Capítulo 9: Besos de una Barbie

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El estilo de vivir de Charlotte era una vil copia de las Kardashians. Elsa confirmaba esta idea cada día en el trabajo, pero ahora, no podía estar más segura de que Charlotte era una hija perdida de Kris Jenner.

La chica de ojos azules había quedado atónita ante la residencia que parecía haber sido construida por los dioses griegos. La entrada parecía brillar por sí sola, un inmenso portal de cristal con bordes de madre pulida les daba la bienvenida; pero de la manera en la que los ricos petulantes lo hacen, mirándote hacia abajo y con arrogancia infestando su cerebro, ahogando cualquier pizca de sentido común restante en ellos.

Por dentro, la casa era descomunal, llena de trabajadores que se encargaban de que no hubiera ni una partícula de polvo en el lugar y cosas innecesariamente caras colgando de todas partes.

La mansión era el perfecto doble de la vivienda de una diva de Hollywood. Es como si le hubiese rogado a sus padres que le hicieran una casa de Barbie tantas veces que, si fuera posible, se la hubieran lanzado al rostro con tal de callarla.

Cerrarle su boca era algo que Elsa soñaba desde que la conoció, eso y golpearle sus perfectos dientes. Sí, al estilo Tony Stark. Sus conversaciones era un tipo de monólogo permanente acerca de vida fácil y riquezas, algo que la nueva co-jefa de GloGlob no soportaba.

La platinada tenía que admitir que sus deseos de estrangularla nunca fueron más ardientes y tentadores que en ese momento; la chica de cuerpo escultural y perfecta cabellera castaña, se revolcaba, haciendo un berrinche sobre su cama blanca estilo princesa, algo que salía tan natural de ella que parecía que tenía años de práctica. Lo hacía de una manera tan insuperable que Elsa no podía, a pesar de lo mucho que quisiera, sentir vergüenza por ella; de hecho; quería saber como alguien haciendo berrinches podría verse así de bien. Ahora entendía porque siempre conseguía lo que quería.

Sus lloriqueos eran algo que la ojiazul aborrecía con todo su corazón, para ella, era el ruido de dos gatos peleando a muerte por un pescado.

—¡¿Tienes idea de como reaccionó mi mami cuando supo que MI CITA estaba revolcándose con otra?!— berreó sacudiendo sus hombros, cosa que causó un movimiento atrevido de su pecho completamente intencional.

Jack se veía más apacible que Elsa dentro de aquella escena pero, la verdad, es que estaba a punto de explotar por dentro.

—Charlotte, lo siento muchísimo...— contestó él, con sus manos en alto, intentando calmar a la explosión de hormonas y falta de educación paterna que tenía enfrente.

—¡No lo haces! ¡No lo haces, no lo haces! ¡No lo haces!— chilló ella, cerrando los ojos para darle más fuerza a su voz. —¡Y haré que papi hable con tu ex-jefe para que te cambie!— la joven de cabello almendra, sacó como por arte de magia su teléfono móvil.

Elsa enarcó la ceja. De hecho esa idea sonaba espléndida.

Por su lado, el chico se tensó e intentó detener las manos de la niña rica que ya llevaban su celular a su oreja.

—¡No, no, no!— exclamó casi cayendo sobre ella en alas de detenerla. Cuando recuperó su balance, suspiró cerrando los ojos. —Lottie... Somos amigos, por favor... Si me ayudas con esto estaré muy agradecido contigo.— tomó las manos de la joven entre las suyas y le miró sinceramente apenado.

Por alguna razón a la platinada tras de él no le gustó aquella maniobra que Jack acababa de ejecutar. Quizo intervenir pero se había quedado fría en su lugar, sin ser capaz de mínimo piar.

La castaña observó la unión de sus manos con las de Jack, se fijó en la ceñuda platinada de atrás y después se enfocó en el bello rostro del suplicante peliblanco. Una sonrisa de lado se mostró en su fina faz.

Cómo sacar a Jack Frost del mapa [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora