Capítulo 56

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»¿A qué te refieres cuando dices que tienes mi maleta?«. Podía ver la expresión confusa en el rostro de Ino, y esa confusión pronto se convirtió en algo deforme y sombrío.

» Creo que el alcohol en verdad te sentó muy mal, ahora mismo estás diciendo cosas sin sentido que no entiendo. Sasuke, ¿por qué razón ocultarías mi maleta?«. Él intentó abrazarla cuando sus irises se contrajeron y comenzó a sollozar, sin embargo, ella se apartó al instante, y el abrazo murió en el aire.

» ¡No tienes ni idea del infierno que viví!, ¡debiste dármela esa noche frente a la Torre Eiffel!, debiste dármela, Sasuke... ¡debiste dármela!«. Chilló amargamente.

Lo recordaba ahora, el momento justo en el que reveló toda la verdad, y a Ino gritando y llorando histéricamente.

...

—¡Sasuke! ¿Qué haces tirado al borde de tu puerta?, ¿te encuentras bien?

Escuchó la voz de Hidan y sus ensordecedores pasos de gigante acercarse a él con apuro. Hidan masculló un par de palabras que no logró entender.

—¿No vas a moverte? —lo sacudió con la punta del zapato, pero Sasuke ni siquiera se quejó.

Enseguida lo tomó entre brazos y lo cargó como si Hidan se tratara de un fuerte caballero de la edad media. Sasuke lo observó por el rabillo del ojo, incapaz de oponerse o maldecirle.

—¿Tampoco puedes hablar? ¿Ino te comió la lengua o algo así?

Carcajeó, pero su risa se desvaneció en cuanto pisó dentro del hogar de Sasuke. Consternado, Hidan exclamó una admiración invariable.

—¡Santo cielo!, ¿qué demonios ocurrió aquí? Mierda, pequeñín. ¿Tú eres el responsable de todo este desastre?

Los pies de Hidan chocaron contra una figura de vidrio que terminó por quebrarse aún más, y el sonido le provocó que la piel se le enchinara.

Cuando Hidan lo colocó encima del sofá marrón, Sasuke pudo distinguir un semblante que jamás le había conocido. ¿Estaba preocupado?

—Habla, pequeñín —Sasuke no le respondió, se dispuso a apoyar la cara sobre el respaldo del mueble—. ¿Tú hiciste esto?

Hidan frunció el entrecejo ante el mutismo de Sasuke.

—Viejo, si querías alocarte con un poco de bebida podías hacerlo, pero, ¿qué culpa tenían los pobres amantes de cerámica? —señaló los objetos destrozados—. Creo que Ino se empeñó bastante en conseguirlos, ¿no es así? Se molestará y te dará tremenda regañada, señor mandilón.

Hidan rió, pero la tensión en el ambiente se seguía acumulando. No obstante, Sasuke tembló levemente cuando nombró a Ino, cosa que no pasó desapercibida para el hombre de cabello plateado, quien lo examinó infinitamente curioso.

—Hey. Tengo la impresión de que nada está bien. ¿Pasa algo con Ino? —aproximó los dedos para tocarlo—. ¿Eso es sangre? —se alarmó—. ¡Sasuke, estás sangrando!

Se levantó espantado, moviéndose de un lado a otro sin saber qué hacer.

—Mierda, tienes vidrios incrustados en la piel. Sasuke, ¿cómo rayos puede alguien cortarse así?

Gritaba entre dientes mientras buscaba en el baño algo que pudiera servirle para curarlo.

—No es el mejor momento para jugar al chico serio, ¿sabes? Al menos responde. —dijo al volver con un botiquín de primeros auxilios entre las manos—. Puede que yo tenga la culpa de todo —tomó asiento en el mullido sillón y capturó a Sasuke de los hombros, poniéndolo a espaldas—. Quítate la camisa.

Un Destino Para Los DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora