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-O sea que, lo has perdonado- dijo Clay, mientras cortaba con los cubiertos su filete, por mas que tratara de ocultarlo, estaba molesto-Te fue a buscar con ojos de perro regañado, para luego decirte que lo ayudes a recuperarse- pico un trozo de su filete con el tenedor, que termino en dirección a su boca- Y tú caes como una mosquita muerta por su amor- hablo con el trozo de filete aun sin terminar de masticar-¿Me equivoco? ¿En serio te tengo que recordar porque hemos venido a México? 

-Sólo acepte con ayudarlo. Aún sigue en pie con lo planeado- sentencie. Cogí mi copa, aun tenia poco vino, pero me bastaba para poder moverla de manera circular. 

-Lauren, ¿Crees que soy idiota?- dejo los cubiertos- Tú todavía tienes la esperanza de que Nathan vuelva contigo. 

-Solamente lo ayudare a saber quien es realmente- Bebí el poco contenido de la copa sin dejar de ver a Clay. Estaba realmente molesto, el golpe que le había dado Nathan aun se notaba, el cabron le había dejado un tremendo moretón en el ojo.

-¡Claro!- se dejo caer en la silla- Y cuando sepa quien es, tú vas a entrar a pedirle el divorcio- me miro serio-porque a eso hemos venido, a que te divorcies de Nathan Sykes. 

-Primero lo primero,Clay.

-Espero que el wey gaste en un buen arreglo de flores cuando recuerde quien chingados es realmente- gruño. Volvió a tomar los cubiertos y siguio comiendo. Mientras que yo, me servia otra copa de vino.  


Después de la cena, me fui a mi habitación. La noche en la Ciudad de México era fresca, a  pesar de la hora, aun había vida. Se podría decir que esta ciudad tiene cierta similitud con Nueva york, ambas están llenas de vida y maravillas ocultas que están a la espera para ser descubiertas. Pero a diferencia de Nueva york, aquí termine por encontrar  a mi amor. 

Encendí el cigarrillo que estaba entre mis dedos, inhalé dejando que el humo me invadiera. Seguía apreciando la vista, los enormes edificios, los autos pasando poco a poco con la música lo suficientemente alta como para que todos escucháramos los distintos ritmos que podrían haber en las calles de la ciudad. La gente que pasea un bicicleta o del mano con su pareja, eso y más se disfrutaba desde mi balcón, me recargue en la barra metálica, soltando por completo el humo del cigarrillo. 

Sí esto se apreciaba desde mi terraza,¿ cómo sería experimentarlo? ¿tenerlo de frente y poder gozarlo de manera propia?¿podré tener la oportunidad de vivirlo en carne y propia? 

Por un momento, Nathan apareció en mis pensamientos. Mis deseos por querer experimentar cosas nuevas lo habían atraído. No podía permitirme eso, únicamente le ayudaría, después de que el supiera la verdad, yo podría pedirle el divorcio. No diría nada a los niños, y ni siquiera me permitir contárselo a Nathan por ningún motivo. 

Hoy había sido un largo día, mis emociones se habían descubierto a flor de piel en menos de 24 horas. Arroge la colilla del cigarrillo y volví a dentro de la habitación, estaba agotada. 

Me desprendí de mis ropas, quedándome únicamente en bragas. Me mire en el espejo que ofrecía el tocador, mi cuerpo ya no era el mismo, tenía estrías y una gran cicatriz en el vientre por mis dos hijos, había subido un poco de peso, algunas rayas de cebra se hicieron presentes en mis glúteos. Definitivamente había cambiado, mi cuerpo se había vuelto más hermoso, y así lo amaba. 

Hacía calor, así que no use el pijama. Me cubrí con las ligeras sabanas de la cama, dejándome atrapar por las redes del sueño.  


Decidí salir y conocer cada una de las maravillas de la ciudad. No quede de verme con Clay a desayunar, ni siquiera para comer o cenar, hoy me dedicaría a probar ciertas cosas de aquí. 

Como hacía calor, opte por usar un vestido rosado ligero con unas sandalias que hacia juego, al igual que un bolso pequeño. Mi primer parada sería el centro histórico, donde se encuentra el templo mayor, después iría a recorrer algunos de los museos, incluso haría una parada al barrio chino. Todos y cada unos de mis destinos se llevarían a cabo gracias al metro, un transporte muy similar al de Londres o Nueva York. 

El problema para realizar mi dichoso viaje, era ¿Dónde podría encontrar el metro saliendo del hotel? ¿Un taxi me podría llevar hasta la estación más cercana? 

Cogí un taxi, le pedí al conductor que me llevara a la estación de metro mas cercana, pero el hombre solamente se río y me pregunto que si no era mejor que el me llevara a mi destino cosa que no acepte. Quería viajar en metro y eso es lo que haría. El conductor no dijo nada más, así que en vez de realizar la platica, subió el volumen de la radio, no me molesto en lo absoluto, pero puedo tomarme la libertad que las canciones no eran de mi gusto por completo. 

El trayecto fue de media hora, pague y baje del taxi lo mas pronto posible. Había varios puestesitos fuera de la estación, algunos vendían cosas para el celular, películas o dulces los cuales me llegaron a ofrecer. La gente solamente me miraba conforme iba caminando, al llegar a la taquilla la señora que la atendía no fue nada amable, se había molestado demasiado porque le había preguntado algunas cosas sobre la ciudad, diciéndome que solamente era una taquillera y no una guía de turistas. 

Pague y  tome mi boleto, era pequeño a comparación que los de Londres. La estación estaba demasiado descuidada, como las de Nueva York. Pare en la lateral sin rebasar la linea amarilla, aunque mucha gente si lo hacía. 

Quede sorprendida la ver el metro llegar, no por su ultimo modelo en trenes, si no por lo desgastado que estaba ya. Por dentro estaba atascado de gente, podría jurar que las leyes de la física eran rotas en este lugar. No me quedo de otra, así que como pude, también logre romper las leyes. 

¡En definitiva, esto no era como Londres o Nueva York!



Vuelve Conmigo #wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora