Parte 26 - ¿El tenedor?

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La repulsiva imagen de Karl estaba frente a mí.

—¿Quién dejó entrar a esta cosa?— pregunté pero todos negaron.

Viendo la situación suponía que había entrado a la fuerza. Suspiré tratando de encontrar paz.

—Karl, vas vale que te larguen antes de que te eche seguridad.

—¿Quién te crees que eres? ¿Acaso crees que tienes algún derecho de quitarme el dinero?

Sonreí.

—Sí, de hecho. Si en este mismo instante quisiera tú estarías pudriendote en la cárcel.

Karl comenzó a acercarse a mí, haciendo que todos se pusieran nerviosos.

—¿Cómo una mujer es que puede crees tener ventaja? — comenzó a reírse como un loco — Ah, eso es algo que tú y tu madre comparten. Piensan que pueden escapar de toda la mierda que tienen detrás, pero al fin y al cabo ustedes siguen siendo eso, mierda.

Jamás había sentido odio, algunas personas me llegaban a disgustar. Pero lo que sentía por la escoria de ser humano que estaba frente a mí era otra cosa.

—¿Dónde está Ana?

—Oh bueno, creo que no le gustó que la tratara como la puta que es. Ay no, su padre estaría muy decepcionado.

Fruncí el ceño. Ni siquiera cuando llegué a tener a Ana como buena madre, ella alguna vez mencionó a su padre. Y ahora que lo pensaba, jamás había mencionado a su familia de México.

—Quiero mi dinero ahora — comenzó a acercase más a mí y por instinto — o si no...

Un pie se colocó en su pecho, tirándolo bruscamente de una pata al suelo.

—¿O si no qué imbécil?

Volteé a mi lado, viendo a Cris con las manos en los bolsillos de su pantalón. Me miró cersiorandose de que estuviera bien, y solo asentí. Volvió a mirar a Karl.

—¿No crees que estás muy grande para no meterte con alguien de tu tamaño? — vi cómo Cris apretaba los dientes.
Y ahí supe que tenía las manos en los bolsillos para contenerse.

Karl tosió tratándose de levantar.

—Tú qué vas a saber de esto, niño rico. ¿Sabes acaso la mierda con la que está cubierta Ros...

Cris le volvió a dar una patada, sin dejarlo terminar.

—No. Y la verdad me vale verga. Pero algo que sí me importa es — se agachó — te juro que si vuelvo a ver tu horripilante rostro cerca de ella. Te mató.

Hizo un ademán con la mano, haciendonque seguridad se lo llevara. Volvió hacia mí y simplemente le sonreí, abrazándome de su tórax.

—No te hizo nada, ¿verdad?

Negué connla cabeza y aspiré su exquisito perfume.

—¿Cris?

—¿Mmm? — preguntó recargando su barbilla en mi coronilla.

—Sé que es raro pero. Quiero ir a ver a Ana, sé que este desgraciado algo le hizo.

Me separó un momento de su cuerpo para mirarme a los ojos.

—¿Estás segura?

Lo miré con ojos llorosos.

—¿Está mal que me preocupe por ella cuando Ana jamás en su vida se ha interesado por mi bienestar?

Cris me sonrió tiernamente y negó. Limpió algunas lágrimas escurridizas que se resbalan de mis ojos con sus pulgares.

—No nena. No tienes la culpa de tener un corazón bonito.

Viviendo con mi mejor amigo (Roomie 1)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora