// BEAUTY IS DANGEROUS, BUT INTELLIGENCE IS LETHAL \\
« Son seres seductores y mortíferos capaces de sembrar el miedo y el caos entre los hombres »
- No traicionaría a Scott por el Alfa. Le traicionaría por mi hermano.
...
Aquellas simples palabras habían arruinado el día de Kayah. Ella sabía que su hermano estaba indagando, incluso había sido consciente que se estaba acercando peligrosamente a la verdad sobre McCall, pero jamás pensó que realmente lo descubriera.
Kayah sabia cuan obsesionado estaba Jackson con ser el mejor, debería haber imaginado que nada lo detendría hasta saber porque un don nadie como Scott había logrado ser mejor que él en algo.
Había sido una estúpida confiada y por esa razón ahora estaba jodida.
Solo le quedaba rezar para que McCall fuera lo suficientemente bueno mintiendo como para que Jackson dejara estar el tema unos días más, hasta que a ella se le ocurriera un mejor plan que matar al Alfa ella sola.
― Lo siento, no se de lo que me hablas.
Kayah se golpeó la cabeza contra el casillero, Scott era un memo. Quizás gracias a la mordedura ahora fuera más rápido, más ágil, más fuerte... pero no era más listo, eso sin duda.
― Sí ― aseguró Jackson con confianza. ― Sí que lo sabes. ― Era obvio que no se había creído ni por un segundo el pésimo intento del moreno en ocultar la verdad, nadie le hubiera creído. - Y escúchame bien. No tengo ni idea de cómo lo has hecho pero quiero que me lo consigas.
― ¿Qué te consiga qué? ― La chica rodo los ojos ante el pésimo intento de Scott por poner cara de confusión.
― Lo que sea. Un mordisco, un arañazo, esnifar polvos mágicos bajo la luz de la luna. ― Kayah no pudo evitar la sonrisa de orgullo en su rosto al notar el venenoso sarcasmo en la voz de su hermano. ― Tu consíguemelo o ella ― añadió girando levemente el rosto del chico para que pudiera ver a Allison al final del pasillo. ― Se enterara de lo que eres tú.
Jackson no dijo nadamás, solo sonrió con suficiencia antes de marcharse a su siguiente clase.
Al mismo tiempo que su hermano desaparecía, Kayah cerró con fuerza su casillero - que se encontraba a unos veinte del de McCall - y camino con el ceño fruncido en dirección al chico.
