Capítulo dos

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Kirito estaba en una misión junto con Klein.

Los dos estaban en ALO en un coliseo en busca de un tesoro.

-Date prisa Kirito, ya tengo el olor del oro en mi nariz. –Dijo Klein animadamente.

-No seas imprudente Klein, si te arriesgas demasiado te van a terminar rodeando. –Explicó Kirito.

-Vamos, se supone que tú me cuidas, (hablando orgullosamente), así que no hay nada que temer

-Está bien, Klein, yo te cuido.

El espadachín negro y el samurái rojo avanzaron por el calabozo mientras peleaban con Orcos y algunos esbirros.

-Vamos Kirito, ¡ahí está el tesoro!

-Espérame Klein, estoy un poco cansado.

-Vamos Kirito, ya descansaras después de la misión.

De la nada cayeron algunas gotas enormes de un líquido negro que empezaron a formar Orcos súper desarrollados que rodearon a ambos.

-¡Kirito, necesito ayuda!

-¡Aguanta Klein!

Kirito mato a los orcos que lo rodeaban, pero solo vio como los orcos desarmaban a Klein para después arrodillarlo y de un golpe en el estómago tumbarlo en el suelo mientras enterraban sus cimitarras en la espalda de Klein.

-¡Aguanta amigo, ya voy!

Cuando Kirito estaba por ayudar a Klein, una enorme gota del líquido negro cayó sobre Kirito para formar una silla que lo apreso, encadenando sus manos y sus pies.

-¡Ayúdame Kirito, por favor, ayúdame, te lo ruego!

-¡Klein...aguanta por favor!

Un orco se acercó a la silla donde Kirito estaba encadenado, se puso detrás de él y le abrió los ojos para que no pudiera cerrarlos.

-Ayúdame...por favor Kirito.

Los orcos seguían matando a Klein que con gritos desgarradores oraba por la ayuda de Kirito.

-¡Ya basta, déjenlo ya!

Klein estaba llorando de dolor mientras aun pedía la ayuda de Kirito sin que él pudiera hacer nada.

Un orco le cerró los ojos a Kirito para que al abrirlos viera al cadáver descompuesto de Klein.

-Me ibas a proteger...¿Por qué no lo hiciste?, Kirito.

-Traté Klein, pero no pude, ¡no pude hacerlo!

-Te odio.

-¡No digas eso por favor!

Te odio, no puedes ni protegerte a ti mismo...no podrás proteger a nadie más.

Klein se puso detrás de la silla y desenvainando su Katana se dispuso a enterrarla en el vientre de Kirito mientras se ponía a gritar de dolor.

-Eso fue lo que yo sentí cuando no pudiste ayudarme.

-Perdóname Klein...yo trate, pero...

Klein interrumpió diciendo. –"Muere, mal amigo". –Mientras abría el vientre de Kirito hasta dejarlo desangrando.

Kirito solo cerraba los ojos poco a poco hasta que.

Kirito se revolcó en la cama completamente empapado de sudor, se aferró a sus sabanas con miedo a pestañear y ver el cadáver de Klein.

Luego de unos segundos se levantó de la cama y bajo a la cocina a tomar un vaso de agua.

Estaba sediento por toda el agua que había perdido al sudar.

Enfermedad llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora