CAPÍTULO IX

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Salgo de la habitación de Jack y me dirigo hacia la mía. Hablar con mi hermano de este tema se me hace muy difícil. Se me hace duro porque de los dos yo siempre tengo que ser la fuerte, no me permito llorar por muchas ganas que tenga de hacerlo. Por que, si yo me derrumbase ¿Qué haría Jack? Desde lo de mi madre, siempre he sido yo su único apoyo, y no puedo comenzar a llorar cuando lo que él busca es consuelo.

Algo interrumpe mis pensamientos, es Clay, llamando a mi puerta. Qué educado, la mayoría de las veces tan solo abre lo más rápido posible. Como si intentara pillarme haciendo algo malo y así poder maltrarame con razón. Yo hago un ruido con mi garganta para que sepa que puede entrar.

Jane- me dice con su voz siempre ronca a causa del exceso de alcohol. Yo levanto la cabeza, para hacerle ver que le estoy prestando atención.

-Voy a salir- me dice- a... a dar una vuelta por el peublo- Lo que más me impresiona de Clay es que se cree que soy idiota. Sigue queriendo ocultar su alcoholismo cuando se emborracha en el salón casi todos lo días. Que se lo intente ocultar a Jack tiene un pase, pero que intente engañarme a mí para hacer que me está protegiendo del mundo cuando es él el causante de todos mis problemas me parece una puta gilipollez.

-Vale- le digo yo y me vuelvo agirar en mi silla.

-Cuída de Jack- me dice. Odio eso. Hay días en los que le dan ataques de remordimiento, por ser una mierda de persona supongo. Pero el caso es que intenta aparentar ser un padre medianamente decente, hasta que vuelve a emborracharse claro está.

-Siempre lo hago- le digo con resentimiento.

-¿Qué?-responde Clay

-Que lo haré- le digo rectificando mis palabras. Él solo asiente y se va. Espero un par de segundos hasta que oigo la puerta pricipal cerrarse. Suelto un suspiro. Cada vez que se va, siento como si me quitase un peso de encima.

Voy a la cocina, la última vez que comí fue en el desayuno, las tripas no dejan de sonarme. Jack come en el colegio así que saco las sobras de la cena de la otra noche y pongo un solo plato para mí. Veo una cabecita asomarse por la puerta de la cocina.

-Jane, ¿Puedo tomarme un yogurt? He olido tu comida desde mi habitación y me ha entrado hambre- me dice Jack con una sonrisa tímida.

-Pues claro-me levanto y abro la nevera- ayer fui a la compra así que puedes elegir entre mango o fresa- le digo mientras miro el refrigerador.

-Mango por favor- se ríe y se sienta rápidamente en la mesa. Yo saco el yogurt, busco una cuchara y lo pongo frente a él.

A pesar de todo, sé que sigue triste. Cada vez que sale el tema de la muerte de mamá se pone así. No es nada que puedas notar a no ser que le conozcas.  Es como si sus ojos no brillaran de la misma forma.

-Oye Jack- le digo - ¿Sabes de lo que me he dado cuenta? No hemos celebrado el comienzo de las clases- En realidad nunca lo hacemos, es solo una excusa para intentar animarle un poco.

-Eso no es algo para celebrar- me dice y se ríe. Sigue comiendo su yogur.

-Bueno da igual-le digo- el caso es que estaba pensando en que mañana podríamos salir a cenar tú y yo al McDonals- Es cutre, pero es lo máximo a lo que podemos aspirar. Veo cómo su mirada se ilumina.

-¿De verdad?- me dice el esperanzado.

-Claro que de verdad- le digo yo riéndome. Creo que la última vez que fuimos allí fue la noche de la cena de año nuevo.

-¿Te gustaría ir?- le pregunto, aunque en realidad ya sé la respuesta.

-¡Sí sí sí!- me grita y se levanta de la silla para abrazarme.

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