Epílogo

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17 años después...

2017

— Los he mandado a llamar debido a que el comportamiento del joven Potter-Malfoy, ha dejado mucho que desear.

Minerva McGonagall miraba seriamente a ambos hombres que se encontraban frente a su escritorio en su oficina como directora de Hogwarts.

Había decidido citarlos luego de que el hijo de los susodichos se batiera en duelo en los jardines del colegio, y es que eso no era lo peor, lo peor había sido que el chico había dejado tan mal herido al otro muchacho que Madame Pomfrey dijo que era imposible que se recuperara en al menos dos semanas.

No era la primera vez que se le llamaba la atención por mala conducta o por comenzar peleas a medio pasillo, y por más castigos, amonestaciones o puntos perdidos a su casa, el joven continuaba con su fama de busca problemas. Esta vez había sobre pasando los límites que el colegio marcaba como aceptables.

— Como ustedes comprenderán. Hogwarts es un colegio que se dedica a la educación para la formación de magos y brujas excepcionales y de grandes valores, por lo tanto, como directora, no permitiré que uno de mis alumnos ataque a otro sin razones aparentes.

— ¿Podemos saber qué fue lo que hizo exactamente? —Preguntó Harry, tratando de ganar tiempo para poder pensar en algo que le ayude a su hijo a salir de esa situación.

— Le encogió la cabeza a su compañero, le lanzó un tragacaracoles, luego un maleficio de rodillas al revés para hacerlo bailar con un tarantallegra y al final lo convirtió en una rata.

— Vaya... —Draco se pasó una mano por detrás de su nuca, pensando que ni él se atrevió a tanto cuando molestaba a otros para llamar la atención de Harry cuando "terminaron" su amistad.

— ¿Y todos le salieron bien? —Dijo Harry con cierto tono de admiración, ganándose un codazo de su esposo y una mirada de reproche de parte de McGonagall— Digo... ¿El muchacho está bien?

— Por suerte Madame Pomfrey es una excelente medibruja, pero eso es algo que ustedes ya deben saber mejor que nadie —Les dio una mirada seria, una como aquella que solía darles cuando estaban por ser castigados en sus años de estudio.

McGonagall permaneció unos segundos mirándolos de aquella manera e inevitablemente ambos recordaron el incidente en los baños en sexto año, logrando revivir recuerdos agridulces por los sucesos que pasaron después de eso.

Draco paso saliva y Harry suspiro bajando la mirada.

— En fin... —Continuó hablando McGonagall— Si los mande a llamar es porque, como dije, su hijo a atacado sin razón aparente; él no quiere decirnos nada e insiste que lo hace solo porque no tiene nada que hacer, sin embargo, es mi trabajo llegar al fondo de este asunto antes de firmar su expulsión definitiva.

Harry levantó la cabeza de inmediato al escuchar la palabra expulsión. ¡No podían expulsar a su hijo! Estaba por abrir la boca y saltar a defenderlo, pero Draco le ganó la palabra.

— ¿Quiere que hablemos con él? —Más que una pregunta, aquello fue una afirmación.

— Me alegra que lo entienda señor de Potter —Dijo ella con una sonrisa complaciente—. Por todo el castillo hay ojos que vigilan las veinticuatro horas y estos ojos cuentan una versión diferente de su muchacho. Así que he permitido una última oportunidad para el joven Potter-Malfoy.

Justo en ese momento se dejaron escuchar unos ligeros toques en la puerta, que luego de un firme "adelante" de parte de McGonagall, esta se abrió dejando ver a un joven de apenas trece años, portando su uniforme que dejaba en claro que pertenece a la casa de Gryffindor, con su mochila colgando de su hombro y una mirada apenada y algo aterrada al ver a sus padres frente a la directora.

Papá por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora