Serenatas para el chino

01 - Secretos

No cabe duda de que el simple hecho de viajar a lo desconocido asusta, pero asusta más el hecho de viajar a lo desconocido y que tu primo favorito (al que supones que le acaba de romper el corazón la chica más deseada de toda Santa Cecilia) empiece a coquetear con todo lo que produzca sombra el mismo día.

Desde que ganaron la beca habían estado haciendo todo lo posible para estar listos en la fecha convenida por la subdirectora, pero puta madre decuidabas a Marco un maldito segundo y ya estaba mostrando su encanto a cualquier persona, enseñaba las cicatrices que tenía en el brazo (que por cierto eran por tropezar con el plato de comida de Dante y atorarse en la malla metálica que había cerca) y empezaba a contar una historia excesivamente arriesgada que dejaba impactados a los que lo escuchaban.

Miguel estaba hasta el gorro gracias a la actitud de Mariquito y lo único bueno que podía mencionar de todo éste asunto era que ya todo lo material que tenía que ser preparado estaba listo pero ahora faltaba lo más difícil para ambos estudiantes: despedirse de la familia.

Cierto era que habían pasado por emociones muy fuertes en estas dos últimas semanas gracias a las decisiones apresuradas de los chicos. Pero no importaba quien fuese el que mirara, para los muchachos la familia siempre había sido parte fundamental en su vida y por ello, esa tarde de sábado se convirtió en uno de los momentos más sentimentales que quedaría en la vida de ellos.

- M'ijos, abríguense bien, coman mucho a ver si engordan por que están bien flacos y les vaya a dar algo, no le hablen a gente sospechosa o si no - mamá Elena se quitó su chancla voladora y les apuntó.

- Gracias mamá Elena, haremos caso- dijo Miguel escondiéndose atrás de Marco para luego dirigirse a ella, abrazarla y ser seguido por su primo.

- Miguel, sabemos que es un sueño muy hermoso, no desistas en los momentos de frustración porque aunque estés lejos tu familia no te olvidará ni te abandonará nunca- dijo Enrique mientras abrazaba tiernamente a su esposa la cual a su vez atrajo a Miguel para darle el último abrazo que le daría en un largo tiempo.

Después de despedirse largo rato de toda la familia entre abrazos y risas la noche comenzó a caer lentamente, dando paso a una nueva "aventura" que iniciaba esa estrellada noche a finales de verano con el vuelo de las 21:45.

Tomaron sus cosas, revisando por milésima vez que nada faltara y se subieron a la camioneta que los llevaría al aeropuerto, una vez ahí esperaron algunos minutos el vuelo y finalmente partieron hacia su destino más allá del hermoso pueblo de Santa Cecilia. Les hubiera gustado permanecer despiertos para disfrutar de la nocturna vista aérea pero el cansancio que traían encima no se los permitió por eso fue que se acomodaron en una especie de semi-bolita ocultando sus caras en caso de que el güey que traían a lado se hubiera traído un plumón, una vez que se sintieron "seguros" decidieron dejar sin más que sus párpados cayeran rendidos ante los dulces encantos de Morfeo.

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La luz del sol que atravesó la ventana encandiló a Miguel e hizo que se despertara bruscamente a eso de las 7:30 am. Aún faltaba un ratito para llegar a su destino, Marco seguía durmiendo y se veía extremadamente inocente e incapaz de hacer lo que fuera que hiciera mientras estaba despierto, sería una lástima que alguien le pintarrajeara con un plumón permanente su linda carita babeada.

Después de su pequeña travesura Miguel miró la ventana y entonces se dió cuenta de que la vista aérea era más que exquisita, sobre todo porque recién había amanecido pero, si tienes tiempo de dormir y nadie está en contra de eso, desperdiciar la oportunidad sería la pendejada más pendeja que uno podría hacer y por eso, después de jalar las cintas del gorro de su sudadera hasta que se cerrará por encima de su nariz (en caso de que Marco quisiera cobrarle su chistesito), Miguel cerró de nuevo los ojos y una vez dormido comenzó a soñar.