Capítulo 26

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Avanzó por un par de calles atiborradas de gente. Sasuke odiaba con fuerza a las personas, y tenía que crujir los dientes para obligarse a guardar la compostura. Mas, cuando descubrió la vista de la Torre Eiffel, se relajó.

Se dejó caer sobre el pasto, admirando de pronto la danza de la fuente. Después, fijó su vista en la torre, alzando su cabeza para contemplar desde el nacimiento hasta la punta. Eran casi más de trescientos metros, y era sin duda, el lugar más emblemático de París.

Solía asistir mucha gente, tanto turistas como locales. Casi siempre eran parejas enamoradas que se besaban o se profesaban amor eterno. En el tiempo que había visitado ese lugar, fue testigo de al menos de ocho propuestas de matrimonio.

"Imbéciles".

Muy cerca de él se hallaban un grupo de amigos mixto, posando para una fotografía. Dos chicas simulaban tocar la torre, mientras los otros dos adolescentes hacían caras sorprendidas, abriendo por demás la boca y los ojos.

"Ridículos".

En todo el perímetro se encontraban muchachos así, tomándose fotos en poses absurdas.

Sasuke enterró el rostro en la palma de sus manos, nublando sus sentidos por un momento. Sintiéndose avergonzado por la máscara de mediocridad que rodeaba todo su mundo; seguramente muchas de esas personas tuvieron que ahorrar por largos años para conseguir viajar a París. Sasuke sonrió de medio lado, él tenía demasiado dinero y no trabajaba por él, ni siquiera estudiaba. Todos los días se levantaba a la hora que se le antojara, iba a donde quería y malgastaba en tonterías; aún así, el dinero parecía no terminársele jamás. Evidentemente, era mucho más superior que todos ellos.

Él ya no era el mismo de antes, claramente renació y se convirtió en otro Sasuke diferente. Su aspecto podría ser casi idéntico al de hace dos años, pero su personalidad se transformó en una mucho más fría e indiferente, alguien egoísta que se había desecho de sus sentimientos. Ahora, se decía a sí mismo que era incapaz de sentir nada.

—Disculpe...

Alguien lo llamó y aunque escuchó la voz de una mujer, no hizo caso. Apretó sus ojos.

—Disculpe...

Quizá solamente se hacía creer que no tenía emociones, porque muy en el fondo percibió envidia al estar en la cafetería y encontrarse con aquellos músicos. Probablemente eran celos, porque ahora ya no tenía ilusiones o deseos a los que aferrarse.

—Oiga.

Arrugó el entrecejo y levantó la cabeza con brusquedad.

—¿No le interesaría comprar una estatuilla de la Torre Eiffel?

Frunció la nariz y negó iracundo. La muchcha chasqueó la lengua y no continúo insistiendo.

Eso sucedía muy a menudo. Cada vez que iba allí, solían confundirlo con un turista y ofrecerle replicas a escala de la torre de hierro. De verdad estaba cansado de toda esa hipocresía.

Y con el crepúsculo en el cielo, una corriente helada perforó en su piel y Sasuke maldijo por no haber llevado un abrigo, a pesar de saber de que París era muy fría. Refunfuñó, su plan de suicidio tenía que dejarlo para otra ocasión.

Por pura curiosidad, dirigió sus ojos hacía el lugar por el cual la vendedora se había marchado. No la encontró, pero al instante que su mirada chocó con una silueta femenina, su corazón comenzó a palpitarle desorbitadamente.

Abrió sus oscuros orbes y se puso de pie, casi sin aliento. A unos cuantos metros vislumbró a una joven de larga cabellera rubia, con un abrigo negro y unos jeans de mezclilla ajustados. La detalló perfectamente.

Era ella.

Sonrió sarcástico para sí mismo y acto seguido, se restregó los ojos. Probablemente se trataba de una ilusión y eso era lo que le causaba gracia. Ya había pasado tanto tiempo desde que la vio por última vez en su mente.

Cuando abrió de nuevo los ojos, los enfocó en la misma dirección, asustándose al reparar que la imagen de ella no desapareció. A diferencia de sus alucinaciones pasadas, ésta parecía tener vida propia, pues se movía con agilidad y sonreía amenamente, además de que su cabello dorado resplandecía más que en sus sueños.

"No, no puede ser ella". Volvió a reír.

Ella disfrutaba del momento, tomando fotografías de la Torre en distintos ángulos.

Él la contempló, pensando que le gustaría que en verdad fuera real. Mas, en un breve momento, la chica volteó la mirada justo a su dirección y pareció que lo miraba también. Sasuke se sobresaltó rápidamente, descubriendo que las pupilas azules de ella reflejaban asombro.

Cruzaron miradas por un largo minuto, sin evadirla ninguno. Ella abrió la boca, como si quisiera decir algo desde lejos, pero no animándose a hacerlo.

Entonces Sasuke lo entendió.

"Es Ino". Era ella y era real.

Un Destino Para Los DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora