Cómo sacar a Jack Frost del mapa [Jelsa]

Capítulo 10: Divirtiéndose en una mentira

Charlotte sonrió de lado y se aproximó al lindo castaño.

—¿Me darías algo para limpiarlos?— sus manos acariciaron su liso pecho mientras se daba la libertad de chocar con suavidad su nariz por un segundo.

—Te daré algo para que te veas más linda en ellos.

—Por favor.

Jack la acompañó a una banca del parque y puso estratégicamente la mochila entre ambos. Bajó la mirada por un segundo, sintiéndose un peón en el juego más sucio del mundo.

"Mamá, perdóname por lo que estoy por hacer."

Rodeó a la castaña con un brazo mientras ella acomodaba su mejilla en el hombro de éste.

—¿Tus padres te recomendaron este lugar?— habló el chico dándole tiempo para que pasara el paquete a su bolso. La verdad tenía curiosidad, ¿ella había elegido meter sus manos al fuego o sus adinerados padres eran tan bastardos cómo se veían en la prensa?

—Tienen un primo que enserio necesitaba que viniera hoy.— habló ella con seriedad. Sus padres necesitaban pagarle con drogas a su mafioso pariente para que no matara su figura pública o peor... a ellos. Su mirada se pasó a la mochila y acercó su bolso con cuidado.

—Lamento que sea así.— Jack se sentía mal por ella. Por ambos en realidad, sus vidas seguramente no eran fáciles.

—No es problema.— tenía que admitir que su conciencia ya no estaba tan sensible como la primera vez que lo hizo, no obstante, había visto al castaño con un brillo melancólico desde que llegó con ella. Tal vez él era mejor persona.

Con un movimiento rápido y casi imperceptible, se encargó de cargar su bolso.

>>Fue lindo hablar contigo.

—Espero no se vuelva costumbre.— murmuró Jack pasando su vista a ella.

—Me gustaría qué tal vez pudiéramos hacerlo de una manera diferente.

Jack parpadeó concentrándose en el bonito mirar de la chica. Sus verdes ojos no eran tan bellos como los de Elsa. No se acercaban.

—No creo que sea lo mejor...

—Te entiendo.

La chica se pasó un mechón tras la oreja y acomodó su bolso sobre su hombro, observó sus zapatillas rojas por un momento y después analizó el área. Otra pareja los veía desde el otro lado del parque, Charlotte sonrió y se giró a Jack.

>>Ríete.— ordenó con simpleza.

Ambos soltaron una risita endulzada y la castaña se acercó para plantarle un beso en los labios al chico. Sin más, se levantó dispuesta para irse.

—Adiós, amor.

El ojiazul había vivido esa escena tantas veces que ya no le sorprendía aquello; siempre que una mujer recogía los paquetes de su padrastro, tendían a fingir ser una pareja, era lo más sencillo. Sin embargo lo odiaba, mientras otra besaba sus labios, él sólo pensaba en la hermosa platinada de mejillas rosadas.

Mantuvo su ligera sonrisa mientras veía a la niña rica irse. Esperaba que las cosas mejoraran.

Jack suspiró, recargándose en la banca. Paseó su vista al lugar y negó con la cabeza culpable, acababa de volver aquel hermoso lugar en un recuerdo amargo.