Dos días contados han pasado desde que el maldito me llevó al bosque y me ató a un enorme roble viejo, la soga apretaba tanto mis manos que me estaba cortando la maldita circulación de las manos, ya las sentía frías y ajenas a mí, sin enumerar las incontables veces en las que intenté soltar esa soga. El frío en las noches era horrible, ojos rojos podía ver a lo lejos, sombras tenebrosas en las oscuridades de la noche, eso causaba escalofríos en mi cuerpo, no había podido dormir bien, no sentía hambre o siquiera sed, solo quería salir de allí.
Moví mis manos por un momento para intentar de nuevo poder desatar mis manos pero no pude, no tenía mucho control sobre ellas, estaba perdida, dejé caer mi cabeza creando una cortina con mi pelo y cerré mis ojos, en ese preciso momento pude ver a mi madre acariciándome el rostro y secando mis lágrimas, cuanto la extrañaba, todo era más fácil estando ella conmigo, aún no podía rendirme, no estando ella en mi cabeza y mi corazón. Abrí los ojos y pude ver una mariposa azul posada en mi rodilla izquierda flexionada intentando batir sus alas, la miré y era la misma que vi en el bosque, la diferenciaba su ala un poco más oscura que la otra, tenía una pequeña fisura en ella e intentaba volar pero no podía, moví mis manos para poder intentar por última vez poder desatar mis manos y en el intento un pedazo del árbol sobresalió por entre mis manos, con dificultad lo tomé e intenté romper la cuerda, esto iba a costar más de lo que yo creía pero no me iba a dar por vencida tan fácil.
Mientras la pobre mariposa batía sus alas no lograba despegarse de mi rodilla, seguí cortando la cuerda hasta que el pedazo del árbol se rompió entre mis dedos, traté con la poca fuerza que podían dar mis manos sacar otro pedazo y así fui rompiendo la cuerda de a poco hasta que mis manos quedaron libres al fin.
Me acaricié las muñecas ya moradas por la presión, abrí y cerré mis manos varias veces para que la circulación de mi sangre llegara hasta la punta de mis dedos, lo intenté hasta que tomaron un color rojo y la podía sentir las pequeñas hormigas que recorrían mis dedos, sonreí por mi logro. Dejé caer mi cabeza para atrás y observé a la pequeña mariposa posada en mi rodilla, con mi mano temblorosa intenté tocarla y al hacerlo batió sus alas provocando su caída hasta la tierra, algo andaba mal con ella, la tomé entre mis manos y la acerqué hasta mi rostro para poder examinar su ala rota, tenía un diminuto pedazo de madera atravesando su ala izquierda, con sumo cuidado intenté liberarla de esa molestia, con mis temblorosas, sucias y sudadas agarre esa diminuta astilla y la liberé de ese tormento. Sonreí para mi misma satisfecha con lo que veía, al menos una de las dos estaba libre de todo mal. Eche la cabeza para atrás chocando con la gruesa madera extendida a mis espaldas, levanté una pierna y apoyé mi brazo inerte en ella. No sabía cuanto tiempo había pasado desde que estuve en esa posición con los ojos cerrados y disfrutando del sol matutino que calentaba mi sistema. Realmente estaba disfrutando esta posición hasta que con mis ojos cerrados pude sentir la oscuridad.
¿Las nubes habían aparecido opacando el hermoso paisaje? Lentamente abrí mis ojos para encontrarme con un cuerpo frente a mi de brazos cruzados. Me tensé al ver de quien se trataba. Él me miraba curioso y a la vez desconfiado, sus brazos eran grandes y gruesos, cuánto debía esforzarse para mantenerlos así. Sin darme cuenta de que lo estaba mirando descaradamente después de mantenerme en esta situación, pude ver su ceja levantada, claramente estaba desafiándome.
—Día productivo, ¿eh? —escuché su voz burlona frente a mí.
—Aprovecho el día —dije cortante para luego volver a cerrar los ojos. Era imposible encontrar la paz con él ahí.
—Como sea —lo escuché soltar un poco de aire contenido. —No vine a hacer vida social. —abrí los ojos de golpe sintiendo como mi ira iba creciendo de a poco, con cada palabra que salía de su boca. —Te estoy perdonando la vida, puedes irte y no aparecer jamás por acá.
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Reunión de fuego
Roman d'amourDentro del pequeño pueblo de Highdell, bajo la sombra del brutal líder de la ciudad, Neus tiene una gran sed de venganza. Mientras otras chicas cosen vestidos, dedican su tiempo a la agricultura y los quehaceres del hogar, Neus sabe como sobrevivir...