Él solo podía pensar en ella. En lo hermosa de su figura, en lo bello de su voz, en como se movía, su sonrisa, su olor, su cabello y piel sobre la cual ansiaba deslizar sus dedos.
Pero sin importar cuanto intentaba llamar su atención ella estaba demasiado lejos. Estaba en un mundo distinto que él desconocia y jamás iba a habitar, estaba con todos sus miedos y dudas que la llevaban derecho a algo o alguien que estaba mal.
Aunque no iba a escaparsele tan fácil, esa noche iba a ser la más grande lucha contra las murallas de la joven, esa noche él iba a lograr conquistarla al fin.
Caminaron mientras ella hablaba de cualquier otra cosa, y él no pudo evitar ver sus rosados labios mientras se movían en palabras que le rasguñaban el alma, deseaba tanto que ella hablará de esa forma de él, que fuera él quien la hiciera reírse con nerviosismo como cuando mencionaba el nombre del otro.
Cuando hubo terminado y luego de una espera hablando de cosas fuera de tema se atrevió y le pidió un beso.
Ella se negó, pero él no lo iba a aceptar y puso sus labios cerca, ella al fin rozó su boca con la de él.
Si ella lo iba a besar él debía hacer que valiera la pena. Entonces le robó un beso, sintió como ella se apartaba ante su agresividad.
Y no hubo más, ella gritó colérica y se fue. Esa era su primera movida a penas. El otro era un hijo de puta que jamás la amaría, mientras él ya la había acogido en su corazón.
Los días pasaron y ella se alejaba, mientras de los labios de algunos compañeros se oían chismes de como ella había logrado que el otro la aceptara, de como eran felices.
Él se sintió robado sin antes haber poseído nada. Pero tuvo que resignarse, se acercó a ella con otro rostro, proclamando amistad.
Y eso le dio por lo que duró.
Soportó como ella le habla del joven, como ella recitaba que era lo mejor de su vida y todas aquellas palabras que a él le parecieron una vil farsa y nada más que parloteo, ella misma quería convencerse que estaba en inmensa alegría, que era algo bueno. Pero no era cierto, eso todos lo sabían, en especial él.
Un día caminaron por la noche, la mirada de la chica en el piso, su voz no tenía ánimo, sus movimientos eran perezosos. La bufanda que cubría su cuello voló con el viento y él pudo ver la marca de los golpes, en distintas direcciones sobre la piel de la chica, del cuello hasta el mentón y parecían ir más abajo.
Ella sin palabras solo sus lágrimas rodando, queriendo explicarlo, un error fue, muchos errores en verdad. Pero el otro era todo, era más que su mundo, el otro era bueno aún si hacia cosas malas.
Él no soportaba oírla, no lo soportaba.
Que todo se podía arreglar, decía la chica, que solo fue un pequeño impulso de ira.
No lo soportaba.
Que las cosas jamás son color de rosa eternamente, que amar es superar esas dificultades, que ella lo amaba, realmente lo amaba.
No lo soportaba.
Él cubrió la boca de la chica junto con su nariz, respiración imposibilitada, la tuvo así. Él sabia que el otro la había hecho sufrir más de una vez, él jamás sería el indicado, no se la merecía. Ella empezó a golpear, la fuerza de él era muy superior, fácilmente no se iba a liberar. Entonces habló de como él sí la hubiera hecho feliz, como no hubiera tenido que fingir, como la hubiera cuidado y jamás hubiera profanado el templo de su cuerpo, con él jamás habría pasado eso...
No lo soportaba.
Entonces las lágrimas de él empezaron a correr, y al cesar los golpes dejó de apretar. Ella cayó al suelo como el peso muerto que ahora era.
No iba a seguir soportándolo, su belleza era demasiada para ser malgastada en alguien como ese tipo, o como muchos que iban a llegar a ella, porque ella era inocente, demasiado para ver la maldad que se escondía detrás de los que parecían ser los más puros.
Era mejor así, al fin y al cabo él también era uno de esos.
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Mea Paradisum
HorrorCompilación de relatos que he escrito para Under Élite. Espero les gusten.