2x04 - Confession

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"Perdóname padre porque he pecado" es una frase muy usada al momento de comenzar una confesión en las iglesias. No podía evitar pensar en si había sido yo quien había pecado o yo solo había sido el instrumento para que otro pecase, en este caso Bill. Si, solo "Bill" ya que Brenda propuso que dejase de referirme a él cómo tío aunque a veces se me escapaba ese termino.

Como ya he dicho en otras ocasiones, pertenezco a la religión católica aunque no me considere una persona demasiado religiosa. Como todos, hay cosas que entiendo y cosas que no entiendo y hay cosas que comparto y otras que no comparto y situaciones como la que me había sucedido a mi entraban en el segundo lote.

Nos enseñan como todo es justificación para un bien mayor, que el sufrimiento de hoy es porque en el mañana habrá mucha felicidad y sin embargo yo no podía concentrarme en ese "Mañana" porque el hoy era nefasto y lo odiaba. Sonará duro pero en esos momentos solo pensaba cosas como "Si Dios es tan bueno ¿Por qué permite estas cosas" o "¿Dónde estaba Dios cuando Bill se propasaba conmigo; Miraba, era cómplice, estaba bien con todo esto?"

Pero lo de hoy no es una crítica a Dios y a la religión, solo estoy tratando de poner un punto claro y es que en ese tiempo la única frase ligada a la religión que me hacía sentir un poco mejor era sin lugar a dudas "Dios no nos da más de lo que podemos manejar" y seguramente así sea o de lo contrario no estaría aquí hoy escribiendo estas palabras.

–Más tarde iremos a la delegación policial –Me dijo mamá mientras conducía su auto, me llevaba hacia mi consulta con la doctora Pope. Ya ella no se la pasaba todo el día llorando pero sabía que no era feliz. Clyde me dijo que ella y papá también iban a terapia para saber cómo llevar la situación.

Había estado postergando lo de poner la denuncia pero si no era de esta forma, nunca lo haría.

–Ok

–Te juro que si veo a ese maldito antes del juicio, lo mato con mis propias manos –Soltó Susan con suma rabia, Izzie no estaba nada sorprendida con esas palabras.

–No tienes que hacer eso mamá.

–Pues es lo que quiero, dame una razón por la que no debería hacerlo.

Se me ocurrían miles de razones para decir. Desde que no podía hacerlo porque era combatir un delito con otro delito hasta el pensamiento más oscuro de mi mente de: No puedes matarlo tú porque soy yo quien quiere hacerlo de tener la oportunidad.

–No puedes hacerlo porque es un delito... Y yo te necesito a mi lado –Mentira no era. Creo firmemente que si algo me daría más fortaleza, seria apegarme a mis seres queridos y ese pensamiento no iba de la mano con tener a mamá en la cárcel.

Susan detuvo el auto y de sus ojos comenzaron a salir un sinfín de lágrimas. Oír eso había sido demasiado para ella, muy tierno pero a la vez el contexto lo hacía tétrico para ella. Como querer hacer una buena acción que a la vez no es nada buena, se sentía frustrada.

El sonido de los autos pitando para que arrancase empezaba a ser ensordecedor así que Izzie decidió intervenir.

–Mamá, se que todo esto no es sencillo pero realmente necesitas mover el auto. Yo... Yo estaré bien, no sé cuándo pero lo estaré.

La adulta se limpió sus lágrimas con sus manos y arrancó el auto de nuevo. Siguió conduciendo hasta que pocos minutos después llegaron al consultorio. Izzie bajó del auto despidiéndose de su madre y entró al establecimiento esperando su turno.

La música en mis audífonos era la compañía perfecta, me mantenían un poco alejada del silencio que era un enemigo para mí porque me hacía pensar, recordar y deprimirme. Había llegado 20 minutos antes de la hora de mi consulta así que sabía que disponía de tiempo para intentar relajarme antes de entrar. Finalmente, pasados los 20 minutos se abrió la puerta del consultorio y no me esperaba ver a quien salió de allí: Andrea. Yo quité mis audífonos.

Trabajo En ProgresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora