Amigos sin más

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Aitana

Estábamos a finales de febrero y parecía que las cosas se habían podido calmar un poco. Hace un mes no veía la luz al final del túnel, pero todo parecía cobrar sentido por fin.

Salté de la cama de la habitación del hotel, que era mucho más de lo que mis padres se hubiesen podido permitir meses antes. Mi vida había cambiado radicalmente y eso me abrumaba en cierta parte. Me preparé en diez minutos y bajé casi corriendo hasta el recibidor donde Ana me estaba esperando.

-Buenos días -me saludó con un cariñoso abrazo, muy maternal, protector, como ella -Pareces sofocada.

-Es que he tenido que ir a toda velocidad, no me ha sonado el despertador -contesté avergonzada por ser la quinta vez que me pasaba.

Pasamos la mañana entre programas de radio y televisión, dando entrevistas a los diferentes medios de comunicación. Gracias a no tener apenas un minuto para pararme y pensar no me di cuenta de la rapidez con la que había transcurrido la mitad del día.

-Me ha enviado Roi un mensaje -me habló la canaria desde el asiento contiguo del taxi -Él también está en Madrid y nos invita a tomar algo a los tres.

- ¿Tres?

- Cepeda y él están juntos. ¿Qué le digo? -preguntó con aquella cara que me hacía comprender que mi contestación era decisiva para lo que ella hiciese.

- Perfecto, me apetece despejarme después de esta mañana de locos.

No tuve miedo, ni temor a volver a verle, de hecho, este último mes lo había hecho en diversas ocasiones. Siempre era agradable estar con él y aunque no había vuelto a salir el tema los dos sabíamos que entre ambos ocurrían cosas.

Vicente y yo seguíamos juntos, ya no era lo mismo, apenas nos veíamos y cuando lo hacíamos se sentía frío, extraño, pero aun así tenía miedo de dejarle, de no estar con él. Una pequeña parte de mi corazón me decía que le seguía queriendo. Había sido mi adolescencia, mi primer amor serio y no sabría si podría estar sin él después de tantos meses juntos. Vicente se había convertido en alguien diferente cuando salí de la academia, no me dejaba ser yo con libertad y eso me presionaba mucho, pero poco a poco y tras muchas discusiones cedió un poco. Ya no hacía falta que me alejase de Luis, podía verle y eso me hacía enormemente feliz, siempre y cuando dejase bien claro a la prensa que únicamente éramos amigos, y así era, aunque Cepeda no me lo ponía nada fácil.

Tres semanas antes

Aitana subía las escaleras de dos en dos y antes de llegar arriba el ruido del motor le hizo girar la cabeza y ver como el coche de Cepeda se alejaba calle abajo. Para ella la noche había estado llena de altibajos, pero terminarla junto a él le hacía sonreír inconscientemente. Por su mente pasaban miles de fotos de aquella noche justo cuando llegó al rellano y le vio frente a su puerta.

- ¿Qué haces aquí? -preguntó lo más sería y contundente que pudo.

- Quería saber si llegabas bien a tu casa. -en absoluto esa respuesta era cierta pero el muchacho llevaba cinco minutos buscando una excusa para haberse plantado frente a su casa y ya la había encontrado.

- No será gracias a ti -Aitana sacó sus llaves y las metió en la cerradura de la puerta silenciosamente para no molestar a sus padres, aunque estos posiblemente estuviesen despiertos.

-Perdona -se disculpó intentado acercarse a ella sin mucho éxito - ¿Con quién has venido?

-Con Luis -respondió sin ningún temor. Después de lo que había pasado se veía más fuerte que nunca.

Mi pequeña luz |AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora