~Princesas y Dragones~
Capitulo 8: verdaderas intenciones
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Al día siguiente Merida despertó con unas grandes ojeras debajo de sus ojos, A penas y había dormido la noche anterior gracias a cierto vikingo que al parecer no entendía que no es NO. Se levantó pesadamente y apoyo su mano en la cama <<¿Porque no simplemente dejo de escucharlo?, él se lo merece, no entiendo porque no se va de una vez a berm, bers o como sea>> Pensaba Merida mientras caminaba aún algo adormilada (pero no por eso menos molesta) a la puerta de su habitación, cuando la abrió algo cayó de golpe a sus pies.
-¡¿Qué, que pasa?!- Preguntó Hipo despertando muy sobresaltado, se talló los ojos e intentó incorporarse, cuando logró tranquilizarse un poco vio a una pelirroja bastante confundida que lo miraba con los ojos muy abiertos- Merida…- Logró articular casi en un susurro, La princesa, pareció salir de un hechizo ya que cuando escucho su nombre siendo pronunciado por la boca del Vikingo su rostro se puso serio y salió de la habitación sin siquiera dirigirle la mirada.
Hipo bostezó y se tocó el cuello, había dormido en una posición bastante poco cómoda y le dolía casi todo el cuerpo, pero no importaba, mientras eso le demostrara a Merida lo arrepentido que estaba.
Merida camino con paso decidido hacia… ¿Hacia dónde?, Se detuvo en seco, no podía pensar con claridad << Ok, cálmate Merida, repasemos la situación… Él durmió fuera de mi habitación… en mi puerta… O también pudo haber venido en la mañana muy temprano y... No, eso es ridículo… Aaargh!>>
-¿Merida?
Merida volteó la cabeza bruscamente y vio que su madre estaba mirándola con una expresión de completa confusión en el rostro
-Buenos días… madre- Saludó la joven con desgana
-Buenos días Merida…¿Te pasa algo? Hace tiempo te veo algo preocupada…
-Eeeemm, No, nada importante. Voy a ver a Angus, adiós.
Dicho esto, la pelirroja salió del castillo casi corriendo y se dirigió a los establos, <<No puedo creerlo, hasta mi madre está preocupada por mí, No tienes perdón Hipo, NO HAY PÉRDON!>> al entrar encontró una escena bastante extraña:
Chimuelo estaba recostado junto a Angus, el cual bebía agua de un gran recipiente, Ambos se veían bastante tiernos, pero verlos juntos era algo fuera de lo común, Merida no pudo más que sonreír
-Buenos días Angus, Chimuelo- Ambos animales la miraron y luego continuaron con lo que hacían Merida se acercó a Chimuelo y lentamente puso una mano sobre su cabeza, el dragón cerro los ojos en señal de permiso, así que Merida comenzó a acariciarlo, logrando quejas de Angus, quien también quería recibir la atención de la joven, ella sonrió y con la otra mano acaricio el suave pelaje de Angus, así se quedó un rato hasta que sus dos brazos estaban cansados
-Chicos, si sigo así mis brazos van a quedar como gelatina
-Oh, fantástico, tal vez así sea mejor con la espada, princesa- dijo una voz detrás de ella, se volteó sabiendo muy bien quien era la que hablaba