Ya era el colmo.
Había dieciséis muertos en lo que iba del mes. No quería seguir sospechando de él, pero cada vez le era mas complicado.
¿Cómo podrías confiar en el primo de tu mejor amigo cuando lo has visto en las fatídicas escenas repetidas ocasiones?
Intentaba descartar cualquier posibilidad, sin embargo necesitaba pruebas.Un audio, una foto e incluso algo de ADN bastaría. Karmi aún era su amiga (de las mejores que tenía), ella podría ayudar a discernir las muestras. Lo malo es que eran inexistentes, las víctimas parecían dormidas en cada caso, ni siquiera mostraban señales de maltrato o de forcejeo. Era extraño, muy extraño.
Desde que había iniciado esta locura de muertes en San Fransokyo, Miguel se volvía mas distante. Los periodos entre clase y clase eran evitados, los textos nocturnos se habían ido acortando, ni siquiera era capaz de charlar con él decentemente desde los incidentes.
¿Acaso él sabría algo?
No importaba, esto ya no era simple cuestión de hormonas, ni siquiera podría considerarse como una pelea sin reparación, pues nunca la hubo. Aquí estaban involucrados asuntos mas bien legales, desde lo profundo de sí mismo esperaba que aquella canela hermosa no estuviera involucrado de ninguna manera.
Incluso llegó a desarrollar cierta obsesión por demostrar que sus teorías sobre Marco eran inciertas, todo con tal de no aquejar a Miguel. Según sabía, ya tenía suficiente con las calificaciones del primer parcial como para deprimirse con algo más, y no era precisamente cualquier noticia.
Ni siquiera podía preguntarle actualmente por los haceres de su primo sin antes ser evitado con profesionalismo.Se quitó el casco cuando llegó a casa luego de un confuso patrullaje. La tía Cass estaba de nuevo dormida en el sillón, seguramente estuvo esperándolo otra vez, comenzaba a sentirse una mala persona.
Con cuidado la levantó entre sus brazos (de algo tenían que servir sus músculos), la subió hasta su habitación y una vez dentro la arropó con ternura, tal como ella lo había hecho con él años atrás. Era una bendición que ella tuviera el sueño pesado, tan pesado como el de "La Sandunga" de Miguel, aquella que por lo mismo no servía para amores. Hiro rió bajito ante ese pensamiento.Quizá más que su tía, el indicado para esa frase era él, porque por una vez pensó que sería bueno dar rienda suelta a sus sentires adolescentes y todo acabó así, con un moreno fingiendo que él no existía.
Con la situación actual. ¿Seguiría Miguel guardándole en secreto su personalidad heroica? No es como si desconfiara de su palabra, sin embargo no sería nada agradable que su tía se enterara de sus hazañas nocturnas por la boca de alguien mas.
Gracias a ese tipo de pensamientos descubrió que ya tenía una excusa para hablar con él sin verse específicamente interesado en su persona. De hecho, no es como si estuviera realmente interesado en él.
De que lo deseara con fervor y le considerara un buen amigo, a que de verdad se interesara en él como algo mas allá, había diferencia. ¿Verdad?
Ahora más que nunca, tenía que ser racional para evitar caer en las deliciosas tentaciones mexicanas y hoy más que otros días, lucharía como el héroe que era para proteger la ciudad. El problema era que ni él mismo se lo creía.
Si era cercano a Miguel, si le llamaba SU canela, si bromeaba con él, pero aún no había una relación tan fuerte entre ellos como con Fred, Gogo, Wasabi, Honey y mucho menos parecida a la que entablaba con Tadashi.
No quería admitirlo, sin embargo la simple aparición del moreno en su mente, hacía que el semi-asiático dudara de toda ética antes estudiada, lograba que su moral se fuera a los suelos y simplemente lo descolocaba de sus cabales.
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Serenatas para el chino
Fiksi PenggemarMiguel Rivera el ensoñado músico que se ha robado el corazón de muchas personas por su melodiosa voz, decide participar en un concurso que puede cambiar su vida para siempre, si es que gana. 🌸🎵🌸🎵🌸🎵🌸🎵🌸🎵🌸🎵🌸 Hiro Hamada el genio de cabeza...