Capitulo 4

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"Hola, guapa"", dijoEduardo con una sonrisa coqueta mientras se ajustaba la corbata."Hola", murmuró Briana, ignorándolo y pasando junto a él."¿Quieres salir esta noche?", preguntó Eduardo con dudas."Claro", respondió Briana distraída, mientras miraba unas cartas que habían llegado a su casa."Briana, ¿me estás escuchando?", preguntó Eduardo."Sí, te estoy escuchando", respondió Briana, justo cuando vio cómo alguien le arrebataba las cartas de la mano."Esto es muy bonito", comentó Eduardo coquetamente, mirándola a los ojos.Justo en ese instante, Lautaro apareció en la sala y al ver a Briana tomada de la mano con Eduardo, sintió una extraña molestia."¿Van a estar haciendo eso en el trabajo?", preguntó de manera arrogante."Lo lamento, señor"", dijoBriana apartándose de Eduardo."¿No tienes algo mejor que hacer, hermoso?", preguntó a Eduardo, quien rápidamente desapareció de su vista."¿Cómo estás, Briana?", preguntó acercándose a ella y mirándola de una manera que ella no comprendió."Estoy bien. ¿Y usted?", respondió Briana, sintiéndose confundida."Tuve una noche terrible. Otra vez fui a su habitación. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más ligero. Es como si estuviera hablando con Lucía".—Algo así—comentó Briana y comenzó a beber su taza de té.—Cariño, yo que fuera tú..—empezó su madre.—Pero yo no soy tú—interrumpió Briana, mirándola con tristeza.—Tienes razón. Tú tienes un corazón demasiado noble—dijo su madre con cariño.*******Briana lo miró con confusión mientras Lautaro se acercaba a ella.—¿Cómo estás, Briana? —preguntó acercándose, y la miró de una manera que ella no comprendió.—Estoy bien. ¿Y usted? —respondió Briana, intentando disimular su sorpresa.—Tuve una noche terrible. Otra vez fui a la habitación de ella. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más liviano. Es como si estuviera hablando con Lucía—comentó Lautaro, con nostalgia en su voz.Briana se sintió desconcertada ante sus palabras. No sabía cómo responder. Su mente estaba llena de pensamientos y emociones encontradas. No quería herir a Lautaro, pero tampoco podía seguir ocultando la verdad.—Lautaro, tenemos que hablar—dijo Briana, tomando una respiración profunda.Lautaro la miró con curiosidad y preocupación en sus ojos.—Hay algo que necesito decirte... algo que he estado guardando por mucho tiempo—continuó Briana, con determinación.Ambos se sentaron en un lugar tranquilo, y Briana comenzó a contarle la verdad sobre Lucía, las cartas, y su relación con Eduardo. Explicó todo con sinceridad, sin ocultar nada.Lautaro escuchó en silencio, con una expresión de asombro en su rostro. Al finalizar, permaneció en silencio por un momento, procesando la información.—No puedo creerlo..—susurró Lautaro, con tristeza en su voz—No tenía idea de todo esto. Siento haber sido tan ciego.Briana puso una mano en su hombro, mostrando compasión.—No es tu culpa, Lautaro. Lucía sabía cómo manipular las situaciones. Pero ahora que lo sabes, puedes tomar decisiones basadas en la verdad—le dijo Briana, reconfortándolo.Lautaro asintió, agradecido por la honestidad de Briana.—Gracias por contármelo, Briana. Es difícil de procesar, pero necesitaba saber la verdad—expresó Lautaro, con una mezcla de tristeza y alivio en su voz.Briana y Lautaro continuaron conversando durante un tiempo, compartiendo sus sentimientos y apoyándose mutuamente. Aunque las cosas se complicaron, ambos sabían que la verdad era el primer paso para encontrar la felicidad y seguir adelante. Juntos, decidieron enfrentar los desafíos que les esperaban y aprender de las lecciones del pasado.—¿Brianna? ¿estas ahi?—Lo lamento mamá, me quedé dormida en el sofá.Brianan se lamentó porque aquello había sido tan real.Era extraño compartir ese secreto con alguien y sentir cómo una carga se aligeraba de sus hombros. Se puso de pie, ignorando el reclamo de su estómago, ya que no había comido, y decidió ir al trabajo. Se vistió con unos cómodos pantalones vaqueros y un suéter marrón que le llegaba a la cintura. Se calzó unas zapatillas grises y se dirigió hacia su coche Honda estacionado afuera. Justo cuando llegaba a su coche, chocó accidentalmente con Eduardo."Hola, guapa"", dijoEduardo con una sonrisa coqueta mientras se ajustaba la corbata."Hola", murmuró Briana, ignorándolo y pasando junto a él."¿Quieres salir esta noche?", preguntó Eduardo con dudas."Claro", respondió Briana distraída, mientras miraba unas cartas que habían llegado a la casa."Briana, ¿me estás escuchando?", preguntó Eduardo."Sí, te estoy escuchando", respondió Briana, justo cuando vio cómo alguien le arrebataba las cartas de la mano."Esto es muy bonito", comentó Eduardo coquetamente, mirándola a los ojos.Justo en ese instante, Lautaro apareció en la sala y al ver a Briana tomada de la mano con Eduardo, sintió una extraña molestia."¿Van a estar haciendo eso en el trabajo?", preguntó de manera arrogante."Lo lamento, señor"", dijoBriana apartándose de Eduardo."¿No tienes algo mejor que hacer, moso?", preguntó a Eduardo, quien rápidamente desapareció de su vista."¿Cómo estás, Briana?", preguntó acercándose a ella y mirándola de una manera que ella no comprendió."Estoy bien. ¿Y usted?", respondió Briana, sintiéndose confundida."Tuve una noche terrible. Otra vez fui a su habitación. Sabes, hablar contigo me hace sentir un poco más ligero. Es como si estuviera hablando con Lucía".Briana, con incomodidad, asintió pero evitó mirarlo a los ojos."La echo de menos. Ella se preocupaba tanto por todos. Se preocupaba por mí. Cada vez que me despertaba, ya tenía el desayuno listo. Siempre me dejaba cartas hermosas de amor", suspiró Briana al escucharlo."Si tan solo supiera que esas cartas las escribía yo para él", pensó Britana.A Lucía no le importaba en absoluto, pero le pedí a Briana que escribiera dedicatorias de amor cada día, fingiendo que eran de Lucía. Briana, de hecho, no sé si lo hacía por Lucía, sino que ella misma dejaba sus propias dedicatorias de amor, pero a nombre de otra persona."Claro", respondió Briana con desgano, y luego dijo, interrumpiendo:"Entonces, tú eres una parte de mi bella esposa. Me siento tan cómodo cada vez que hablo contigo. La verdad es que eres mi única amiga. Sé que eres amiga de mi...""Sí, de Lucía", interrumpió Briana, completando la frase."Estar a tu lado me hace sentir un poco más entero, y no tan lastimado", añadió Lautaro."Creo que es tiempo de que me vaya", comentó Briana, alejándose de su lado."Mírame, ¿quieres que salgamos al parque con Emma?", preguntó Lautaro, sorprendiendo a ambos. Era la primera vez después de todo ese largo año que él proponía salir de la casa."Claro", respondió Briana, sorprendida, y él la soltó."Gracias"", dijoLautaro con una sonrisa enorme, dejando a Briana confundida. Él se acercó a Emma."Hola cariño, ¿cómo estás?", preguntó."Estoy muy emocionada por ir al jardín. Es genial que vayamos al parque", respondió Emma con entusiasmo."Eso te iba a pedir", comentó Lautaro acercándose a ellas."¿Qué cosa?", preguntó Briana confusa."Puedes llevarla hoy para comprarle todo lo que necesite"", dijoLautaro."Claro", respondió Briana, y Lautaro le entregó la tarjeta."También pueden ir a comprar helado", agregó Lautaro."Señor, no puedo usar su tarjeta, está a su nombre", interrumpió Briana."Tienes razón, entonces te acompañaré"", dijoLautaro."¿Saldremos contigo, papá?", preguntó Emma inocentemente, emocionada."Sí, cariño, iremos a pasear", respondió Lautaro, y Briana sintió que su corazón latía rápidamente. No dijo nada, simplemente salió por la puerta."Briana, gracias por esto", comentó Lautaro, y ella asintió. Si tan solo supiera lo que realmente estaba pensando. Se sentía culpable, pero no dijo nada.Lautaro apareció junto a las dos mujeres, caminando en dirección a su vehículo."Vamos en mi auto", comentó mientras se subía, y Briana le ajustaba el cinturón de seguridad."Listo, cariño"", dijoBriana, y se sentó en el asiento del copiloto."Tendríamos que hacer esto más seguido", propuso Lautaro, y avanzaron hacia el centro."Claro, señor", respondió Briana mirando hacia la ventana."¿Cómo está siendo tu día?", preguntó Lautaro curioso."Normal", respondió Briana sin añadir nada más."Siempre eres callada, pero eres muy buena escuchando", comentó Lautaro."Puede ser"", dijoBriana sin querer añadir nada más."Lucía hablaba mucho. Me encantaba escucharla. Ella hablaba de tantas cosas y también te mencionaba muy seguido a ti"", dijoLautaro levantando una ceja."¿A mí?", preguntó curiosa Briana."Sí, hablaba muy bien de ti. Decía que eras una excelente amiga y que te quería mucho. Ella era una mujer excepcional. Jamás habló mal de nadie", afirmó Lautaro."Claro que no, Lucía era así"", dijoBriana con una sonrisa triste y falsa."Aún recuerdo los paseos que daba con ella. Creo que es difícil para mí estar lejos de ella"", dijoLautaro con nostalgia."Supongo que sí", comentó Briana, suspirando y cruzando los brazos."Le gustaba mucho salir. Íbamos al centro comercial y siempre se perdía entre todas las cosas. Siempre salía con muchas bolsas, pero siempre se acordaba de mí y me daba un regalo"", dijoLautaro."¿Un regalo de 10 bolsas que ella misma se había comprado?", preguntó Briana con sarcasmo, pero lo disimuló."Sí, a pesar de que ella estaba muy entretenida comprando cosas para ella, siempre se acordaba de mí y eso lo valoraba tanto. Y ahora la extraño tanto por eso", respondió Lautaro, poniendo los ojos en blanco, sin darse cuenta de su propia actitud."En qué piensas, Briana", preguntó Lautaro mientras doblaban en una rotonda y Briana sostenía con delicadeza el cinturón."En nada", comentó Briana."Creo que si estuviera aquí, Lucía estaría hablando por ti", comentó Lautaro divertido, y Briana se mordió los labios con enojo."Claro", respondió Briana."¿O quieres que te compre ropa?", preguntó Lautaro de repente, y Briana miró su atuendo y luego a él."¿Por qué? ¿Tengo algo mal puesto?", preguntó Briana dudosa."No, no es eso", respondió Lautaro.En ese pequeño instante, ambos se sintieron bastante confundidos. El corazón de Briana latía de una manera extraña cuando Lautaro le quitó un mechón de la mejilla. Briana se quedó perpleja, era la primera vez que él la tocaba.Briana sintió sus mejillas arder y Lautaro ni siquiera se había dado cuenta de las sensaciones que le había provocado. Llegaron al lugar y Lautaro preguntó si a Lucía le gustaba venir ahí. Briana asintió en silencio mientras bajaban a Emma y la tomaba de la mano con entusiasmo, ingresando a las tiendas que solían visitar con su exesposa. Lautaro saludaba a las dependientas y comenzó a hablar de Lucía, elogiando lo buena y atenta que era.Briana puso los ojos en blanco y se sentó en un banco apartado junto a Emma.""Briana, ¿a ti te gusta mi papá?"preguntó de repente Emma, sorprendiendo a Briana."No, cariño. ¿Por qué preguntas eso?"respondió Briana con asombro."No sé, siempre lo miras de una manera rara"encogió de hombros."Es solo que le presto atención y me da un poco de tristeza que ya no esté Lucía, solo eso"."Yo también extraño a mamá, aunque..."dudó."Aunque, ¿qué, cariño?""Mamá no era tan cariñosa como tú"comentó Emma, y Briana suspiró.Briana supuso que Lucía había tenido a Emma principalmente para complacer a Lautaro en su vida, pero no dijo nada al respecto. Sostuvo la pequeña mano de Emma y dijo:"Nunca me iré de tu lado"."Mamá estaba a mi lado, pero era como si no estuviera. Igual que papá"mencionó Emma."Cariño, tranquila. Siempre va a haber gente que te ame, como tú abuela"intentó consolarla."Mi abuelita, esta tarde tengo que ir a su casa"dijo Emma."Claro, cariño". A pesar de tener 5 años, Emma era muy inteligente. Briana se sentía orgullosa de esa niña y, en parte, no veía a Lucía en ellas. Emma era igual a Lautaro, aunque lo único que había heredado de su madre eran los ojos. Lucía tenía el cabello negro y unos enormes ojos celestes, aunque era de tez morena.La autora sabía que enloqueció apenas la había visto. Tenía una belleza exótica y había trabajado como modelo antes de conocerlo. Briana, en cambio, era más sencilla, una típica rubia pequeña sin mucha gracia en su cuerpo, al menos eso es lo que ella pensaba. A pesar de que hacía ejercicio de vez en cuando, si descuidaba su dieta, su vientre se inflamaba. Se sentía muy acomplejada con su figura y optaba por ocultarla bajo ropa grande.""Mira lo que te compré"comentó Lautaro mientras abría la bolsa."¿Para mí?"preguntó Briana confundida."Sí, supuse que te quedaría bonito"respondió Lautaro."Siempre uso ropa ancha"comentó Briana mirándolo desde abajo."Lo sé, pero sé que tienes un lindo cuerpo"dijo divertido, y le entregó la bolsa."Sigamos"comentó Lautaro mientras caminaban, y Briana tuvo que ponerse de pie con la niña tomada de la mano.Ingresaron a un enorme local lleno de útiles escolares y colores bonitos."¡Qué bonito!"exclamó Emma dando aplausos y corrió hacia el sector de las mochilas."Está muy emocionada" comentó Briana."Lo está, y creo que tienes razón. Ya debe convivir con otros niños" dijo mientras sonreía, tenía las manos puestas en su nuca, y Briana lo miraba con ternura.Briana lo miró con nostalgia. Era tan extraño verlo en una silla de ruedas que a veces se olvidaba de su condición.""¿Estás bien?" preguntó Briana."Sí, solo es un poco raro verlo en una silla de ruedas", confesó Briana."Es cierto, incluso a veces siento que estoy de pie, y estoy en realidad siempre sentado", comentó."Pero usted se va a mejorar, lo creo"", dijoBriana con optimismo."No lo sé, ni siquiera puedo sentir las piernas, Briana. Estoy paralítico", respondió."Pero yo creo que en algún momento usted se va a sentir mejor", expresó Briana."Ojalá que sí, aunque cada día lo dudo más", murmuró.Briana hizo una mueca, preocupada por su estado."Usted no se tiene que rendir, señor. Tiene que seguir adelante"le dijo con determinación.Briana asintió."Eso espero, Briana", respondió.""Me alegra mucho que hayas traído a tu hija aquí, ya necesitaba el calor de su padre", comentó Eduardo."No sé cómo lo sé", respondió Briana.Emma apareció con dos mochilas."No sé cuál elegir"", dijoEmma."Llévate las dos", comentó Eduardo sin preguntar el precio."¿Te gustan las dos, cariño?", preguntó Briana."Sí, tía", respondió Emma.Briana ayudó a Emma a buscar un cuaderno de color azul con puntitos blancos. Finalmente lo encontraron, era para los comunicados del jardín. También compraron muchas fibras y hojas para que Emma pudiera pintar. Se sentía muy feliz. Era una niña sencilla a la que le encantaba dibujar."Muy bien", comentó Eduardo y comenzó a avanzar con la silla de ruedas y las bolsas en su regazo."Eres como un perchero con silla de ruedas"", dijoBriana divertida."Lo soy", respondió él y ambos se rieron.Llegaron a un local de uniformes y guardapolvos, ingresaron con alegría."Es bueno que la envíes a una escuela pública", comentó."Lo sé, Emma va a tener una buena educación de igual forma", respondió."Vamos a buscar un guardapolvo para ti, cariño"", dijoBriana, y Emma eligió uno de cuadritos rosas con una corbata del mismo tono.Le quedaba perfecto y compré dos más para poder lavarlos. También compré una sombrilla para el verano."¿Te gusta, papá?", preguntó Emma con inocencia, dando vueltas para que él la viera.Lautaro tomó su teléfono y dejó de prestarles atención a las dos."Sí, ahora voy", respondió Briana.Brianna se acercó a su lado."¿Qué ocurre?"preguntó."Tengo que ir a la empresa, vamos", propuso mientras avanzaba. Emma hizo una mueca, quería seguir paseando con su padre y había soñado con tomar un helado."Ibamos a comer un helado", comentó Emma con lágrimas en los ojos.Briana se sintió triste."Tengo que ir a trabajar", comentó Lautaro sin mirarla."¿Puedes detenerte y mirar a tu hija?", preguntó Briana molesta, ya que Lautaro siempre había puesto por encima de todo a cualquier cosa menos a su hija."¿Qué?", preguntó desganado, y en cuanto vio a Emma al borde del llanto, se dio cuenta."Lo lamento, cariño. Vamos a comer un helado"", dijoLautaro.""Sí", exclamó Emma con felicidad mientras abrazaba a su padre.Briana pasó por su lado y dijo:"Todavía tienes muchas cosas importantes, solo que tú no te das cuenta"."¿Quieres subirte a mi regazo, cariño?", preguntó a Emma."Sí, papá", respondió.Juntos avanzaron en la silla de ruedas.Después llegaron a casa, Emma estaba feliz porque había tomado helado con su padre. Briana decidió que era tiempo de ir a su propia casa.Pero mientras salía hacia la puerta, se tropezó con Esteban."Hola, bonita. ¿Me extrañaste?" preguntó coqueto, mirándola de reojo."Me debo... ir", respondió mientras se alejaba, evitando mirarlo."Ven, no me diste ningún beso", comentó acercándose."Estoy cansada", murmuró, pero para sorpresa de Briana, Esteban la tomó de la barbilla y la besó a la fuerza.

Contrato con el viudo paralíticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora