Capítulo 22 ☣ Sucesos extraños

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Cuando todos fueron a buscar a sus respectivos lugares, pensé por un momento en un espacio donde pudiera estar Minho, pero que no estuviesen buscando los demás. De la nada, la respuesta llegó a mí con claridad y exclamé en voz alta: ¡El manantial!

Como ya había caído la noche, el bosque estaba muy oscuro, así que tomé una antorcha para iluminar mi camino y fui hacia allá lo más rápido que pude.

Me dirigí por el único sendero que conocía, el mismo al que me llevó Minho aquel día. Era algo apartado y pude ver en medio de la oscuridad un montón de lucecitas rojas que provenían de esos extraños insectos que los Creadores habían puesto ahí, tal vez para espiarnos.

Al llegar al manantial no vi más que el reflejo de las lucecitas y de las estrellas rebotando en el agua.

Bajé la ladera y me senté a la orilla enterrando la antorcha en el suelo. No parecía que Minho estuviese allí después de todo.

Miraba ese pequeño espectáculo de luces en el agua mientras pensaba. Al principio en el paradero de Minho, luego en lo que Ben me había dicho sobre él en el comedor.

En ese momento comprendí el sacrificio que había hecho Minho aquella noche para darme de comer. Era verdad que no había saqueado la cocina, sólo no había comido su porción para dármela a mí. Creo que debí suponerlo, ya que realmente no lo vi probando bocado esa noche. Quizás Ben no sabía el motivo pero yo sí, y realmente se lo agradecía muchísimo.

También pensé un poco en la vida de todos nosotros en el Área. Intenté forzar mi mente para ver si recordaba algún detalle importante, algo de mi pasado, algo más que mi nombre. Pero no lo logré.

De repente apareció en mi mente la imagen de Newt colocando ese mechón de cabello detrás de mi oreja, la expresión de su rostro, su forma de mirarme, su voz diciéndome «linda» y luego apartando la vista completamente ruborizado. Me pareció lo más tierno del mundo.

Pero luego, ese pensamiento a su vez fue opacado por otro: por el rostro de Minho frente al mío el primer día que me mostró el manantial. No sabía qué pensar, mi mente estaba hecha un caos.

—Minho... —susurré observando la quieta superficie del agua, y acto seguido, uno de los insectos comenzó a subir por mi brazo derecho. En ese momento pude notar que también en ellos estaba grabada la palabra «CRUEL»—. Hola, amigo... —dije permitiéndole al insecto trepar por mi codo—. ¿Disfrutas de todo esto, ehh? ¿Es divertido espiar jóvenes encarcelados? —Lo dije para quién fuera que estuviera escuchando a través de él.

En ese momento la criatura realizó una especie de escaneo en mi rostro que nubló mi vista por unos segundos. Seguidamente, saltó de mi brazo y me dio la ligera impresión de que quería mostrarme algo, ya que seguía brillando a medida que avanzaba rápidamente. Lo seguí con la vista hasta que se perdió entre algunos arbustos un poco alejados.

Mirando en su dirección, pude notar algo más que no me pareció muy claro al principio. Tomé la antorcha y me levanté, caminando hacia donde se había perdido el insecto, para iluminar bien la zona.

—¡Minho! —Casi tiro la antorcha pero habría quedado a oscuras de haberlo hecho. Corrí hacia él, que se encontraba dormido sobre la parte trasera de la colina... o algo le había pasado—. ¡Minho! ¡Minho! —Lo moví pero no reaccionaba, volví a enterrar la antorcha en el suelo para evaluar mejor la situación.

Observé su rostro, escuché su respiración, tomé su pulso: no había sangre por ningún lado, no estaba muerto, así que parecía estar relativamente bien. «Minho», repetí pensando que estaba dormido, pero no despertaba.

Vi de pronto a otros dos insectos caminando sobre él: uno rondaba por su hombro y el otro por su pierna. Quité el primero con éxito, pero cuando intenté quitar al segundo también, este se levantó posando sobre sus patas traseras y pinchó uno de mis dedos, marchándose de inmediato.

—¡Ouch! —exclamé de dolor—. ¡Miertera sabandija!

Sentí el pequeño filo y luego un ardor que recorrió todo mi brazo hasta llegar a mi cabeza. Mi única reacción fue apretar con fuerza ambas manos. Creo que ni siquiera una especie de mosquito atroz podría haberme hecho sentir aquella sensación.

Al recuperarme intenté mover de nuevo a Minho, tomé su cuello para chequear su pulso otra vez pero repentinamente, empecé a sentir los párpados pesados y muchísimo cansancio, vi mi reloj y noté que era tarde.

Pensé que como ese día desperté más temprano que de costumbre, quizás se debía a eso.

—Debo dormir... pero Minho... Minho... —perdí la noción de mí misma.

Ya los hemos evaluado lo suficiente. Estas son las dos piezas que utilizaremos para esta tarea. Uno tiene las cualidades para ser un líder, y el otro lo complementa a la perfección por su notable tenacidad.

Hay otro miembro que se interpone para esta labor.

Úsalo como una Variable para reforzar esta unidad. Pero el fin debe ser siempre el correcto.

¿Cuál sería ese fin?

El que ellos escojan.

Cuál es tu nombre, cuál es tu nombre... él debe venir a buscarme, no creo que eso se pueda... No sé por cuánto tiempo las cosas seguirán como están... si me sucede algo... yo debo cuidarte... promete que serás fuerte... la clave de nuestro futuro...

Desperté repentinamente por el sonido de los muros al abrirse, como cada mañana.

Estaba acostada sobre el pasto y a mi lado estaba Minho, ya despierto.

Él se encontraba sentado frotándose las sienes y la frente con las yemas de los dedos como si sufriera un fuerte dolor de cabeza... o como alguien que intenta con todas sus fuerzas recordar algo importante. Se veía muy confundido y al verme despierta evadió mi mirada por completo.

Yo al principio traté de recordar en dónde estaba. Mi mente se encontraba muy aturdida, pero después, la noche anterior vino a mi nuevamente: la búsqueda, las luces, el manantial, el insecto... ¡Claro! Seguramente me inyectó algo, el muy miertero. Era la única explicación que podía encontrar a todo aquello.

|| CRUEL ES BUENO || Maze RunnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora