Capítulo 3: Conoces a Gecko, pero no a Vicente

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Luna: #1 - Debes disculparte. En esta parte, debes hacer un video con tu rostro viendo frontalmente, debes decir que eres una mala persona, que eres poca cosa, que nunca mereciste todo el amor que tus fans te dieron, has de decir que no pretendes volver, que solo quieres despedirte. Tu voz se tiene que quebrar, pero no debes llorar, hasta el final del video, antes de cortarlo, cuando tu cara no esté bien enfocada, así parecerá que dejaste de grabar porque tus emociones te superaron y quedará perfecto.

Vicente grabó el famoso video no una vez, ni cinco, lo grabó siete veces. Y es que la primera vez mandaba todo a la mierda, la segunda se reía nerviosamente sin saber que hacer, la tercera no era capaz de hacer quebrar su voz, la cuarta sonaba insincera, la quinta no pudo abrir la boca, la sexta sintió tanta pena de si mismo que azotó su cabeza contra su mesa sin fuerza, "solo se dejo caer", y la septima, esa si salió bien, se sorprendió así mismo con unas genuinas ganas de llorar que ni él bien sabía de dónde habían salido, porque él estaba perfectamente bien en su pequeño departamento, aislado del mundo... Si.

En fin, le había tomado dos horas y media obtener el video, ahora hacía falta editarlo y subirlo a PeeKa y rezar para que el mundo lo tomase bien y no lo tratasen como mierda, aunque Vicente sabía que eso era difícil, porque bueno... Gecko era una mierda, era un matón que subía contenido de mierda, esa era la verdad. ¿qué podía esperar?

Para Gecko estaba bien que lo tratasen como mierda, que se burlaran de su contenido, porque como él decía "-El asunto es que siempre he sabido que soy una mierda, repetirme lo que soy no me hiere-", Gecko era fuerte, no le importaba lo que los demás dijeran de él, y se defendía perfectamente, mostrándole al mundo su dedo medio. Pero a Vicente el tema le molestaba un poco, Vicente era diferente, era cobarde, y se sentía solo a menudo, por eso se había comprado esa mierda de Cactus luego de venirse a vivir solo al departamento. Lo peor era que había veces que se ponía a hablarle al cactus, ¡por favor! Inclusive le había puesto un nombre, lo llamó "Ramón". Vicente era patético.

-Oh... No he comido en todo el día, será mejor que vaya a buscar algo- Vicente dijo en voz alta, para nadie en particular, fue como un recordatorio, y tuvo también problemas para recordar la última vez que comió algo. Pero eso no era nada bueno, nunca tuvo algo como un horario para comer, su madre nunca le había establecido uno y él nunca intentó hacerse uno, vivía como podía y cuando le daba hambre pues comía, y tenía que aceptarlo, era sumamente poco saludable vivir así.

Vicente se movió hacia la cocina y miró a Ramón ubicado en el borde de la ventana.

-¿Que podría comer hoy, Ramón?- Le preguntó a su cactus, sabiendo que no le respondería, abrió entonces su refrigerador y se encontró con solo media lata vacía de Redbull. Sonrió de medio lado y revisó su bolsillo alcanzando su billetera, al parecer le tocaba salir. Porque claro, podría pedir comida a domicilio, pero eso demoraría, y necesitaba comer ahora, su estómago dolía.

Se puso sus zapatillas favoritas y se tapó su cabeza con el gorro de su polerón, y suspiró hondamente antes de salir de su apartamento.

Caminó a paso lento, pensando que podría irse a un almacén cercano y comprarse una bolsa de papas fritas y un jugo y que eso bastaría. Pero no llegó muy lejos hasta que su celular sonó. Extrañamente se sintió un poco alegre, no era usual que lo llamaran, porque solo lo llamaban para una sola cosa y no había motivo para que el día de hoy lo contactaran para eso, su madre estaba ahora en un lugar seguro después de todo.

Contestó expectante.

-¿Vicente Rivera?- La voz de un hombre en sus treinta le preguntó seriamente, el chico asintió.

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