7.

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Please Marry Me
17 años.

Sí ó sí
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El sol invernal me molestaba, habían corrido las cortinas de mi habitación y eso fue lo unico que logró despertarme

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El sol invernal me molestaba, habían corrido las cortinas de mi habitación y eso fue lo unico que logró despertarme.

Estaba tan frío que ni la luz me convenció para salir de mi cama, estaba cómoda entre las tibias sábanas y la esponjosa almohada que mamá me había comprado la semana pasada. Era una paz, tranquilidad amortiguadora.

Hasta que Bella entró corriendo y se puso a saltar sobre mi cama.

—¡Es el día, es el día! —gritaba. Se tiró encima de mí y me destapó. Busqué las mantas con mi mano, pero las había apartado hasta dejarlas al borde de la cama. Genial, ahora debía levantarme.

—¿De qué éstas hablando enana?— le pregunté irritada. Los ojos verdes de Isabella brillaban de excitación, algo la tenía muy emocionada. Algo que yo no podía recordar.

—¡Es el día! —repitió. Le tiré del cabello y la boté al suelo. Se quejó un buen rato hasta que al fin se quedó callada.

—Ahora que estás calmada y no estás aplastándome, me dirás de que bendito día estás hablando.

—¡Es el cumpleaños de Finn!— exclamó.

Claro, era el cumpleaños de Rizos. Lo había olvidado por completo. O al menos eso intenté.

—¿Y por eso me despiertas? —le gruñí.

Isabella ya tenía trece años y aún seguía siendo bastante infantil. Mary cuidaba de ella como si fuera su hija, como Nick se había marchado hace ya algunos años a Londres para estudiar, consolaba su tristeza en velar por la felicidad de Isabella. De cierta manera eso me gustaba, ni Mary ni Isabella sufrían, se tenían la una a la otra cuando más se necesitaban.

—Sí, es que ya es un adulto. ¡Ahora es un hombre! —gritó otra vez. Iba a dejarme sorda antes de que yo cumpliera los 18.

—¿Y qué se supone que era antes? —ambas miramos hacia la puerta, donde Finn se apoyaba en el umbral con los brazos cruzados sobre su pecho. Aun vestía en pijama al igual que Isabella, tenía el cabello despeinado y se notaba de lejos que recién había despertado.

—Eras un hada —le dediqué una sonrisa burlona y él me devolvió una mirada asesina. Tuve una larga discusión con él después de que me regalara a Nana, le expliqué que todos esos años creía que el hada de las galletas me las dejaba frente a mi puerta cada vez que me sentía mal.

Le dije que era un acto muy dulce de su parte, pero que no lo hiciera más hasta que se me pasara el enojo por lo de Sparks, que sí quería mi perdón unas simples galletas no bastarían.

Please, Marry Me. | F.W. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora