-Y por todo este cariño que te tenemos, Finn-dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue hecho especialmente para esta ocasión -queremos que formes oficialmente parte de esta familia. Así que este es nuestro regalo de cumpleaños,la mano de nu...
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No podía dejar de mirarlo al chico detrás del mostrador. Era guapo, alto, de cabello castaño y ruloso, además de contar con una hermosa sonrisa. Trataba de ponerle atención a lo que me decía Millie acerca de la falda que había encontrado, pero no podía apartar mi mirada de él.
—Creo que la compraré...—le entendí a Millie. Miré al suelo cuando crucé la mirada con el chico, sentí que me sonrojaba de a poco. Millie notó ese detalle y buscó con la vista el punto que había estado mirando, cuando encontró al chico hizo una mueca y me golpeó en la cabeza con la falda que sostenía.
—No puedes, ____. Estás comprometida ahora, ¿qué pensaría Finn si te viera en estos momentos? —Sí... ¿qué pensaría él? ¿Me dejaría libre?
—No lo sé... tampoco es para tanto, sólo lo estaba mirando. Estoy comprometida, no ciega —le respondí. Millie negó con la cabeza y siguió sacando ropa de los colgadores de la tienda.
Levanté la vista una milésima de segundo y sentí la mirada del chico. No podía hacer nada, él me gustaba pero no de la misma forma que Finn. No, no era justo para mi Rizos, así que me reprimí e hice como que él no estaba en el mismo establecimiento que yo. Sin embargo, no funcionó. Millie me regañaba cada cinco minutos por mirar "descaradamente" a otro hombre que no era mi futuro esposo, pero al parecer ella no comprendida que yo aún tenía 17 años y que era una chica como todas las demás.
—___, ya basta. Llamaré a Finn—me dijo enojada mientras sacaba el celular nuevo de su bolso.
—Tú no harás nada. No he hecho nada malo, no lo he engañado—protesté. Y era verdad, admitía que el chico me atraía y que no dejaba de lanzarle miradas, pero no había hablado con él. Seguía siendo un desconocido.
Pero como siempre, las cosas iban en mi contra. Cuando Millie fue a pagar la ropa que había elegido, nos atendió nada menos que el chico.
—Hola chicas, en que puedo ayudarlas —nos dio con una agradable sonrisa. Millie bufó y me fulminó con la mirada con la clara advertencia de —"no hagas nada o le diré todo a Finn".
—Quiero pagar esto —le dijo Millie, sin dejar de mirarme. Cuando él le entregó el recibo y las bolsas con ropa, Millie se apresuró en tirándome del brazo. Afuera de la tienda, sentado en una banca para descansar dentro del centro comercial, Finn bebía un café.
—Recuérdenme no volver acompañarlas cuando digan la palabra "compras" —nos dijo poniéndose de pie y acercándose a nosotras. Pasó su brazo por mi cintura y comenzamos a caminar hacia la tienda de música, Millie queria aprender tocar guitarra y para empezar necesitaba una.
