~Princesas y Dragones~
Capitulo 7: "No me importa"
H
I
C
C
U
P
Merida vio la espantosa escena desarrollarse frente a ella, casi involuntariamente comenzó a apretar los puños más y más hasta que comenzó a lastimarse, sintió la mano de su madre posarse sobre su hombro y su voz diciendo:
-Llegaron esta mañana, partirán en unas horas de vuelta a su pueblo, ¿no es fantástico?
Merida no lograba articular palabra, Solo veía la espalda de Hipo siendo abrazada por Astrid quien sonreía de oreja a oreja… ¿Lagrimas? No, ahora no…
-¿te pasa algo, cariño?
-No…nada…
-pero, estas lloran….
-Tengo que ir al baño…- Dijo Merida bruscamente, dejando a su madre un muy confundida, Hipo intentaba zafarse de los brazos de su fuerte novia cuando vió a la pelirroja abrir la puerta lentamente
-¡Me…Merida!- La llamó con toda la voz que fue capaz de sacar, Merida se detuvo y giró la cabeza hacia él, sus ojos estaban humedecidos, no había odio en su mirada, había dolor, rencor, cosas que para Hipo fueron mil veces peores, abrió la boca e intento decir algo, pero la princesa desapareció por la puerta rápidamente, dejando tras ella a un vikingo demasiado triste y culpable como para perseguirla.
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-Papa, por favor déjame estar aquí unos días más- Pidió Hipo con todo el tono de súplica que pudo, ambos se encontraban en la habitación de invitados, Astrid estaba con la reina dando un paseo por los alrededores del castillo, por lo que los dos varones estaban solos
-Hipo, vinimos solo a recogerte, y ya avisé a los reyes sobre nuestra partida
-Pero…
-Además te necesitamos en la aldea, los dragones se ponen nerviosos si tu no estas, Astrid logró controlarlos un poco, pero ahora que ninguno que los dos están puede haber problemas
-Papa, aun esta Patapez en la aldea, estoy seguro que será capaz de…
-Se sincero, hijo, ¿Por qué quieres quedarte?
-Yo… no puedo decírtelo
-Por favor, ¿después de todo lo que pasó aun no confías en mí?
-No es eso papa, en serio, es… algo más complicado
-Noté que este extraño con Astrid, ¿tiene algo que ver?
Hipo se sobresaltó al escuchar el comentario de su padre, nunca se había imaginado que el deduciría algo así, Estoico no pudo más que reír y darle una palmadita (algo fuerte) en la espalda a su hijo
