1° Alcohol.

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Mily:

El ruido del noticiero en el televisor anunciando otra soleada mañana en Busan me hizo despertar... o quizá resucitar. Mis oídos estaban tapados, tenía la garganta inflamada y cada músculo de mi cuerpo se encontraba con un tremendo dolor como si un tractor me hubiera pasado encima unas diez veces seguidas.

Odio las malditas resacas.

Siempre digo que dejaré de beber en exceso para que precisamente este tipo de cosas no me sucedieran pero termino haciendo todo lo contrario.

Debido al grado de ebriedad en el que estaba no recordaba mucho de la noche anterior. Solo a un chico creo que de nombre Wonho, bastante lindo por cierto, bailando en medio de la multitud conmigo en el club.

Tampoco olvido a Yoongi intentándome quitar la botella de vodka, cosa que jamás logró gracias a mi terquedad pero después todo fue perdiendo el color, o más bien yo la conciencia y no supe que sucedió conmigo.

Abrumada me levanté lentamente de la cama y al sentir el contacto de mis descalzos pies con una alfombra peluda y rosada me percaté de que estaba en la habitación de Rosé, lo cual me hizo suspirar aliviada y con una preocupación menos en la cual pensar.

De acuerdo Mily, estás completamente a salvo.

Aun así no tenía ni idea de como había podido llegar hasta ahí.

— ¿Quieres bajarle a esa mierda? —pedí lanzándome al sofá para seguir lamentando lo miserable que me sentía en aquellos momentos.

— Deberías agradecerme por haber limpiado todo lo que devolviste —replicó indignada con su tierna pero chillante voz negando un par de veces.

— ¿Vomité? —pregunté abriendo solo un ojo, levantando mi cabeza un poco más hacia su dirección.

— Si, creo que toda la comida que has consumido desde que naciste —rió, elevando sus pálidas mejillas—. Por cierto, te trajeron Yoongi y Jungkook, si llegabas así a tu departamento quizá estarías muerta —me pasó un par de pastillas amarillas, junto a un vaso de agua para eliminar mi dolor de cabeza.

— Eres tan buena amiga, no te merezco — sinceré mirándola fijamente. Llevaba un suéter corto rosado junto a unos leggins negros que le hacían destacar aun más su pequeña cintura.

— Mily, lo hago por que te quiero mucho, tienes suerte de que nadie te vio hacer el ridículo anoche —avisó sentándose a mi lado subiendo ambas piernas en el sofá.

— ¿Ridículo? —pregunté sin ninguna expectativa.

En estos casi diecinueve años de vida ya he hecho bastantes.

— Si, cuando Jungkook te cargó hasta la cama te pusiste a llorar mientras gritabas que Tae Hyung era un idiota y que te dolía que te haya dejado —suspiró. Puede notar una ligera preocupación y decepción en su rostro.

Llevé mis manos a la cara y respiré lo más hondo que pude. Ya habían pasado siete meses desde la separación y aun no podía asimilar del todo que Tae Hyung y yo ya no estábamos juntos.

— Siento pena por mi misma —exhalé el aire comprimido en mis pulmones mirando al suelo avergonzada.

Si hay algo que odio más que las resacas es el desamor y lo gran hijos de puta que pueden llegar a ser los hombres.

— Creí haberte escuchado decir que ya lo habías superado —alzó una ceja.

— Ya lo hice, solo que a veces los recuerdos duelen y más cuando bebo.

— ¿Y no has pensado en salir con alguien más? ¿Que pasó con Kai? Creo recordar que estaban saliendo —intentó desviar un poco el tema para armonizar el ambiente de nuevo.

Just Sex | PJM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora