Capítulo 73

117 15 7
                                    

Una enfermera los acompañó hasta el tercer piso donde se encontraba la habitación de Iida Mikoto.

Sasuke sintió el corazón salírsele del pecho y las manos sudorosas. Por supuesto que no estaba preparado para ver a su madre viva después de creerla muerta. Nunca la conoció, más que por aquella vieja fotografía.

¿Qué aspecto tendría ahora con el paso de los años? ¿Lo recordaría a él y a Itachi? No lo sabía y no estaba seguro de querer saberlo.

Itachi permanecía inmutable, y fue el primero en entrar.

Sasuke no dijo nada, pasó saliva y sintió el alma prendada al estómago. Y con pie titubeante, dio el primer paso. La luz de una ventana lo cegó por un segundo y lo obligó a caminar con los ojos cerrados, aunque tenía que admitir que los había cerrado para negarse a ver cualquier cosa, y se adentró a ciegas.

Se detuvo en seco cuando la puerta se cerró a su espalda y dio un respingo cuando Itachi le dio una palmada en el hombro. Apretó los ojos con fuerza y poco a poco fue abriéndolos.

"No lo olvides, Sasuke, es tu madre". Se repitió a sí mismo.

Levantó la vista hacia la cama y respiró profundamente, y el cuerpo le tembló.

La miró detenidamente, era ella, su madre, la mujer que lo abandonó al nacer... Sasuke contempló las arrugas de su cara, y su cabello largo y oscuro adornando su cabeza; la miró toda, definitivamente era ella, y ella lo veía también, sonriéndole.

Las lágrimas comenzaron a brotar por sus mejillas y comprendió que no la odiaba, que a pesar de todo la quería, y quiso abrazarla, pero no se animó, porque descubrió en su mirada que realmente no lo veía a él, ni a Itachi, sino que veía a la nada. Y tuvo ganas de llorar con más intensidad.

Itachi carraspeó la garganta, aclarándose las ideas y posiblemente disipando las ganas de llorar también.

—Madre, somos nosotros.

Ella no respondió, seguía observando un punto en específico con una sonrisa torpe. Itachi desvió la cabeza un momento y dijo algo que Sasuke no alcanzó a escuchar.

—Somos tus hijos —lo intentó de nuevo, acercándose a ella, pero fue imposible, ella seguía ensimismada—. ¿No nos reconoces?

Sasuke no sabía de qué manera actuar. Incluso Itachi se veía desesperado y abatido, y realmente ver la escena le provocó un sentimiento de pena.

Arrugó el puño, incompetente por no hacer algo.

—¡Somos tus hijos! —gritó él—. Somos Itachi y Sasuke... ¡Tus hijos!

Itachi guardó silencio y se acuclilló a la altura de ella.

Ella cambió de expresión por un milisegundo que él sí alcanzó a percibir, había separado los labios y había abierto los ojos.

—Mis... mis —balbuceó—. Mis... ni-ni-ni-ños.

Se quedó estático, observándola. Ella se paró de la cama, pasando de Itachi, y comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación, como si estuviera buscando algo, y repitiendo lo mismo una y otra vez de forma mecánica.

Fue muy lamentable mirarla de esa forma, con una bata blanca y merodeando con aspecto de locura. Tomó dos almohadas y se las acercó al pecho.

—Shhh, tra-tranquilos —meció las almohadas—. Mamá, mamá, mamá está aquí —sonrió, tratando de amamantar a las dos almohadas.

No soportándolo más, Sasuke salió apresurado de la habitación, y mandó todo a la mierda. No podía seguir viendo a su madre en ese estado tan demencial. Era, en cierto punto, aterrador.

Un Destino Para Los DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora