1. Comienzos, rencores, aceptación y nuevos sentimiento

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1 de Noviembre, 1981

Encorvado y con la cabeza gacha, Severus Snape se había desplomado en una butaca; Dumbledore, de pie frente a él, lo contemplaba con gesto adusto. Al cabo de unos instantes, Snape levantó la cara; parecía un hombre que hubiera pasado por cien años de desgracia después de haber vivido en una montaña.

— Iba usted... a protegerla...

— James y ella confiaron en la persona equivocada –Afirmó Dumbledore- Igual que tú, Severus. ¿No suponías que Lord Voldemort le perdonaría la vida? –Snape respiraba deprisa, muy agitado- Pero su hijo ha sobrevivido –Snape negó con cabeza, como si espantara una mosca- Su hijo vive, él sobrevivió y...

—¡BASTA! –Bramó- ¡Ella está muerta! ¡MUERTA!

—¿Qué te ocurre, Severus? ¿remordimiento, acaso?

—  Ojala... ojala yo estuviera muerto...

—  ¿Y de qué te serviría eso? –Repuso Dumbledore con frialdad- Si amabas a Lily Evans, si la amabas de verdad, está claro qué camino debes de tomar.

Severus dejo de escuchar lo que Dumbledore le decía. A él no le importaba si el mocoso había sobrevivido o no, lo único que sabía era que su amada Lily había muerto esa noche; que la mujer que tanto había amado durante tantos años ya no estaba, que se había esfumado de un momento a otro y lo que más le dolía, era que nunca pudo reconciliarse con ella.

—  Entonces, ¿qué haremos con el niño? –Para cuando Severus regreso a la realidad, ya no solo estaban Dumbledore y él, también había llegado McGonagall. Ni siquiera noto cuando la mujer llego- No se puede quedar sin supervisión y el mandarlo a un orfanato ¡no puede ser una opción!

—  Estoy de acuerdo contigo, Minerva –Dijo Dumbledore con voz apacible- El único mago que podía reclamar su custodia está preso en Azkaban. Sus únicos parientes viven en el número 4 de Privet Drive, en Little Whinging, Surrey.

—  ¡Pero son muggles! –Minerva lo miro desaprobatoriamente.

—  Y son su única familia disponible y como lo acabas de decir, Minerva –Dumbledore afilo su mirada a la mujer que se mantuvo en silencio- Dejarlo en un orfanato, no es una opción.

Te juro que ese día no quería escuchar nada que se relacionará contigo, no me importaba lo que te pasará en realidad, solo por ser hijo de James Potter; el hombre que me atormento durante mis años de estudio, el que tenía por deporte humillarme... el que me gano en la batalla por el amor de Lily, tu madre... ¿Puedes creerlo? Así de injusto fui contigo. Sin embargo, el destino puede llegar a ser muy caprichoso y a mí me tenía preparada una lección bastante peculiar.

Diciembre, 1981

Era una tarde bastante fría acompañada de aguanieve que por ratos paraba para después continuar, tal parecía que pronto comenzaría a nevar; era el clima perfecto para no salir de casa y quedarse cobijado en el sofá frente a una cálida chimenea y una taza de chocolate humeante entre las manos. Sin embargo, no todos tenían la posibilidad de quedarse en casa, pues personas como Severus Snape tenían deberes que realizar a pesar del luto por el que aún atravesaba.

Debía ir a comprar algunas cosas que le hacían falta para la preparación de la poción pimentónica (sirve para curar el resfriado común). Por lo que ahora se encontraba caminando con un paraguas negro en la mano derecha y una lista de ingredientes en el bolsillo de su gabardina negra (debía ir por calles muggles para llegar a donde usualmente se surte de ingredientes para sus pociones, por lo que la vestimenta muggle era indispensable)

Papá por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora