Navidad

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Aitana

Era navidad y yo ya estaba sentada en la parte de atrás del coche de mis padres, junto a él, Vicente reposaba sus manos en mis vaqueros negros y miraba a través de la ventanilla abierta. Estaba guapo hoy, se había puesto mi camiseta preferida, era consciente de ello.

Anoche cuando fui capaz de levantarme e ir al cuarto todos mis compañeros ya dormían plácidamente y, al despertar esta mañana, la mayoría de ellos ya se habían ido de la academia para viajar a sus respectivas ciudades, por lo que no tuve tiempo para hablar con Cepeda de lo que sucedió ayer. Ni tampoco con Amaia, pensaba contárselo todo al volver. Quería haberle explicado por qué no fui capaz de responderle nada y tenía que dejar las cosas claras, no sentía lo mismo que él, pero eso no significaba que quisiese perderlo, para mi nada iba a cambiar o eso intentaría por lo menos.

-Cariño, estás muy seria -dijo mi madre desde el asiento de delante de mí – ¿Sucede algo?

- No -mentí, las imágenes de ayer se repetían en mi cabeza una y otra vez en bucle, pero no iba a desvelar los sentimientos de Cepeda ante mis padres y menos delante de Vicente, él siempre había sido muy celoso. -Estoy muy feliz de estar con vosotros.

El día fue perfecto. Nada más llegar mi casa me estaban esperando cientos de familiares, jamás pensé tener tanta familia, por lo menos éramos cuarenta en el salón de mi casa. Me estuvieron contando todo lo que había sucedido mientras no estuve, al parecer había nacido mi primo Jorge, pero no pudieron traerlo porque estaba en la incubadora y la boda de mis tíos se celebró un par de semanas después de que entrase en la academia. Todos se interesaron mucho por mí, por la experiencia, el trabajo y los más jóvenes querían saber algún que otro cotilleo, sobre todo de la relación entre Alfred y Amaia, al parecer estaban siendo la pareja del año, me alegraba mucho por ellos dos, sabía perfectamente lo que se querían.

- ¡Aitana! – gritó mi tío desde la cocina - ¡Cántanos, Issues! -un coro de afirmaciones recorrió la sala y yo obedecí sus órdenes cumpliendo los deseos de todos los que estaban presentes.

-Vas a ganar -comentó uno de mis primos pequeños cuando terminé la canción

-No importa si gano o no, pequeño – dije mientras revoleteaba su pelo, y al escuchar esa palabra "pequeño" no pude evitar acordarme de Luis, quería llamarle, pero no iba a estropearle la navidad siendo una pesada.

-Aitana, ha venido alguien a visitarte – mi padre en la puerta de la entrada llamaba mi atención, tenía una gran sonrisa dibujada en la cara.

- ¡Chicas! -grité al ver a mis amigas y rápido les di un fuerte abrazo. Habían venido todas, no faltaba nadie el día de hoy.

- ¿Bueno nos invitas a entrar? -mi mejor amiga Marta llevaba puesto aquel vestido que compramos ese verano bajo una americana negra que le quedaba de maravilla.

- Claro, pasad -tenía muchas ganas de pasar tiempo con ellas, también les había echado de menos.

- Papá vamos a subir a mi cuarto, ¿vale? -él aceptó con un movimiento de cabeza.

Estaba tal cual lo había dejado dos meses antes, la colcha naranja de encima de mi cama que estaba en la esquina derecha del cuarto todavía tenía aquellas arrugas que yo misma dejé.

-Contadme todo lo que ha pasado en este tiempo, todo con pelos y señales -las cinco nos acomodamos a duras penas sobre mi colchón.

Al parecer en este tiempo una de ellas lo había dejado con su novio, otra se había independizado de forma repentina y el resto había tenido algún que otro encuentro ocasional.

Mi pequeña luz |AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora