Parte V: Bajo la Ciudad (2)

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Capítulo 22: El Día que Vencieron al Miedo

Royal Woods, Michigan, Junio de 2019.

–Lincoln –musitó Lori, ni bien lo vio aparecerse asomándose por detrás de la torre de juguetes y prendas amontonadas, en vez de salir del vagón de circo de la base como era de esperarse.

Del vagón no salió nada. No salió el estúpido payaso, ni nada. Al abrirse estaba totalmente vacío y extrañamente pulcro, pero no había nada allí. Nada. En cambio Lincoln si apareció después de haber estado tanto tiempo desaparecido, viéndose tan real, mucho muy real para todos ellos, ahora que venía sin mostrarse nada hostil, cojeando sobre una pierna lastimada. A simple vista, se podía diagnosticar que era porque tenía un tobillo torcido.

Esta vez no era el malévolo Lincoln espectral que acechaba a Lori en el armario o en el sótano de la casa Loud, no. Este, si era ése niño gentil que conocían de toda la vida. El que si sabía como soportarlas a todas ellas, que se sacrificaba siempre por su bienestar y que buscaba ayudar a otros hasta donde le fuera posible.

Ahí estaba, frágil e indefenso; más delgado, descalzo de un pie y temblando de frío. Su polera ya no era de un naranja tan brillante por lo manchada de mugre que estaba, además de que presentaba desgarres. Su pelo ahora parecía un nido desbaratado por lo grasoso y amarillento de haber pasado tanto tiempo sin lavar. Aun le faltaba el brazo que cremaron al creerlo muerto y de solo verlo así de incompleto era como para ponerse a llorar, tal como hizo Leni al instante en el que soltó la cuchilla de sus tijeras.

–¡Linky!

–¡Leni, no! –la retuvo Clyde a tiempo por la espalda, antes de que se lanzara a abrazarlo.

–¡Suéltame –forcejeó ella rompiendo en un llanto devastador. En aquellos momentos su mayor anhelo era ir a tener de nuevo a su hermanito entre sus brazos, consolarlo y decirle que todo estaría bien. Quería llenarle la cara de besos pese a lo mugrosa que la tenía de vaya a saber uno que clase de suciedad. Quería sacarlo de la alcantarilla cuanto antes y llevarlo de vuelta a casa, avisarle a sus padres que estaba vivo, hacer que le brindaran atención medica y le dieran de comer. Quería tenerlo de regreso en su habitación y que esa noche y todas las noches siguientes durmiera bien abrigado en su cama. Así volverían a ser la familia feliz que una vez fueron, y como consecuencia ella también volvería a ser feliz. Pero por sobre todo quería, anhelaba, rogaba que todo eso que estaba sucediendo fuera real, así tuviese que prometer que de ahí en adelante en vez de matar a una araña cada vez que se topase con una le daría un baño y la enviaría a casa. Si tenía que prometerlo, podría cumplir con su palabra sin ninguna dificultad–, suéltame, tengo que ir a...!

–¡Entiende que ese no es Lincoln! –luchó Clyde para mantenerla lejos y segura, a sabiendas de que aquello no era sino una trampa. Era otro de los sucios juegos mentales que Eso pretendía usar para engañarlos, así como había hecho para engañarlo antes a el. Mas no pensaba caer en el mismo truco dos veces.

Para horror suyo, entendió que aquella sería una jugada difícil de evadir cuando vio que Lori terminaba de aflojar el agarre del mazo y lo asentaba a un lado apoyándose sólo sobre la base del mango de madera. Peor aun, después de ella el resto de las chicas fueron deponiendo las armas y expresaron aflicción en sus rostros. ¡Estaban cediendo, todas las Loud! Estaban cayendo ante el engaño del monstruo, que había sabido ser lo bastante inteligente como para hacer que bajaran la guardia al aprovecharse de lo que claramente las afectaba más; el motivo principal para haber bajado ellas a las alcantarillas en primera instancia; su hermano, al que se suponía iban a vengar, ahora se les acercaba a ir de nuevo a su encuentro. Aunque ninguna, excepto por Leni que seguía luchando por soltarse, avanzó hacia el todavía.

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