Los arces se han convertido en robles, y enormes raíces nudosas rasgan su paso por la tierra cubierta de musgo. Viajamos al amanecer por densas montañas de tierra húmeda, al tiempo que uno de nosotros permanece alerta por posibles amenazas de animales salvajes, caminar nos está agotando.
El pobre cazador las siente más que yo. Líneas de tensión se establecen permanentes en su rostro, cavando profundos surcos en la frente. Creo que le preocupa el perder a dirección hasta su aldea.
Estábamos descendiendo por una rocosa montaña cuando siento involuntariamente dentro de mí la sensación de no estar solos. Él cazador está por delante de mí, usando una rama para hacer a un lado el denso musgo y así no caer en el proceso. Me detengo fingiendo examinar una marca en el suelo, esperando ver alguna amenaza.
Un rostro de tez de oliva se queda mirándome desde una rama, en un árbol que pase hace unos veinte segundos. Nos quedamos mirándonos mutuamente durante un rato, examinando el rostro del otro.
Me quedo muda por lo que parece ser un largo período de tiempo, ninguno de los dos se mueve hasta que siento unos pesados ruidos de pasos a mi lado.
—¿Qué está mal contigo? —Me pregunta mi acompañante.
Niego sin responder, la persona inmóvil entre los árboles parece captar mi mirada por lo que la aparta de la mía y desaparece tal cual llegó. Me pregunto si es que no habrá sido una ilusión. Sólo mis ojos pudieron detectar el sonido de sus movimientos lejanos, completamente ajeno a todo esto. Mi boca parece estar sellada por lo que capta mi indirecta y no pregunta nada más.
Cuan extraño había sido eso.
Mientras caminábamos a paso lento, pude notar la tensión del cazador en los músculos de todo su cuerpo, algo no pintaba para nada bien aquí y sabía que era algo relacionado conmigo, sabía que estábamos llegando, podía notar el olor a cuero cubierto por sangre de animal, la especialidad de los que asesinaron a mi madre.
—Estamos llegando. —Me advierte. Ya lo sabía. —Intentarás no llamar la atención por nada del mundo, quédate junto a las mujeres que cultivan porque desde que pises la entrada de nuestro pueblo te convertirás en una. Olvídate de que has pertenecido a tu antiguo pueblo. —Oh tranquilo, no pensaba recordarlo en lo más mínimo.— No responderás nada a menos que yo te lo diga.
—Alto ahí, —No me iba a convertir en lo que tanto odie.— podré estar cultivando y haciendo esas estupideces, pero puedo resolver mis problemas bastante bien, no necesito que cubras mi espalda que puedo hacerlo a la perfección.
Lo he hecho todos estos años, no iba a permitir que un maldito cazador me dijera que hacer, cuando contestar y con quien involucrarme. Sabía hacerlo a la perfección.
—Si quieres sobrevivir en este lugar, haz lo que te diga. —Sonaba molesto. —Si no puedes soportar que alguien te ayude, entonces puedes ir buscando un lugar al que pasar los días sin que te maten en el intento. Suerte con eso.
Odiaba admitir que tenía razón. Malditamente que la tenía. —Esta bien. —Solté de mala gana.— puedo hacer eso pero no te aceptaré comportarme como una mujer que lucha por tener un maldito hogar y disfruta limpiar mierda. No me pidas hacer eso porque tu y yo sabemos que no lo voy a hacer.
—Tranquila, sé que no eres para nada una señorita.
Maldito hijo de....
—¡HA LLEGADO Hoseok! —Suelta una pequeña a unos cuantos metros de distancia corriendo hacía nosotros. Más específicamente al cazador llamado Hoseok.
—¡Pequeña Rou! —Suelta el hombre a mi lado tomándola entre sus brazos cuando ha llegado hasta nuestro lugar. —¡Cuanto te extrañé!
—No vuelvas a irte más, Jungkook estaba de mal humor.

ESTÁS LEYENDO
Reunión de fuego
RomansaDentro del pequeño pueblo de Highdell, bajo la sombra del brutal líder de la ciudad, Neus tiene una gran sed de venganza. Mientras otras chicas cosen vestidos, dedican su tiempo a la agricultura y los quehaceres del hogar, Neus sabe como sobrevivir...