Capítulo 8

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Han pasado muchos días desde mi encuentro con Jason y he tomado una decisión.

"Aceptaré"

Quiero decir, cuanto más Vania me dice que me aleje, aumenta mi duda del por que no debo, así que no podré sacarme la duda a menos que yo lo compruebe.

-Oye- la puerta se abrió dejándome ver a Delia del otro lado- ¿Haz visto mis joyas?- negué, a lo que ella suspiro con pesar- No se que puede estar pasando, últimamente se han perdido muchas de mis joyas y de mamá.

-Dímelo a mi, el otro día estaba haciendo una pulsera con mis joyas de bisutería, cuando termine la pulsera me fui al baño y al regresar, puf, desaparecieron.

Mi hermana se fue cerrando la puerta. Es sin duda un gran misterio, las joyas empezaron a desaparecer cuando empecé a hablar con Jason lo cual no deja de ser aún más raro, por alguna razón cada vez que me acerco a una pista de mi pasado pasan cosas raras.

-Bueno, mañana se lo diré, mientras tanto gozare de mi domingo- agarre el libro que me tiene totalmente enganchada y me quede en mi cama leyendo.

Cuando se encontraba en su momento de lectura, Delia y su madre se encontraban abajo, Delia en la mesa del comedor y su madre en la cocina, hablando sobre la desaparición de las joyas, o casi hablando.

-¡Mis adorables joyas!- Delia se quejaba de lo sucedido estos días, mientras su madre lo único que hacía era escuchar los lamentos de su hija- Como pudieron desaparecer, los deje bajo llave después de lo sucedido- se quedo callada pensando en lo que estaba a punto de decir, lo que la dejo impactada- antes del accidente.

En efecto, no era la primera vez que se daba el caso, al principio su madre pensó que les habían robado, por eso aumento la seguridad en la casa, pero al seguir los robos y no encontrar rastros de gente que entro a la casa a cometer el delito, se asustó aún más, no quería pensar que la persona que lo ocasionaba era una de sus hijas.

Empezó a descartar a Delia, ella tenía sus propias joyas y siempre que quería usar las de su madre le pedía permiso, además ella era la que más se quejaba de lo sucedido. La menor, en cambio, no se quejaba del problema, la respuesta más simple: No le gustaban, ella era de las niñas que no le gustaban usar esas cosas, cada vez que le quería comprar unas, ella se negaba, lo cual también la llevo a descartarla, lo cual fue un alivio para la señora, no quería pensar mal de sus hijas, no en casos tan graves como estos.

Con el tiempo las joyas seguían desapareciendo hasta el punto de irse todas y cada una de ellas, lo cual destrozó a Delia bastante, la madre estaba seguía preocupada, la idea de que la responsable podía ser una de sus hijas no se iba de su mente, por eso fue un alivio cuando se entero por su vecina, la señora Torres, que le estaban robando las joyas y que no era la primera vez que pasaba en el barrio, cada año se daba el problema, pero lo que no sabían era que ese año era diferente, por que al llegar a un mes las joyas regresaron de extraña manera a todas sus dueñas, todas se alegraron, pero después de esa felicidad, llego la más grande triste cuando llamaron del hospital diciendo que una de sus luces estaba internada debido a un accidente de tránsito.

-Recuerda Delia- empezó la madre, mientras seguía con la mirada en los platos que estaba lavando- no es la primera vez que ocurre en el barrio y no creo que sea la última, por lo menos ten fe en que pueden regresar.

-No- la madre dejo de lavar y se volteo al escuchar a Delia negando el confiar de que puedan regresar- si recuperarlas significa que ella vuelva a estar cerca de la muerte, entonces no los quiero- al terminar la menor de las dos subió las escaleras con dirección a su cuarto.

-Ese es la actitud hija- la madre se sintió orgullosa de las palabras que acababa de escuchar- veo que ya no piensas solo en ti.

El día transcurrió con normalidad, hasta llegar el manto nocturno y todos fueran a dormir.

Lo cual era bueno para nuestro pillo ladrón, que se escabulló por la casa con dirección al cuarto de la señora Santiago.

Jejejejeje, hora de tomar los lindos objetos.

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