Historia sinsentido

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La vida da un interminable número de vueltas. Y muchas veces, no tiene sentido alguno. En un momento puedes estar en la cima de la montaña, tener todo lo que alguien podría querer... y en el siguiente, en un lugar desconocido, esperando tu inminente muerte, sin nada que hacer para evitarla. Todo lo que he vivido, todo lo que he hecho con mi existencia me ha llevado a este momento. No sé si el hecho de haber tomado decisiones distintas hubiese podido cambiarlo todo. Poco me importa en este punto. Mi nombre... eso no importa tampoco. No debería importar. El punto de todo esto no es que la gente me recuerde. Probablemente no merezca eso. En fin, ustedes luego lo decidirán. El verdadero fin de esto es enviar un mensaje: No confíen.

Para llegar al final de todo, primero hay que llegar al inicio. Cuando todo estaba bien. Estudiaba en una muy buena universidad, tenía un trabajo que me gustaba y aún así tenía tiempo libre para pasar con amigos... y con él. Mi novio. Su nombre tampoco debería ser importante, pero repetir "él" una y otra vez es muy tedioso y se ve mal en la página, así que le diremos Josh. Confié en él apenas lo conocí, pero, ¿por qué no lo haría? Era amigo de una amiga muy cercana, era suficientemente inteligente como para estar becado en mi universidad y parecía ser increíble y agradable. Sonrisa deslumbrante, cabello castaño claro... cualquiera pensaría que venía de algún mundo perfecto o algo. De alguna forma, se interesó en mí. Nunca entendí por qué. En fin, el punto es que acabamos estando juntos y, durante ese tiempo, todo parecía ser demasiado perfecto para ser verdad. Lo curioso es que lo era.

Un día, viendo una película en su casa, escuché un sonido extraño. Josh dormía, así que realmente no supe que hacer. Finalmente, me convencí de que no debía ser nada y volví a concentrarme en la película. Entonces despertó y había algo diferente. No sé decir bien qué era, pero no me daba muy buena espina. Se lo comenté, junto con lo que había pasado. Me insistió que seguramente no era nada. De todas formas decidí que era mejor irme. Una vez en mi casa, le escribí a la amiga que nos había presentado. Ella me replicó que era muy paranoica y que seguramente todo era impresión mía. Confié en lo que decía y me tranquilicé.

Los siguientes días transcurrieron normalmente. Seguí con él y me olvidé de ello.

Transcurrido un mes más o menos fui nuevamente a ver una película en su casa. Llegué allí, Josh me abrió la puerta y me ofreció algo de beber. Todo parecía normal... hasta que sentí un dolor en el pecho que no había sentido antes en mi vida. Caí en el suelo, sin poder gritar del dolor. Lo veía parado allí, con una sonrisa que nunca antes había visto en él. Después todo se oscureció.

Al despertar, me encontré esposada a una pared, recostada en un piso de tierra. Había unas cuantas velas prendidas y unos garabatos incomprensibles en la pared. No tenía idea de dónde estaba. Se abrió una puerta que no había notado al otro lado de la habitación. No entendía qué pasaba ni qué había pasado. Entró una figura encapuchada, alguien cuyo rostro no podía ver entre la oscuridad. Todo era aún confuso por lo que fuera que me hubiera dado Josh.

La figura solamente se paró al otro lado del cuarto, directamente en frente mío, mirándome en silencio. Pensé en tratar de conseguir por lo menos alguna respuesta.

-¿Josh?

No me contestó, pero supe que era él. No entendía qué es lo que hacía ni qué estaba pasando. Todavía sentía el dolor en mi pecho, aunque mucho más leve. Entonces se quitó la capucha con una mano y pude notar un cuchillo en la otra. Me volvió a mirar sin decir nada y de repente el dolor volvió a apoderarse por completo de mí. Intenté gritar, llamar por ayuda, hacer algo. No era capaz ni de moverme. Entonces se dio la vuelta, mirando hacia la otra pared. Nada tenía sentido. Solo sabía que tenía que salir de allí lo antes posible. En ese momento, Josh se acercó a mí y liberó mis manos de las esposas. Luego salió por la misma puerta por la que había llegado, apagando todas las velas.

No soy tan estúpida. Sabía que salir por esa misma puerta era un suicidio. Logré divisar con esfuerzo que había una pala en el lado de la habitación. La tomé y comencé a cavar una salida lo más rápido que podía. La tierra estaba suelta, como si el hoyo hubiese sido cavado antes por alguien más. En fin, esto facilitó la tarea y en cuestión de minutos pude salir de allí.

No había dado un solo paso antes de escuchar una risa que no sabía de dónde provenía. Era una risa vacía y enloquecida, parecía venir de todas partes y al mismo tiempo de ningún lado. Comencé a correr en la oscuridad de la noche. No había luna ni una sola estrella que iluminara mi paso. Llegué a lo que parecía un laberinto, paredes de concreto me rodearon y de la nada ya no supe hacia donde huir. Lo escuchaba en todas partes, por todas las direcciones oía como llamaba mi nombre y reía como si todo fuera un juego. Corría y corría... hasta que algo atrapó mis pies. Una masa negra proveniente del mismo suelo detuvo mi escape. Se sentía como si quemara. Aún escuchaba su risa golpear mis oídos. No podía hacer nada para liberarme.

Divisé a la distancia una figura encapuchada que, al verme, se acercó corriendo a mí y antes de poder reaccionar... cortó con un hacha la masa oscura que rodeaba mis pies, liberándolos. Se quitó la capucha y pude ver que era mi amiga. Entonces me desmayé.

Desperté en su auto. Ella me tranquilizó, no me obligó a decirle qué había pasado. Me permitió llorar hasta que llegamos a la estación de policía. Presentamos una denuncia, ella se hizo cargo de todo y al día siguiente me permitió quedarme en su casa. Me tranquilizó e hizo de todo para que me sintiera mejor.

En la noche, me acosté en el sofá de su casa, un poco más tranquila y me quedé dormida. Una risa me despertó de ataque. Era la risa del día anterior. No me atreví a gritar y me dirigí a la pieza de mi amiga. No se encontraba allí. En su lugar había lo que parecía ser una nota. Me acerqué a leerla.

"Caíste"

La risa nuevamente. ¿Qué clase de cruel broma era esto? No podía creer nada de lo que estaba pasando, mas esa sola palabra lo decía todo. Era una trampa. Y yo había caído en ella de manera instantánea. Intenté salir por la ventana. Estaba bloqueada. El vidrio no se rompía. Cada segundo escuchaba más cerca la voz. Lanzaba contra el vidrio todo lo que mi mano podía alcanzar. Este, finalmente se rompió... dejando en su lugar un espacio de pocos centímetros y un muro que bloqueaba la salida, con una imagen que daba la impresión de ser la calle normal. Esto era una locura completa. Salí de la habitación, buscando algo con qué defenderme, o por lo menos el origen de la voz. No pude encontrar ninguno de los dos.

Finalmente, no encontré más solución que esconderme en el armario. Y aquí estoy, aun intentando entender lo que está pasando o qué clase de locura es esto. Puede que ustedes no crean una sola palabra de este escrito, pero es por completo real. Ojalá no lo fuera. 

Finalmente, no encontré más solución que esconderme en el armario. Y aquí estoy, aún intentando entender lo que está pasando o qué clase de locura es esto. Puede que ustedes no crean una sola palabra de este escrito, pero es por completo real. Ojalá no lo fuera. 


Hola, todo el mundo. Espero les haya gustado esta pequeña historia. Trataré de publicar un cuento una vez por semana, así que... ¡hasta el otro capítulo!

Cuentos de media nocheWhere stories live. Discover now