Fiel compañera.

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El aire se acaba lentamente, la luz se apaga gradualmente y las nauseas solo aumentan a cada minuto... solo quieres huir, gritar y que todo termine, cerrar los ojos para que todo desaparezca.

Los gritos no salen, las piernas no te responden y en su lugar solo salen sollozos, junto a un cuerpo titubeante y quebrado desde la raíz hasta el alma.  

Hay tanto peso creciendo lentamente sobre tu pecho, comprimiendo cada parte de ti tal cual una pesada roca sobre la cual se ha sentado un elefante. 

Llega en silencio, se acumula ágilmente día a día hasta que vence la mesa de consuelos sobre la que lo has puesto, segundo tras segundo. El problema no es ponerlo allí, el problema es levantarlo de ti cuando te cae justo encima sin aviso alguno. 

Te sigue como una fiel compañera a todo lugar al que vayas, nunca te abandona, pero hay días en los que más que nunca decide hacerse presente... Días en los que se divierte aterrorizando cada fibra de ti, mientras suelta risotadas a tus expensas. 

Esa fiel compañera tiene un hermano que le lleva hasta sus victimas, juntos aparecen en los momentos menos esperados u adecuados, esos momentos en los que les muestras tan solo un poco de debilidad es para ellos la ocasión perfecta para visitar. Llegan a invadir y conquistar cada parte de ti, inundan tus pensamientos,llenan de inseguridad tu interior, aceleran tu corazón, debilitandote hasta hacerte sucumbir en sus juegos. 

A veces llega por la noche, tal cual una pesadilla no deseada... te asfixia mientras duermes o ni siquiera te permite cerrar los ojos antes de comenzar a sofocarte lentamente, aprieta lo suficiente como para dejarte sentir el ahogo, pero no lo necesario para matarte y así dejarte ir tan fácil de sus garras. 

Te hace temblar, sudar frío, voltea tu estomago, quiebra tu mente, asfixia lentamente, a veces te hace desear comer sin parar, te agobia con los ruidos, las personas o a veces hasta con tu propia presencia.

Existen látigos que la controlan o al menos eso intentan, pero en realidad no la controlan a ella... si no a ti, te atontan, te cedan, te pierden y te alejan de tus pensamientos, dejándote como a medio encender. Drogas que prometen ayudar, pero no hacen más que apagarte un poco, para así tratar de bajar el volumen del sonido de tu voz mental, evitándote tener el cien por ciento de tu atención en lo que sucede en tus pensamientos.

No hablo de nada más y nada menos que la ansiedad y claro su fiel cómplice para encontrar víctimas se llama estrés. 

Te asusta que puedan llegar a visitar justo en un momento importante o logren quebrarte frente a las personas que te importan... haciendo así que ellas puedan temerte, o al menos eso crees tu. Algunas entenderán, muchas otras no, pero al final el único que siempre podrá y deberá ayudarse a si mismo eres tu. 

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