Seductora Venganza |Harry Styles|

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Todos los hombres estaban pendientes de ____ Benton. Y Harry Styles era uno de ellos. Había visto muchas mujeres guapas en su vida, pero ninguna de ellas lo afectaba como la mujer que acababa de entrar en el salón de baile del hotel Darwin Shangri—La. La ciudad norteña tenía un estilo de vida tropical qué era la envidia del resto de Australia, pero no podía compararse con la belleza de aquella mujer. Vestida para una noche llena de brillo y glamour, ____ estaba preciosa, con su pelo rubio ceniza sujeto en un elegante moño, sus facciones perfectas acentuadas por el eyeliner negro que destacaba el brillo de sus ojos azules... Ojos de seductora, pensó Harry, deslizando la mirada sobre el vestido plateado que dejaba al descubierto los hombros, se ajustaba a la curva de sus pechos y marcaba la estrecha cintura. Pero no era sólo su belleza lo que le gustaba de ella. ____ tenía algo que lo llamaba, que lo atraía en todos los sentidos. Una cualidad que no había encontrado en otra mujer, ni siquiera en su ex novia, Julia. Desde luego, Julia no tenía eso. No, Julia sólo quería una cosa. Harry apretó los labios. Debía recordar que ____ no era diferente. Las dos mujeres querían lo mismo. Dinero. Había sospechado de ____ desde que vio una fotografía de ella con su socio, Phillip, en las páginas de sociedad de una revista. En la fotografía, ____ y Phillip iban alegremente del brazo. Que apareciese con ella en la revista fue una sorpresa para Harry. 

El pie de foto decía: 

¿Uno de los solteros más ricos de Australia ha sido enganchado al fin por su ayudante personal? Porque ____ Benton, evidentemente, sabe un par de cosas sobre el significado de la palabra «personal».

Sí, aquella mujer sabía cómo clavar sus garras en un hombre. Lo que no sabía era que él la había oído hablar por teléfono cuando fue a la oficina al día siguiente. «Claro que estoy buscando un hombre rico», estaba diciendo, apoyada en el escritorio de Phillip como si aquél fuera su reino. Luego soltó una carcajada y siguió hablando: «Es igual de fácil amar a un pobre que a un rico, ¿no?». Ésa era la razón por la que se había hecho indispensable para su socio. En dos meses, tenía a Phillip comiendo en la palma de su mano. Sí, desde luego era una buscavidas. Una buscavidas bella y engañosa. —¿A que hacen buena pareja? —dijo la esposa de uno de los ejecutivos, interrumpiendo los pensamientos de Harry y devolviéndole al presente: a la imprescindible fiesta de Navidad organizada por la empresa para los empleados. —La verdad es que sí —contestó su marido, volviéndose hacia la entrada para observar a ____ Benton y Phillip Reid. La esposa del director jurídico puso una mano sobre el brazo de su marido. —Cariño, no sé que tiene el agua de vuestra oficina, pero esa chica está cada día más guapa. Simón sonrió, con una especie de orgullo paternal. —Se llama ____. Y, además de guapa, es muy inteligente. Guapa e inteligente. Y no tenía escrúpulo alguno en usar su talento, pensó Harry. Si la hubiera conocido él antes que Phillip... Pero dos meses antes se había ido a París para abrir una nueva oficina y prácticamente acababa de volver a Australia. Phillip no había querido ir porque la relación con Lynette, su novia, estaba pasando por un mal momento. Y cuando Harry volvió un mes más tarde, la secretaria de Phillip había renunciado a su puesto debido a un problema de salud y ____ había ocupado su sitio. Como secretaria y acompañante fuera de horas de oficina. Como aquella noche. Claro que si él la hubiera visto antes se habrían convertido en amantes de inmediato. Sin la menor duda. Harry lo supo desde que vio aquellos ojos de color aguamarina. ¿Por qué?

Porque ____ lo sabía. Sabía la atracción que sentía por ella, el inmenso deseo de hacerla suya. Sólo tenía que mirar hacia él y un calor increíble recorría sus venas. Incluso ahora estaba ardiendo por estar dentro de ella, moviéndose despacio, viendo cómo cerraba los ojos, oyéndola murmurar su nombre... —Y tiene coche nuevo —oyó que decía alguien—. Un Porsche. —Qué chica tan afortunada —dijo otro—. ¿Se lo ha regalado Phillip? Simón miró a Harry, como si supiera que ése no era un tema que debieran discutir delante del jefe. —Pues... no estoy seguro —contestó el hombre, incómodo. —Es comprensible —dijo la mujer de Simón—. Seguramente no querrá que tenga un accidente como le pasó a él. Fingiendo no prestar atención a la conversación, Harry tomó un sorbo de whisky. Una noche, después de una cita con ____, el coche de Phillip se paró repentinamente en la autopista. Phillip salió sin mirar para comprobar qué le pasaba y otro conductor lo atropelló, rompiéndole la pierna por varias partes. El resultado fue que, por el momento, tenía que ir en silla de ruedas. Y que el accidente lo dejaría con una cojera permanente. Y ____, que era un ángel, pensó Harry cínicamente, desde entonces no se había separado de él ni un solo momento. Manipulándolo seguramente para que le regalase el Porsche. Pero su socio y amigo merecía algo más que una mujer que sólo estaba con él por su cuenta corriente. Sentía la tentación de demostrarle a Phillip qué clase de mujer era ____ Benton. Si se empeñaba, no sería difícil llevársela a la cama. Pero no podía hacer eso. Por Phillip. Y por él mismo. Él sabía bien cuánto dolía que te robasen a una mujer. Y tampoco quería arriesgar su negocio. Había tenido que corregir algunas de las decisiones de Phillip desde que empezaron a comprar otras empresas tres años antes, pero lo último que quería era inestabilidad en una sociedad que cada día tenía más éxito. Aunque todo eso podría peligrar por una mujer que estaba decidida a conseguir todo lo que pudiera, se recordó a sí mismo mientras la observaba empujar la silla de ruedas. Sí, la chica lo hacía muy bien. Sabía cómo ganarse al público. Furioso de que una belleza como aquélla escondiese un corazón de piedra, Harry se levantó. —Vuelvo enseguida —le dijo a Serena, la chica con la que había ido a la fiesta.