Aquella acogedora sala siempre había sido un lugar que se portaba afable con cualquier visitante. Incluso su amplio espacio no lograba intimidarte, no como la casa de Charlotte, el recinto Frost parecía siempre darte la bienvenida a cambio de un rato de paz, tranquilidad y sonrisas familiares.
Esa tarde las finas cortinas de las largas vidrieras flotaban con suavidad como velos de novia en un día ideal para su desposorio, dejando que la luz se colara sosegadamente por las ventanas. El lugar pudo definirse como un lugar de completo reposo bajo el suave canto de los pájaros, si no fuese por la diminuta figura de unos cuatro años que se escondía tras unos muebles de la esquina.
Emma se cubrió la boca tras sus manitas mientras reía en voz baja. Sus pequeños dedos aún tenían manchas de diferentes colores de marcador cubriéndole los bordes, incluso, estaba colorada hasta la muñeca. Hizo un espacio a su lado, tras el buró de la sala, cuando Elsa apareció en busca de refugio y se sentó a un costado de la pequeña Frost.
Ambas compartieron una mirada antes de reír por lo bajo mientras se encogían de hombros. Las risitas de ambas se cortaron al instante cuando unos pasos que intentaban ser discretos chocaron contra la madera del suelo de la sala. Elsa colocó su dedo índice con suavidad contra sus labios mientras soplaba cuidadosamente entre dientes, pidiéndole a la más pequeña guardar silencio. Su respuesta fue muchos asentimientos de cabeza al momento que la hermana de su mejor amigo hacía hábiles esfuerzos para acallarse a sí misma.
Cuando los pasos se volvieron más cercanos, Elsa soltó un chillidito casi inaudible para luego abrazar a Emma y volverse una barrera contra el peligro que las acechaba desde atrás.
El eco de los pasos resonó contra sus oídos elevando los niveles de adrenalina en los sistemas de las chicas a quienes se les hacía cada vez más difícil controlar sus risas.
Se acercaba.
Las manos de Jack jalaron a Elsa desde los hombros haciéndola por consecuente traerse a Emma con ella. Ambas gritaron entre carcajadas mientras el ahora peliblanco intentaba detenerlas de huir como lo habían hecho ya tantas veces en el pasado.
Digamos que el peor error de Jack era quedarse dormido después de un día pesado junto a esas dos. Era un error más grande cuando las dos jovencitas tenían marcadores o labiales en mano que podían servir a la perfección para rayonear el rostro del joven Frost. Claro que el peliblanco despertaría cuando estuvieran al mitad de un bigote francés y las perseguiría por toda la casa hasta encontrarlas escondidas siempre en el mismo punto.
Después de tantos años de envidias y frustraciones, Elsa no podía creer que estaba enserio disfrutando su tiempo con Mr. Perfecto Frost. Por un momento... se sentía como una chica de quince de nuevo, junto a su mejor amigo y hermanita, intentando escapar de las manos de Jack que le despeinaban el cabello mientras jalaba a su mini-clon de la falda para evitar que escapara igualmente.
Emma caía de trasero al suelo sólo para ser víctima de bombas de besos por parte de su hermano mientras se quejaba bajo las carcajadas de Elsa que intentaba zafarse del brazo de Jack que la rodeaba de la cintura.
—¡Ew! ¡Jack, quítate!— gruñó la castaña frunciendo su naricita mientras se limpiaba las mejillas de la baba del mayor, todo un poco antes de encajarle su codo en la costilla; su técnica de oro; que jamás le fallaba al momento de escapar. Tras aprenderlo a la edad de seis, ella siempre era la primera en liberarse del lazo de su hermano, mientras Elsa seguía intentando quitarse el brazo de Jack de la cintura.
Cuando vio a Emma huir a otra habitación, la platinada apretó sus ojos entre risas mientras meneaba la cabeza de un lado a otro intentando salir del agarre del peliblanco. Su técnica especial eran las cosquillas, y Elsa lo odiaba, Frost siempre le había ganado en ese juego cuando eran jóvenes, sus manos eran muy rápidas y atacaban en los lugares que ella descuidaba, todo aquello siendo sumamente respetuoso, ¿cómo rayos lo hacía?
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Cómo sacar a Jack Frost del mapa [Jelsa]
FanficHarta de ser siempre la del segundo puesto en todo, Elsa Arendelle decide deshacerse de su única y permanente competencia: Jack Frost, el chico que es tan perfecto que duele. En el desesperado intento de librarse del apuesto joven, Elsa se encadena...