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Las semanas siguientes fueron las peores para Sakura, no dejaba de pensar en todo lo que su ahora madre le había contado, pensaba en cómo habría sido su vida junto a su padre, si, ahora ya llamaba a Madara padre, pero cada vez que pensaba en el lloraba, lloraba por todo lo que su padre tuvo que pasar y sufrir, quería hablar con él y abrazarlo, pero su madre le había dicho que eso era imposible, cuando un humano fallecía y entraba al “espacio” de un dios, era imposible salir o que otro ser humano lo viera, eso solo lograba poner más triste a Sakura.

Yana cada vez más se preocupaba por la salud de su hija, si bien los muertos no se podían enfermar, podían dejar de existir para siempre si no se cuidaban, como en el caso de Sakura. Decidida a ayudar a su hija la llevo a la reunión que tenían todos los dioses donde hablaban sobre lo que pasaba en el mundo humano, al principio Sakura se negaba, pero después de que Yana la molestara durante semanas decidió ir.

La reunión se había llevado a cabo en el castillo de Zeus, él era el “padre” de todos los dioses, aunque eso a Sakura poco le importaba, ella solo quería irse de ese lugar, cada dios la quedaba viendo como si fuera alguien de otro mundo, es que acaso nunca habían visto a un humano!?, en verdad que sus miradas la estaban empezando a molestar, pero lo que más le molesto fue ver a su madre conversando con un hombre que no dejaba de mirarla con ojos tristes, Yana al percatarse de eso decide presentarlos, grave error, ya que dicho dios había sido el responsable de separar a Sakura de su padre, Sakura al saber quién era no espero ni 5 segundos cuando le mando un puñetazo que lo hizo retroceder, sorprendiendo a lo dioses.

-Sakura! – Yana se interpone entre el dios y su hija- porque le pegas!?

-Por culpa de ese maldito – señala al dios que se limpiaba la sangre que salía de su labio producto del puñetazo que le dio la pelirosa- la vida de mi padre y la mía fue un maldito infierno!  

-Controla a tu animal Yana –le hablo una mujer de cabellos plateados- acaso no le enseñaste a respetar a los dioses?

-Tú no eres una diosa –le contesto una mujer que vestía un kimono blanco, su cabello era azul al igual que sus ojos- solo eres una zorra que se acuesta con Kuro, gracias a él es que estas ahora aquí –sus ojos se tornan rojos- no lo olvides, tu jamás serás una diosa, en cambio –mira a Sakura con sus ojos ahora de color azul- ella tiene derecho a estar aquí.

-Esa insignificante humana!?

-Me estas empezando a molestar –le habla Sakura molesta- intento de diosa –ante ese comentario muchos dioses no pudieron evitar soltar una pequeña risa-

-Cállate mocosa! – la mira con odio- eres igual que repugnante que tu maldito padre, que bueno que está muerto!

-Es suficiente Ster! – le grita Yana- no dejare que insultes a mi hija!

-Eehh, así que la zorra trajo a su hij- un puñetazo por parte de Sakura la hizo callar y mandar a volar unos metros de distancia-

-No dejare que insultes a mi madre! –le grito Sakura furiosa mientras sentía una extraña sensación en sus ojos, pero lo olvido al ver como esa perra se levantaba-

-Estas muerta humana, mi marido no te dejara con vida después de lo que me has hecho!

-Ya estoy muerta, tarada! –sonríe con burla- si tantas ganas tiene de pelear –se pone en posición de pelea- ven!, con gusto me enfrentare a ti!

-Que está pasando? –habla un hombre con una armadura dorada, pelo negro y ojos azules- Ster?, que demonios te paso?

-Esa maldita! –señala a Sakura que le saca la lengua- se atrevió a golpearme!

-Oh –mira a Sakura-… tus ojos.

-Que tienen mis ojos!?

-Cálmate! –Yana le pega en la cabeza a su hija- puedes llegar a ser igualita a tu padre, deja de buscar pelea con cualquiera! –ante ese comentario Sakura sonrió con orgullo, se sintió orgullosa de parecerse aunque sea un poco a su padre- no sonrías como si estuvieras orgullosa de eso! –le mira los ojos-… hija, tus ojos –Sakura la mira confundida, ya le habían dicho eso, qué demonios tenían sus ojos!?- toma –le entrega un espejo y Sakura se sorprende de lo que ve- tienes el Sharingan .

Otra OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora