Grito negro

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Y allí me encontraba, intentando comprender qué era esa fuerza extraña que me impulsaba a dar ese paso adelante, el paso que determinaría el fin. El pánico me albergaba, mas no parecía ser capaz de detenerme a mí misma. Escuchaba el sonido del agua a unos 30 metros de altura. Si no lograba tomar de nuevo el control de mi cuerpo, caería por este precipicio hacia mi muerte... Y no había indicio alguno de poder hacerlo.

Todo comenzó cuando conocí a Damien. Adolescente brillante, tez pálida, cabello casi blanco, ojos verdes muy claros también. Cualquiera de su edad lo hubiera tildado de atractivo; sin embargo, había algo en su mirada, en su actitud que daba la impresión de venir del infierno mismo. Fue paciente mío hace ya unos meses. Terminó diagnosticado con síndromes de depresión y demencia, mas sus comentarios solían ser más cuerdos y racionales que los de la mayoría de la gente. Siempre pensé que lo habían diagnosticado mal, que quienquiera que lo hubiera enviado a mi consultorio debía haberse equivocado, pero el chico no tenía padres y había sido obligado por un juez a venir a verme dos veces por semana.

Damien apenas sí hablaba; de hecho, nuestras citas consistían básicamente en un silencio sepulcral, de vez en cuando yo hacía preguntas y el contestaba lo más cortante posible. Cada momento con él podía sentir cómo su mirada rebuscaba dentro de mi alma, como si pudiera ver mis más profundos miedos.

No pasó ni un mes antes de que recibiera la noticia de que mi paciente se había tirado de un puente, muriendo al instante. Esto, claro, me entristeció, mas no le presté demasiada atención. En mi trabajo, esas cosas pasan a menudo. Decidí seguir adelante y no prestarle mucha atención al asunto... hasta aquella noche.

Tuve un sueño extraño. El niño se sentaba en frente mío en el consultorio y, como era usual, el silencio era casi desesperante. Él solo me miraba, como tratando de comunicarme algo, o de sacar algo de mí, no lo sé. De la nada, sus ojos comenzaban a ponerse rojos, sus venas se brotaron y pegó un grito de ultratumba, que ni el alma más valiente lograría superar. En este momento, un humo negro salió de su boca y me atacó, entrando por mis ojos. Luego, todo se volvió negro.

Al despertar, me encontré con un cuchillo en la mano y sangre por toda la habitación. Estaba en el consultorio. Un trabajador del edificio tenía una herida en el estómago. Parecía muerto. No entendía nada de lo que pasaba. Solté el cuchillo abrumada y salí corriendo hacia el baño. Aún era temprano y no había gente en el lugar. No tenía idea de cómo había llegado allí, pero sabía que tenía que irme o hacer algo. Me lavé exasperada y volví a recoger el arma. Entonces la recepcionista entró y perdí todo el control de mi misma. Solo podía ver lo que estaba pasando, mientras alguna clase de elemento extraño controlaba mis acciones sin que yo pudiera hacer algo al respecto, apuñalando repetidamente a la mujer.

Una vez logré tomar de nuevo el control, ya estaba muerta. Limpié el cuchillo una y otra vez para deshacerme de cualquier huella dactilar posible y después salí corriendo del edificio.

No sabía a dónde ir o qué hacer. ¿Quién me creería si les cuento lo que pasó? Me tildarían de demente o de asesina. No creerían una sola palabra. Nadie. No tenía dónde ocultarme.

Entonces, mi cuerpo, sin que yo se lo ordenara, comenzó a correr hacia el puente en el que me encuentro ahora. El mismo del cual Damien saltó hace menos de un año. Intenté detenerme, dar media vuelta, pero entonces comencé a escuchar voces.

El grito de aquel sueño invadía mi cabeza. Al tiempo, una voz grave repetía "Es tu culpa. Es tu culpa." Las lágrimas brotaban de mis ojos, mientras en vano trataba de detener mi caminar.

Entonces, salté.

¡Hola a todos! Espero que les guste este pequeño escrito. 

Solo para aclarar, mi intención no es que este cuento llegue a ser ofensivo para nadie. Hice mención de algunos trastornos mentales, mas no quiero que piensen que es con la finalidad de demonizarlos. El hecho de tener alguno de estos no significa que una persona sea malvada o malintencionada en lo absoluto. Solo intento plasmar un sueño que tuve, un invento de mi imaginación y una pequeña interpretación desde fuera de alguien que tuvo que ver los efectos de trastornos parecidos a lo largo de su vida. Espero que si alguno de ustedes pasa por esto, sea capaz de luchar y superar esto, que no es fácil, pero es posible de dominar con ayuda.

Igualmente, cualquier crítica constructiva o recomendación es bien recibida.

Gracias por leer. Un saludo de su autora y nos vemos en el siguiente capítulo.

Cuentos de media nocheWhere stories live. Discover now