Capítulo 11

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-Creo que deberíamos descansar un rato. -le decía mientras me apoyaba en un árbol.

-Vamos, levanta -dijo mientras me agarraba del brazo para seguir caminando.- solo quedan unos cien metros.

-¿De veras? -pregunté asombrada.

Kartah asintió con la cabeza y con las pocas fuerzas que me quedaban seguí caminando. Llevábamos unas dos horas andando a paso rápido por el campo y ya nos habíamos adentrado en el bosque. Al parecer el dichoso lago no estaba tan cerca como decía. Ya serían las doce de la mañana.

Si bien era cierto que el lago quedaba a cien metros de nuestra posición, también lo era su belleza. Sí que merecía la pena en ir hasta allí, se parecía a una foto de un lugar llamado Lago superior en América.

Al acercarnos a la orilla de una zona un poco más privada me tumbé en el suelo para descansar.

-¿Apenas eres capaz de aguantar dos horas de caminata entrenando conmigo? -sí que era verdad que era capaz de muchas cosas, pero tenía los gemelos destrozados ya que ni siquiera habíamos corrido o andado. No. habíamos tenido que andar muy rápido para poder bañarnos antes de comer debido al tiempo que hubiéramos tardado.

Me levanté apoyándome con las palmas en el suelo.

-De acuerdo, ya estamos aquí. ¿Nos bañamos de una vez? Por cierto, más te vale que el agua esté templada o pienso pegarte una paliza por haberme hecho andar dos horas. Dos puñeteras y malditas horas a paso rápido. -apenas conseguí parecer seria, no paraba de reírme.

-Ya, claro. -estaba conteniendo la risa.- Te duelen a reventar las piernas, ¿verdad? No podrías pelear ahora mismo, conmigo claro.

-Lo que tu digas.- me acerqué con cara de dolor hasta Kartah para apoyarme sobre él. Me abrazó sujetándome por la cintura porque no podía sostenerme bien en pie. Derepente, algo se me ocurrió con tal de llevarle la contraria. Sin que pudiera prevenirlo utilicé una técnica que él mismo me había enseñado y lo tiré al suelo. A continuación le quité el puñal que siempre llevaba consigo y le hice un corte en el cuello en un lugar no peligroso.

-Sí que podría pelear, contigo claro. De hecho, -me acerqué y le susurré al oído.- podría haberte matado.

-Vale... aguantas más de lo que creía. -me tiró de un tobillo, aún él en el suelo, y caí sobre él.- ¿Sabes que esto tiene un precio, no? -dijo refiriéndose al corte del cuello.

-Donde no sea visible, si no mis padres me matan. -dije sabiendo lo que iba a pasar.

-Como usted mande. -cogió el puñal y arañó con cuidado mi abdomen. En ese momento me sorprendí porque pensaba que iba a cortar en lugar de arañar. De su cuello, a pesar de que no corté en ningún lugar que pusiera en peligro su salud, salía bastante sangre a diferencia de mi abdomen que solo había un hilo de sangre.

-Pensaba que ibas a hacerlo más profundo. -dije riéndome.

-Es lo suficientemente profundo como para que sangre. -dijo simple.

-¿Y para qué necesitas que sangre? -<<ni que fueras un vampiro o algo>> pensé.

-Para esto. -pasó un dedo sobre mi corté manchándolo así de rojo, justo después hizo algo que me dejó un poco en shock porque sinceramente, no me lo esperaba; se metió el dedo con mi sangre en la boca para saborearla.- Prueba tu propia sangre y lo comprenderás.

Dudosa, hice lo que me pidió y me di cuenta de algo que me dejó paralizada.

La voz de Mara me trae de vuelta a la realidad y empiezo a recordarlo todo, el accidente con el animal, la casa de Aurora -la chica que me trajo aquí para cuidarme mientras estuve inconsciente- la pelea con Helena... todo viene de golpe y me aturde como un mazazo en la cabeza. 
-No me estabas escuchando, ¿en quien pensabas? -me pregunta Mara tumbada a mi lado en el salón de la casa de Aurora, quien por cierto, se fue hace bastante rato. 
-En mi ... -demasiado.- hermano -respondo con un hilo de voz.
Me mira y por mi expresión comprende que está muerto. 
-Lo siento, ¿me hablas de él? -al igual que mucha gente se piensa que el hecho de hablar de él va a hacer que me sienta mejor, aunque tampoco tengo muchas más opciones ni nada mejor que hacer. 
-Pues... Se llamaba Kartah, era un completo cabrón. Frío, impasible y a muchos su mirada les hacía retroceder. Conmigo era la única persona con la que era bueno, dulce, por mucho que lo negara e intentara ponerse gallito. -suelto una pequeña carcajada al recordar las veces que cuando le decía "eres muy dulce, gatito" se ponía serio y me giraba la cara. 
-Vaya, se ve por el tono en el que hablas de él que era importante para ti. -dice apiadándose de su muerte.
-Sí, sí que era importante.- lo echo de menos.- ¿Sabes? Yo le quería, le quería más que a mi vida. Hubiera hecho cualquier cosa por él, por mantenerlo a salvo. Pero a la vista está que no pude protegerlo. 
-Suena como si en vez de tu hermano hablaras de tu novio. -suelta una risa intentando bromear para quitar importancia al asunto, pero no sabe hasta que punto ha acertado. 
-Ya.. bueno, supongo que sea del modo que sea, le quería. 
Perdimos la noción del tiempo hablando sobre otros temas cuando apareció Aurora derepente. 
-Veo que habéis hecho buenas migas.- dice cantarina la recién llegada.
-Oye -empiezo a decir- desde que me trajisteis aquí, ¿cuánto tiempo ha pasado? 
-Llegaste a altas horas de la noche ayer. Ya es por la mañana, rozando el mediodía. 
¡¿Qué?! ¿Tanto tiempo ha pasado? Vaya, eso sí que no me lo esperaba.  Me despido muy agradecida de Aurora y Mara me acompaña al punto en el que me recogió. Allí se despide sonriente de mí con la promesa de volver a vernos. 
Tardo un poco en llegar a la secuoya/árbol/casa de Adrik. Cuando llego a la parte del salón me encuentro a unos preocupados Helena y Adrik hablando sobre algo que parece importante. Al principio no reparan en mi presencia pero carraspeo un poco. Al verme abren los ojos como platos. 
-Estás... -empieza Adrik.- creíamos que Alfa...
-¿Me había matado? Pues da la casualidad de que soy algo más difícil de matar que eso, aunque sí que me dejó malherida. Una chica me recogió y me llevó a ...- a pesar de que iba embalada me paro a meditar un poco mis palabras.- me llevó a casa de una amiga suya, quien por cierto me cuidó bastante bien y ahora tengo la herida mejor aunque me sigue doliendo.
-Nerac, yo... -empieza Helena pero la interrumpo negando con la cabeza. 
-Soy yo la que lo siente, me porté como una niña pequeña. Al fin y al cabo, todos estamos en el mismo barco. 
Me acerco a ellos e intento mostrar una sonrisa de disculpa, aunque realmente sigo pensando que al menos un sesenta por ciento de la culpa es de ellos. 
Nos sentamos alrededor de la mesa y me ponen al día. Al parecer mañana por la tarde llegaran unos viejos amigos nuestros, bueno suyos, para ayudarnos con el asunto de Kartah. 
-¿Y quienes son esos amigos si puede saberse? -pregunto curiosa.
-Pues son dos hombres y una mujer. Se llaman Dalia, Alex y Ra. Rondan los treinta. Nos apoyaron económicamente cuando necesitamos construir el campamento, aquel en el que nos quedamos dos meses y dos días, justo antes de la guerra con Tárion... -se le cortan las palabras, todos sabemos como terminó aquel día nefasto con el que sueño cada noche. 
En ese campamento estábamos unas quinientas personas. Recuerdo que estaba en medio del bosque, por aquel entonces yo tenía 17 años. Recuerdo como Kartah y yo tuvimos que optar por ser "hermanos" un año antes para poder aliarnos con Helena, Adrik y los demás, pues Helena se había encaprichado conmigo y para ganarnos su favor tuve que empezar a salir con ella. Al cabo de un tiempo empezó a gustarme pero nunca llegué a quererla tanto como le quise a él. 
-¿Y sabrán como llegar esos amigos vuestros? ¿Y como es eso de que os apoyaron económicamente? -pregunto intentando digerir toda la información. 
-Digamos que son de clase muy alta, Ra y Dalia son hermanos y Alex es el marido de Dalia. Vienes de los emiratos árabes. Digamos que tienen es su poder una alta capacidad económica. -responde ella.
-En resumen, que son de esos que se limpian el culo con dinero, para que te quede claro. Mis padres ayudaron a los suyos de pequeños a huir de la guerra de su país o algo así, y desde entonces nuestras familias son amigas. Así que cuando necesitábamos dinero para alimentos y agua potable en el campamento, ellos nos lo daban. Primero por la amistad que nos une, segundo porque a ellos Tárion también les jodió la vida. -completa Adrik aclarando mis dudas. 
-Bueno, ¿y cómo piensan ayudarnos? -porque no creo que puedan llegar a sernos de mucha ayuda. 
-Van a pagarnos los billetes al Cairo y nos ayudarán el la búsqueda, si es cierto que Kartah sigue vivo, cosa que espero, nos ayudarán a encontrarlo. Además, no creo que ninguno de nosotros tenga dinero para hospedarnos en un sitio decente en el Cairo, además de visitas guiadas para no perdernos y además de los billetes de avión para los tres. El dinero es necesario cuando quieres buscar a alguien en otro continente, o incluso en todo el mundo. -termina Helena, lleva razón. Ninguno tenemos dinero para todo eso. Y mucho menos si tenemos que buscar en más países. 

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