Parte V: Bajo la Ciudad (1)

262 13 0
                                    

Capítulo 21: De Vuelta a Allá, y un Poco más en Descenso

Royal Woods, Michigan, Diciembre de 2046.

Ahora volvían otra vez, y aunque todo iba tal y como Eso lo había planeado, también volvía algo que Eso no había previsto; ese miedo enloquecedor... Esa sensación de estar enfrentándose a una fuerza de la naturaleza superior y más despiadada que Eso.

Eso odiaba el miedo; se habría vuelto contra el para devorarlo de haber podido, pero el miedo bailaba fuera de su alcance, burlón y solo era posible matarlo mediante la muerte de ese grupo de mujeres locas.

Sin duda tanto temor carecía de motivos; ya eran más viejas y el numero había sido reducido de nueve a siete; aunque debía tener cuidado, por la cualidad talismánica y mística que representaba este numero, el siete de la suerte.

Hablando de buena o mala suerte... La esclava de Eso no había conseguido matar al bibliotecario, cierto, pero le había sido de mucha utilidad al traer a la prospecto de artista, quien ahora estaba con Eso, viva y sin vida al mismo tiempo. Su mente había quedado totalmente destruida por la primera visión de Eso tal y como era ya descartadas sus pequeñas mascaras y encantos. Todos esos encantos eran sólo espejismos, por su puesto; reflejos de lo que el aterrorizado espectador tenía guardada en su propia mente, como un espejo que devuelve un rayo de sol a un ojo desprevenido aturdiéndolo hasta la ceguera.

Ahora su mente estaba con Eso, en Eso, al final del macrouniverso, en la oscuridad, más allá de la tortuga; en las tierras lejanas, más allá de todas las tierras...

Estaba en su ojo, en su mente...

Estaba, en los fuegos fatuos...

Cuando la esclava de Eso bajó a la chica hasta el sótano de la vieja casa del sepulturero, Eso se apareció ante ella sin haberse puesto mascara alguna. Y en cuanto Lily lo vio, su mente había emitido un solo pensamiento: ¡Por dios, es hembra!; después, todo pensamiento cesó. Nadaba en los fuegos fatuos. Eso había cargado con sus restos físicos y los llevó a su cueva donde los preparó para una comida posterior.

Ahora, la más joven de los hermanos Loud pendía a buena altura, en medio de todo, entrecruzada de seda, con la cabeza inclinada sobre el hombro, sus ojos grandes y vidriosos y los pies apuntando hacia abajo.

Con ella llevaba cuatro de los once niños locos de aquella casa ruidosa en total, incluyendo a la esclava de Eso, que había intentado revelarse en su contra y ahora yacía muerta en el fondo del pozo en una posición poco natural, con su cuerpo aplastado contra el duro suelo de piedra, el craneo partido a la mitad, la cara gris y los ojos cargados de la sangre que había brotado de su cerebro.

Tampoco había que olvidar al entrometido bibliotecario, que consiguió salir ileso del primer ataque, pero moriría después en el hospital. Minutos antes de que oscureciera, Eso enviaría a una enfermera esquizofrénica para que terminase con el para siempre.

Entonces solo quedaban siete, pero aun había poder en ellas. Aunque disminuido, aun estaba allí. Cuando eran niñas, contra todas las posibilidades, contra todo lo que cabía esperar, contra todo lo que podía ser, habían logrado herirla gravemente, obligándola a huir a lo más hondo de la tierra, donde se había acurrucado, odiando y temblando en un charco de su propia sangre extraña.

Y allí tenía otra cosa nueva: por primera vez en su infinita existencia, Eso necesitaba hacer planes; por primera vez se descubría con miedo de coger de Royal Woods lo que deseaba. ¡De Royal Woods, su coto de caza privado!

Eso es Loud HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora