puerta de la cocina.

Mi corazón estaba sobresaltado, no sé cómo pude articular palabra siquiera, su tacto volvía a mi cabeza una y otra vez, al igual que sus ojos en los míos. Joder, porque era tan malditamente sexy.

Apoyé mi cabeza en la pared, mirando el ventilador del techo dar vueltas y vueltas. Tal vez si le hubiera dicho lo que sentía por él en su momento, tal vez ahora estaríamos juntos, o tal vez no sería como lo es ahora.

Minutos después de estar perdida en “Asia-land” Darren volvió a entrar en el café, pero esta vez por la puerta principal, se dirigió a mí con una sonrisa en la cara, y cuando estaba cerca me lanzó una prenda de ropa.

La levanté estirándola para ver bien que era. Era una sudadera gris que ponía “California” en el centro con letras verdes y grandes. Parecía tan calentita.

Darren estaba ya fuera de mi alcance, estaba sirviendo a unas clientas, y parecía que ellas querían coquetear con él. Pero no oía lo que decían pues estaban lejos de la barra.

Me sorprendió mirándolo y me saludó. Me volví a ruborizar y me puse la sudadera.

No volvimos a entablar conversación en toda la mañana. Cuando salí por la puerta del café, seguía llevando la sudadera, me quedaba algo suelta, y hacia que resalte lo delgada que estaba.

Caminé unos metros pero alguien me detuvo. Es Darren. Me sostenía del brazo.

–Hola–dijo–no hemos tenido muchas oportunidades de hablar esta mañana–dijo él, se dio cuenta de que seguía sosteniendo mi brazo y lo apartó rápidamente de mí, y se metió ambas manos en los bolsillos.

–Si, mm es verdad no he podido darte las gracias por la sudadera, es muy cómoda y he entrado en calor por fin – dije, en realidad lo que quería decir era que solo el sentir su aroma en la prenda me hacia entrar en calor.

–Sí, te queda muy bien, Asia.

–Bueno, ¿querías  decirme algo? – estaba confundida, no hablábamos mucho, en el café.

–mm, bueno– se llevó la mano a la cabeza, y se acarició el cabello. – no nada en especial, solo...bueno mejor entro, aquí fuera hace mucho frio. ¿Asia? – se interrumpió– estás preciosa hoy.

–Gra..gra…gracias Darren. – Volví a ruborizarme, y ya no sentía el crudo frio.

Cuando estaba a punto de irse, se volvió y dijo– ¿por cierto, tienes quien te lleve a casa?

Había pensado, pedirle a Erika que me llevase a casa hoy, porque habíamos coincidido en el mismo turno de camarera.

Cuando delante de nosotros un ya bien conocido deportivo negro,  se detuvo.

Colin bajó la ventanilla del copiloto y dijo–vamos, te llevo.

Tanto Darren como yo nos quedamos a cuadros.

En ese momento iba a negarme pero una chica rubia, para ser exactos, la chica con la que Darren había estado coqueteando casi toda la mañana se acercó.

–Darren, ¿no ibas a llevarme a algún sitio? –dijo con voz melosa, mientras le restregaba las manos sobre su pecho.

La cogió de la mano y le sonrió…

–Bueno Asia, he recordado que tengo algo que hacer–rió maliciosamente–Adiós.

No podía creerme que hubiera sido tan tonta, estaba casi dispuesta a irme con él, y él me había dejado de lado por una rubia pechugona, sentí mi corazón romperse un poquito, será estúpido.

–Entonces…. ¿vienes? –Colin parecía un tanto sorprendido.

–Claro, vamos–dije sin pensarlo dos veces, y me subí al coche.

Pasamos por delante de esos dos cretinos, que ahora estaban ocupados metiéndose mano el uno al otro, en la puerta del coche de Darren. Parecían realmente entretenidos.

Me enfurecí.

¿las ovejas negras se enamoran? (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora